MURCIA. Cualquier momento es bueno para pegarse una fiesta y si es con los amigos de siempre, mejor. La pandemia ha hecho que el tardeo haya venido para quedarse, así que sales de aperitivo, comes, te tomas un digestivo, una cosa lleva a la otra… Las doce de la noche y como Cenicienta, fin de la historia.
Pero la genuina, la original, la auténtica fiesta es la que se cuece por la noche con todo aquel maravilloso ecosistema que fluye dentro de la disco (término más viejo que el mear, pero tenga en cuenta la edad de la que redacta). Así que en esta búsqueda incansable de la inspiración, decidí poner a todas mis Motomamis a trabajar y salir a observar cómo se mueven las nuevas fieras nocturnas, a lo que ellas respondieron como diligentes soldados.
Nada más ponerme manos a la obra con la operación Zoolander me di cuenta que la fase de preparación ha pasado a ser más larga y compleja que cuando tenía veintitantos. Tienes que empezar a las cinco de la tarde si quieres llegar a tiempo a una cena fijada a las diez.
Horas previas a la cita tuve que tomarme un potente protector estomacal porque si no a la mañana siguiente tengo el aparato digestivo más caliente que el cenicero de un bingo… de principio a fin, ya me entienden.
"Sabes que la noche promete cuando dejas de llevar la cuenta de las botellas de vino que han caído"
Antes la juventud lo hacía todo por ti, estaba todo en su sitio: los ojos rasgados, los pómulos amelocotonados, los melones apretados y el cinto avispado y no el de Norbit que luzco ahora. Así que, rumbo a la farmacia para meterme el segundo chute de química, ampolla efecto flash, con la esperanza de conseguir por tres euros los resultados que ya sólo un cirujano puede obtener por tres mil.
¿Y de cuello para abajo? Pues la cosa se puso tensa, porque todos aquellos modelitos ideales y sofisticados que había fichado en mayo con cinco kilos menos se habían transformado en el pellejo de una morcilla de Burgos. Tuve que decidirme entre una de estas angustiosas soluciones: faja de compresión suave, firme o extra firme (con ésta ya sabemos que pasas la velada participando en El Desafío, concentrada para la jornada de apnea que te espera). Así pues, lo que en mi cabeza era una aparición triunfal como Beyoncé se convirtió más bien en la comparecencia de la Lore de Aida.
Sabes que la noche promete cuando dejas de llevar la cuenta de las botellas de vino que han caído. Llegadas al garito de moda, me sorprendo haciendo cola como si estuviera en el local más cool del Upper East Side… hasta que vuelves a la realidad con la incorporación de Torrente a la espera.
"la edad no te quita las ganas de fiesta, pero sí pasa factura"
Una vez dentro, al ritmo de perreos y otras danzas sugestivas pude observar ciertas pautas que se repetían entre los asistentes. En el caso de las féminas, se ha vuelto imprescindible un sugerente escote. Es indiferente que sea por delante, por detrás o ambos, lo que tiene que quedar patente es que has liberado a Willy. Respecto a los hombres, enhorabuena, he visto definición y trabajo duro en el gimnasio, barbitas de tres días concienzudamente esculpidas y estilismos que han rozado el narcisismo hedonista.
Me sorprendí ante reacción del respetable cuando sonó la Despechá. Será porque la mitad del bar se había liado con la otra mitad sin respuesta a los whatsapps de rigor del día siguiente. No recordaba tal explosión de júbilo desde el Toro enamorado de la luna.
Concluyo que la edad no te quita las ganas de fiesta, pero sí pasa factura. Para finalizar y antes de acostarme el tercer y último golpe de química: un iburpofeno para mitigar la resaca asegurada tras una noche de duro trabajo con mi Equipo de Investigación, a las que desde aquí agradezco su implicación en el proyecto.
¡Qué cosas tiene la vida! ¿Quién le iba a decir a la Boticaria García que treinta años más tardes se coronaría como el nuevo Chimo Bayo del panorama nocturno?
Gracias por su lectura.