Foto: JUAN BENÍTEZMURCIA. Como los niños aprenden a leer por sílabas, sus primeras palabras, porque son consonante sencillas, suelen ser papá: PA-PE-PI-PO-PU.
Hoy hablaremos sobre palabras que como niños deberíamos saber y haber aprendido… Me uno al club del aprendizaje, ¿tú las tienes ya?
"Aprender conlleva querer reconocer nuestro error, y querer dar nuestra mejor versión"
Paciencia. Menuda palabra, y cuando toca vivirla, menudo problema. Y es que para todo necesitamos que pase el tiempo, para ver llegar a nuestros hijos, esperamos 9 meses; para ver crecer los frutos del árbol, esperamos hasta 4 estaciones; para encontrar el trabajo adecuado podemos esperar hasta toda una vida. Y si hablamos de encontrarnos a nosotros mismos, quizá nos quedemos esperando, porque es la batalla más crítica. Vernos madurar. En estos días convulsos de política hemos tenido que esperar, y ver cómo otros no querían ver esperar sus tiempos, y de forma precipitada han destrozado sus carreras. O quizá era el paso de la maduración que les tocaba vivir, no lo sé.
Persevera. Esta sí me la sé. Porque soy mujer cabezota y mi madre, que era y es una santa, me hizo trabajar esta virtud mía. Jamás rendirme, siempre luchar. Todo el tiempo se debe perseverar en aquello que quieres conseguir, teniendo clara la meta. Entonces siempre llega el sueño que se convierte en realidad. Te invito a cerrar el círculo, es apasionante. Eso sí, toma café…
Pivota. La vida nos da buenos cambios y nos juega malas pasadas, pero tenemos que aprender a pivotar a otras perspectivas, porque las posturas que a veces sostenemos no son las más acertadas. Quizá debemos aprender a pivotar.
Poder. Nos encanta, menuda palabra eh… Pero, ojo, quien tiene un gran poder tiene una gran responsabilidad. Ojo con jugar a ser muy poderosos, a creérnoslo y a olvidarnos de nuestros orígenes de donde hemos venido y a donde queremos llegar. Ojo con olvidar quiénes somos,y cuál es nuestro lugar. Sí, podemos ser poderosos, pero siempre será mejor decir podrías. Verbo que empiezo a conjugar.
Prudencia. La mejor, para el final, ¡cómo no! Esta última batalla, ser prudente, no se termina nunca de aprender. Siempre ojos vivos, ser prudente me ha llevado a no errar más de la cuenta. Eso me ha hecho ver que ser prudente es más acertado que meter la pata de más. Cual elefante en cacharrería, he aprendido que ser felina es más cauto y te da más tranquilidad; además así no te defraudan más allá de las expectativas y podremos organizar mejor nuestros pasos.
Así que volvamos al PAPEPIPOPU, y dejemos de ser el borriquito como tuuuuú.
Aprender conlleva querer reconocer nuestro error, y querer dar nuestra mejor versión. Ánimo, apuesto por ti, ya que alguna de estas palabras he conseguido vivirlas, si yo si, tú mejor.
Macarena Perona
Abogada
