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HECHO A MANO / OPINIÓN

Parte II: Pepón y la Diosa de todas las Bestias

29/01/2023 - 

MURCIA. Por retomarlo donde lo dejamos, mientras usted guardaba ausencia a Pepón García de Arteaga y Legaz cual Penélope esperando a Ulises, tejiendo y destejiendo los fines de semana entre cine, novelas y paseos por la playa, espantando los pretendientes que le salían en la Caja de Ahorros, él seguía haciendo de las suyas: quemando Madrid e incendiando los bajos de algo más que la ciudad. Cuando volvía a Murcia la llamaba y tras pegarse la fiesta de rigor con los amigos se dejaba caer por donde usted estaba. Y entonces daba igual el sitio y el momento. Una reacción química propia de un Premio Nobel. Evidentemente no se hablaba del tema, pero usted era consciente de que en Madrid había escarceos ¿Quién le iba a poner puertas al campo? Al fin y al cabo, ojos que no ven…

"al final del pasillo a la derecha, usted sabía que había otra"

Al principio las llamadas eran eternas y constantes: él era dependiente y esto le hacía sentir bien. Poco a poco se fueron distanciando como se distancia el tiempo en la tormenta. No quiso darle importancia, pero en el fondo… muy profundo… al final del pasillo a la derecha, usted sabía que había otra. Todo acabaría cuando terminara el maldito máster, porque cuando volvía los fines de semana volvía la diversión, la complicidad y los orgasmos. Aquello era real, se podía tocar.

Se acercaba el verano y con él el fin de curso y lo que usted ni imaginaba: de la relación. En mayo dejó de llamarla y en junio no le devolvía las llamadas. Por amigos supo que se fue con alguien del máster a pasar unos días en Miami y de allí a Palma a disputar la Copa del Rey. Se miraban entre ellos y cuchicheaban a sus espaldas. Hasta que una noche planeando una casa rural con el grupo medio pedos, su amiga Natalia le dijo que en septiembre no podían ir porque tenían la boda de Pepón.

—¿¡Pepón!? —preguntó incrédula.

—Siiiií —responde la hija de puta confusa por el alcohol buscando con la mirada el apoyo de los demás.

—¿Mi Pepón? —musita perpleja.

—Buenooo, es evidente que ya no es "tu Pepón". Si se casa… ahora es el "Pepón de otra"… ¿No crees, cari? —le respondió Natalia entre hipidos y risas.

Alguien dijo entonces que era de muy buena familia, que se habían conocido en el máster, rubia, alta, buen tipo… Un braguetazo… Todo le daba tantas vueltas, que vomitó allí mismo.

Despertó de esa terrible pesadilla casi dos años más tarde; el primero lo pasó catatónica y el segundo zombi. Salía de la Caja para irse a la cama y se levantaba para ir a la Caja. Perdió diez kilos en tres meses, promocionó a directora como premio a sus jornadas maratonianas y en ello se dejó su vida. La de verdad. Cuando volvió en sí no cejó en su ritmo y pasó a Territorial en la Caja. En el camino fue dejando cadáveres: profesionales y sexuales. Todo hombres. Los canibalizaba y después se calzaba sus Jimmy Choo y se recogía el pelo en una coleta tirante como si tal cosa. Despiadada. Una auténtica psicópata.

Y así hasta la pasada Tarde Vieja. Allí estaba, frente a su verdugo, el que le extirpó los sentimientos y mutiló sus emociones. Le dio un vuelco el corazón. De pronto tenía de nuevo veintidós. Había vuelto a perder el control como en aquel entonces, se le había olvidado esa sensación de no controlar. Veinte años de un corazón bajo condena y hoy salía libre.

El tiempo la ha tratado bien. Es una mujer segura, sabe de sus debilidades, así que lo que mejor explota son sus fortalezas: la sensualidad, la distancia, el hombre que lleva dentro. Ese es el que la diferencia y les pone locos. Porque usted es más tío que ellos… Y lo sabe. Él no se lo puede creer. Es la misma, la misma morenita tímida de antes, pero hay algo distinto. Emana poder. Es como si dominara a todas las criaturas de la tierra, incluido él mismo. 

Un quinto siguió a otro quinto y a otro… Después, las copas. Lo que empezó por la mañana siendo un océano entre los dos terminó siendo un rio angosto. Los amigos se fueron a cenar a casa, pero ¡oh, sorpresa! Ellos estaban solos. Risas, muchas risas. Roces, manos pasando por el cuello, conversaciones al oído, mejilla contra mejilla, olor a Fahrenheit, olor a Nº 5. Nada había cambiado… Ya no pueden más, explota y allí mismo se empiezan a comer la boca. Van a su ático en el centro y lo hacen en el salón, luego en la ducha y con las campanadas en la terraza, al aire libre. Le da la bienvenida al Año Nuevo en pelotas y con Pepón dentro y así hasta las claras del día.

Él no para de lamentarse de lo arrepentido que está y le confiesa que ha pensado todos los días de su vida en llamarla y volver con usted. Pero eso ya da igual. Ahora él está ahí: en su casa, bajo sus condiciones, suplicando perdón. Justo donde lo quería desde hacía veinte años. ¡Que se joda la pija del Barrio de Salamanca y que se joda Pepón! Así que hoy, como día especial se deja el pelo suelto y estrena los Manolos que guardaba para una ocasión especial.

Todos hemos conocido a algún Pepón en nuestra vida. Este artículo va por todos aquellos que los han sobrevivido, sean hombres o mujeres. Sois dioses. Los Dioses de todas las Bestias.

No más cursiladas. Volveré a los temas serios de los que suelo escribir. ¡Ejem! Prometido.

Gracias por su lectura.

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