—¿Qué tal tu padre?
—Fenomenal.
—Hace dos años que arreglasteis las cosas. ¿Cómo es vuestra relación?
—Perfecta. Como la de cualquier padre y su hijo…
Así contestaba, al locutor, el carismático torero Manuel Díaz, famoso en el mundo taurino y en los medios por su legendaria demanda de paternidad contra “El Cordobés”.
La escena recordaba el evento celebrado, por la Tribuna para la Defensa de la Tauromaquia, en el Rectorado de la Universidad de Córdoba, homenajeando a Manuel Benítez “El Cordobés” por el veinte aniversario como “Califa del toreo”. Minutos después del acto publicado en Instagram, al que asistía su hijo Manuel Díaz, según la prensa que cubría la noticia: “Padre e hijo protagonizaron un momento inolvidable”.
Como en una fiesta taurina, al final ambos toreros se lanzaban a la arena, metafóricamente hablando, enroscándose en un efusivo abrazo con exagerados ademanes: dentaduras al aire, rodilla en tierra y aplausos del tendido formado por el presidente de la Junta de Andalucía y demás políticos, periodistas y personalidades asistentes.
La historia de Manuel Benítez y su hijo Manuel Díaz ha protagonizado cientos de portadas de papel cuché, dejando una hemeroteca, no precisamente de color rosa:
La vida de Manuel Díaz, apellidado como su madre, transcurrió en un contexto de precariedad y abandono, por el icono de la tauromaquia española"
Manuel Díaz nació de la relación del Cordobés con una joven que, según el propio relato de aquel, servía en casa de gente adinerada frecuentada por el matador. El resultado fue un embarazo del que éste se desentendió, por lo que tuvo que salir adelante aquella mujer sola y estigmatizada por el pudor social de los años 60-70.
Desde su nacimiento, la vida de Manuel Díaz, apellidado como su madre, transcurrió en un contexto de precariedad y abandono, por el “icono de la tauromaquia española”. Él mismo contó, en el programa Lazos de sangre, el trauma que le supuso la Primera Comunión: todos sus compañeros tenían un trajecito de “marinero” o “capitán”, pero en su casa no había para eso. Consciente de ello, se adelantó y tomó el sacramento solo con el sacerdote. ¡Cuánto conocimiento!, ¡cuánto amor propio en un niño! y ¡cuán mayor indignación produce este relato a los oídos adultos!
Al saber, con 11 años, que era hijo del ídolo taurino comenzó un sueño que arrastró hasta la madurez: poder decir "papá", una palabra ausente en su vocabulario. Hizo toda clase de locuras, para llamar la atención del prestigioso torero, hasta lanzarse de espontáneo al ruedo, pero éste seguía dándole la espalda, de luces, pero espalda.
Aquel ganaba un apellido, que no un padre, porque El Patriarca taurino siguió negándole"
Siguiendo los pasos del padre, tomó la alternativa utilizando el seudónimo de “El Cordobés”, pero éste entabló acciones legales, obstaculizando su carrera. ¡Debe de ser que no le importaban las “cornadas que el hambre pudiera darle” a su hijo biológico!
Después de 47 años de súplica, Manuel Díaz interpuso una demanda de paternidad contra el diestro Manuel Benítez: “Me ha costado mucho llegar a esto, es el peor momento de mi vida”, confesó textualmente.
Unas pruebas de ADN “extraído de una servilleta tirada a la basura” revelaron la verdad biológica. Es lo que se llama sacar a un padre del vertedero. En 2017 la Audiencia Provincial de Córdoba dictaba sentencia reconociendo a Manuel Díaz como hijo de Manuel Benítez. Así, aquel ganaba un apellido, que no un padre, porque “El Patriarca taurino” siguió negándole.
Y siete años tras la sentencia, 55 desde el nacimiento de su hijo, en un acto de la UCO, a los 85 años de edad, tras varias operaciones de corazón “sustos de salud”, Manuel Benítez se asomaba a la ventana pública mostrando la intención de “reconciliarse con su hijo”, de “perdonarse mutuamente”, de “recuperar el tiempo perdido”, de “seguir remando juntos”... Los medios ensalzaban la noticia: “Padre e hijo van a darse una oportunidad”.
¿Es esto de recibo?, ¿acaso se puede desandar el camino, ir en busca del tiempo perdido?, ¿se le olvidó, al diestro, que los 85 no son edad para meterse en la faena de la paternidad? El ídolo taurino regaló a su hijo todos los boletos para ser un delincuente, vivir en una cárcel o morir joven a manos de la droga.
Lo sucedido en el evento de Córdoba entre un abrazo, tres risas, y un par de volteretas —¡nunca mejor dicho!— convertía en anécdota payasesca una biografía que nunca debió escribirse. A esta altura de la corrida no es de recibo el pretendido indulto público en la escenificación de la UCO.

- Manuel Diaz El Cordobés. -
- Foto: EP/JOSÉ OLIVA
Esta crónica semeja un guion de telenovela, donde pareciera que, a los protagonistas, a pesar de ellos, el destino les hubiera separado y ahora volviera a juntarlos. Una serie televisiva, cuya primera entrega podría titularse Solo ante el peligro y la última, con el happy end en el Rectorado, Con ellos llegó el escándalo. Porque no deja de ser inmoral, por la gravedad del relato, rematar en una “goyesca taurina” la historia de un hijo mendigando la paternidad, que por derecho nunca debería haberle faltado.
Padre e hijo escenificaron una exhibición bochornosa, en el tenderete público, celebrada por todos como evento glorioso.
Este episodio no pasaría de ser un cotilleo del “colorín”, por los personajes y su exposición, si no fuera porque la sociedad cuenta, tanto en su fachada como en su trastienda, con peripecias similares que llenan los tribunales. Y porque los medios, en letra impresa o en plataformas audiovisuales, son creadores de opinión y la demostración pública de reconocimiento por Manuel Benítez a Manuel Díaz como hijo, con el aplauso y el festejo de aquellos, lanza un mensaje viciado y equivoco, desvirtuando el concepto de paternidad en unos, y dañando la sensibilidad en los que la ejercen.
Se trató de la puesta en escena del final de una historia inconfesable, que la sociedad no debería celebrar sino condenar, por decoro, por decencia y por ética.
Ser padre es un oficio vitalicio que no contempla jubilación"
Se es padre por distintos medios y fundamentos, pero el más común de estos últimos es el más contradictorio: egoísmo y generosidad a un tiempo. Los hijos vienen a la vida por instinto de supervivencia, y una vez en ella, se daría la propia vida por la de estos…
El diccionario describe la figura paternal con vocablos como: progenitor, procreador, autor…Términos todos que aluden a la ascendencia, careciendo, sin embargo, de rasgos semánticos sustantivos al concepto “padre”, como los emocionales: protector, escolta, guardaespaldas, valedor, héroe, maestro, guía, ideal…, porque, a veces, la biología en el hecho de ser padre es solo un accidente y, lamentablemente, algunos accidentes son trágicos.
PADRE se escribe con mayúsculas y en negrita. Es un oficio vitalicio que no contempla jubilación.
No hay mayor acto de valentía que el de lidiar, en el ruedo de la vida, con la que es la más grande de las responsabilidades: ser Padre.