MURCIA. La raíz es la base de un gran árbol, algo que parece que en Murcia se nos ha olvidado. Comento esto a colación de todo lo que está sucediendo con la puesta en valor y mantenimiento de nuestro patrimonio arqueológico e histórico. Un claro ejemplo es el estado en que se encuentra la casona donde residió el ilustre personaje del siglo XIX Antonete Gálvez, con una obra a medio camino, por no mencionar el estado del molino de Funes.
La administración, independientemente de quien es en cada momento su cabeza visible, ha mirado hacia ambos lados sin que nadie haya puesto remedio desde hace años. Refiriéndome al edificio del Huerto de San Blas. me consta que un ente de Torreagüera envió a la Glorieta un proyecto cultural para poner en valor lo que queda de la casa y así cerrar este triste episodio.
Como he mencionado anteriormente, este no es el único caso. Podría citar varios en la Cordillera Sur, abandonada en este menester a su suerte, como por ejemplo el yacimiento argárico El Puntarrón en Beniajan; la zona arqueológica de la sierra de Miravete; el complejo de La Basílica con restos de un posible palacio o mansión, posiblemente de época visigoda, a medio excavar, en Algezares; Martyrium en La Alberca; la almazara de Las Monjas en Zeneta, esta, en serio peligro de desaparición; el castillo de Tabala en Los Ramos; la misma huerta y muchos otros.
En honor a la verdad, es de agradecer las últimas acciones realizadas por el Ayuntamiento de Murcia, como las excavaciones del complejo arqueológico de Monteagudo, la adquisición de la torre Falcón en Espinardo y la probable incorporación al patrimonio municipal de la Torre Rocamora en Los Ramos.
También es digno de mencionar que, en municipios como Cartagena, Lorca, Alhama o Fortuna, se comienza a ver una pequeña luz al final del túnel, del patrimonio cultural.
Para que el árbol florezca y dé sus frutos, no basta solo con nuestro sol, sino también de un maridaje con varios factores. Para que se me entienda, el fruto del árbol es el turismo, que tanto beneficio da a Murcia y a la Región y que tenemos que mimar. Y esto pasa por lograr que todas las administraciones, sin tapujos, apuesten por la recuperación de nuestro rico patrimonio arqueológico y cultural, ofreciéndolo al resto del mundo sin miramientos y alardear de ello. Eso sí, sin descuidar la otra parte del fruto que son nuestras playas y cómo no, la naturaleza que poseemos.
Por ello, desde estas líneas se pide a nuestros gobernantes que el fruto del árbol sea cuidado de plagas (inacción por varios motivos) y se tomen todas las medidas oportunas para que, de una vez por todas, se ponga en valor todo lo bueno que tiene nuestra tierra, puesto que de este fruto comerán tanto murcianos como foráneos.
Las raíces no hay que olvidarlas, aprendiendo de ellas y explotándolas turísticamente con delicadeza para conservar nuestra identidad, no cometiendo errores y al mismo tiempo moviendo un sector que es vital para nuestros pueblos, ciudades o región.
Cuidemos entre todos el patrimonio cultural, natural y arqueológico de Murcia. Que, de una vez por todas, se materialicen las acciones pertinentes por parte de todas las administraciones que nos representan y que se crea en ello, como hicieron los vecinos de Algezares al realizar una colecta para la reconstrucción de la ermita de San Roque.
Murcia lo necesita y lo merece.
*Raúl Jiménez y Lorca es cronista de Torreagüera