Opinión

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El eurocristiano tibio

Reig Pla: del Génesis a los Evangelios

"El problema del obispo no es que carezca de sensibilidad o de caridad, sino que se cree a pies juntillas lo que dice el Catecismo Católico"

Publicado: 25/05/2025 ·06:00
Actualizado: 25/05/2025 · 06:00
  • Juan Antonio Reig Pla.
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El 11 de mayo, en la Basílica de la Anunciación de Alba de Tormes, un pueblo de Salamanca, don José Antonio Reig Pla, ahora obispo emérito de Alcalá de Henares y que antes lo fue de la diócesis de Cartagena, pronunció las siguientes palabras: "Venimos del infinito amor de Dios, que nos ha dado la vida a través de nuestros padres, y esto asegura tu origen. ¡No eres un fracaso! Ni desde el origen. También para los niños que nacen con discapacidad física o intelectual o psíquica, esto ya es herencia del pecado y del desorden la Naturaleza. Pero han sido llamados por Dios y tienen también como nosotros todo el fundamento de su existencia en Dios".

Las reacciones no se hicieron esperar. La Asociación Salmantina Pro Personas con Discapacidad Intelectual (Asprodes) consideró la homilía de Pla como “profundamente ofensiva, estigmatizante y completamente alejada del modelo de sociedad inclusiva”. El Ministerio de Derechos Sociales lo denunció a la Fiscalía por fomentar la discriminación e ir contra la ley de igualdad de trato, delitos penados hasta con cuatro años de prisión. El Defensor del Pueblo, que fue fraile antes que cocinero, dijo que estudiaría la queja del Ministerio cuando le llegase.

 

Nadie debería reprocharle a un obispo que se crea lo que su Catecismo dice"

 

Ante esa avalancha de críticas, el obispo declaró que no quiso ofender a nadie, sino decir que todos son amados por Dios, y de modo especial las personas que sufren una discapacidad. Y añadió que reza por todos, incluidos los que se oponen al depósito de la fe, contenido en la sagrada tradición y las sagradas escrituras. Basándose en el Génesis, los teólogos católicos decidieron en su momento que todos nacemos contaminados por el pecado original cometido por Adán y Eva. Y que fue ese pecado original, de cuya mancha solo se libraron Jesús de Nazaret y su madre (ni siquiera su padre adoptivo), lo que dio entrada a la muerte y rompió la armonía entre la Naturaleza y los humanos. Así que el problema del obispo no es que carezca de sensibilidad o de caridad, sino que se cree a pies juntillas lo que dice el Catecismo Católico. El propio obispo cita, en su defensa, los puntos oportunos. Puedo señalar el punto 379: “Toda esta armonía de la justicia original, prevista para el hombre por designio de Dios, se perderá por el pecado de nuestros primeros padres.” Y el 389: “no se puede lesionar la revelación del pecado original sin atentar contra el Misterio de Cristo.” Y el 400: “La armonía con la creación se rompe; la creación visible se hace extraña y hostil para el hombre.” En resumen, en el meollo de la teología católica se encuentra la idea de que el papel redentor de Cristo fue necesario para restaurar la armonía perdida por el pecado original. Y nadie debería reprocharle a un obispo que se crea lo que su Catecismo dice.

En el fondo, la terrible pregunta planteada en este debate es la siguiente: ¿Sufrirían enfermedades los humanos de no haber habido pecado original? Al parecer, el obispo Pla piensa que nadie padecería ninguna discapacidad congénita de no haber habido pecado original. Pero muchos europeos rechazan esa idea. Así que en este debate subyace un profundo dilema: ¿las consecuencias del pecado original fueron solo morales o también naturales? Es fácil comprender la idea de que todos nacemos con una cierta conscupiscencia a causa del pecado original. Esa sería una consecuencia de orden moral, que, siendo o no cierta, al menos resulta inteligible. Más difícil resulta entender que Adán y Eva fuesen inmortales antes de pecar y que las enfermedades y el envejecimiento estén ligados al pecado original. Esas serían sus consecuencias naturales, ya insinuadas en el Antiguo Testamento.

 

Me quedo con la parte del mensaje cristiano que no nos habla del origen de la enfermedad, sino que nos promete su curación"

 

Curiosamente, la tradición cristiana abona la idea del obispo Pla. Siguiendo en buena medida a Agustín de Hipona, los teólogos no limitaron el alcance del pecado original al campo de lo moral, sino que lo extendieron al de lo natural. Puesto que ahora, a la luz de la teoría de la evolución, resulta inverosímil relacionar la muerte corporal con el pecado, muchos cristianos optan por emplear un lenguaje poético que disimula el entuerto. Por supuesto, eso no obsta para que todo buen cristiano deba ayudar a sus semejantes, en especial a los más débiles. Pero eso nunca lo negó Pla. Después de todo, en la primacía de la caridad están de acuerdo los cristianos, Pla y posiblemente incluso muchos ateos. No es ese el debate, pues nunca se ha tratado de excluir a nadie, sino de explicarlo todo. Y, en eso, ha demostrado bastante valentía el obispo, que se ha atrevido a decir que el pecado original trastocó nuestra alma y nuestro cuerpo. Posiblemente algunos cristianos piensen que solo trastocó nuestra alma, pero no rehúyen decirlo. Por supuesto, los que no creen en el alma tampoco tienen ningún motivo para creer en el pecado original. Y a esos las palabras de Pla les resultarán muy ofensivas. Sin arredrarse, el obispo dice que también reza por ellos.  

Por mi parte, prefiero desviar mi atención del Génesis para dirigirla al Nuevo Testamento. Hay un pasaje del Evangelio de Juan (9, 3) en el que sus discípulos le preguntan a Jesús si la ceguera de un hombre se debía a su pecado o al de sus padres. Y Jesús les respondió que no se debía a ninguna de las dos cosas, sino que había nacido así “para que se manifiesten en él las obras de Dios” Y, a continuación, lo curó. Así que me quedo con la parte del mensaje cristiano que no nos habla del origen de la enfermedad, sino que nos promete su curación. Después de todo, la palabra evangelio significaba “buena nueva”.

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