MURCIA. Todavía no me creo que esté en Arusha y a pocos metros del monte Kilimanjaro. Tampoco que, en cuestión de horas, vaya a subirme a un coche que me llevará a descubrir el norte de Tanzania, donde se sitúa el parque nacional del Serengueti, uno de los lugares más fascinantes del planeta. No lo digo yo, sino los cientos de documentales de sobremesa —que quizá has visto—, algunos de ellos centrados en la Gran Migración. Precisamente, ver este espectáculo de la naturaleza, en el que más de dos millones de ñus y cebras se mueven en busca de pastos, es uno de los objetivos de mi viaje, que, en esta ocasión, lo realizo en un safari fotográfico organizado por la agencia Artisal Travel Photography.
El viaje es largo, con ese masaje africano debido a las carreteras sin asfaltar y una panorámica que va desde las colinas elevadas, en las que predominan las tonalidades verdes y se alzan acacias de frondosas copas, a llanuras infinitas en las que, de repente, aparecen altos torbellinos de arena. Un trayecto en el que antes descubro el parque nacional del Tarangire —en otra ocasión te hablaré de él y del lago Natron—, pero en el que el Serengueti es nuestra especie de Ítaca. Y no solo eso: ver a los ñus y las cebras cruzando el río Mara. ¿Conseguiré ver ese momento? No lo sé, pero estoy más cerca de tener esa respuesta porque, al fin, leo: «Karibu (bienvenidos en swahili) Klein’s Gate. Serengeti National Park».
Mi corazón late, estoy a las puertas de la mayor reserva natural del mundo, de cumplir una nueva aventura y de hacerlo junto a cinco viajeros —y un fotógrafo profesional— que ya son casi familia. Y además, comparten conmigo la pasión por la fotografía —¿se puede pedir más?—.