Carmen se marchó el pasado jueves. Me lo comunicó Milagros Viqueira, su compañera desde hace más de treinta años en la Plataforma Virgen de la Caridad, con una frase que me rasgó el alma:
“Se van yendo, de una en una, sin ver cumplir su sueño”
Y es que, en 2015, se nos fue, sin avisar Flori Limeres.
Desde su incansable pluma en las revistas “Cartagena 7 días” y “Cartagena Actualidad” denunció el estado crítico de nuestro municipio en numerosos artículos. Entre ellos, varios sobre nuestra abandonada Catedral de Cartagena. Durante meses, se reunió con Milagros en su casa para transcribir, corregir y comentar las notas que, fruto de cientos de horas de investigación, acumulaba la historiadora en unas cuartillas escritas a mano.
El resultado del esfuerzo vio la luz en un libro “Santa María la Mayor. Catedral de Cartagena” Lo publicó la Plataforma Virgen de la Caridad y editó la imprenta Gráficas Gómez, S.L., en 2003. Una imprenta que, dicho sea de paso, se ofreció a cobrar posteriormente con el dinero obtenido de la venta del mismo.
¡Esa es la Cartagena solidaria y comprometida que necesitamos que regrese!.
En 2022 se marchó Pepita Muñoz.
Con su inquebrantable tozudez, fue la única “responsable” de que nuestra Patrona, la Virgen de la Caridad, no fuese en el año 2000 a la exposición “Huellas”. La prensa de la época tituló que la presión popular evitó el traslado. La realidad es que Pepita despertó conciencias desde el programa “La Palmera Chismosa”. Su voz resonó con fuerza en las ondas radiofónicas:
“Nuestra Patrona no viajará a Murcia. ¿Cómo va a trasladarse nuestra Virgen de la Caridad al municipio vecino siendo Cartagena la capital de la Diócesis? ¡Ni hablar! ¡Somos muchos los que lo impediremos!”
¡Y no viajó!
Si la leyenda nos trae la imagen de Caridad la Negra armada con unas tijeras para defender la talla de la Patrona durante la guerra civil española, las palabras de Pepita Muñoz calaron en decenas de cartageneros dispuestos a impedir, por dignidad el viaje de nuestra Virgen de la Caridad a la capital del Segura .
Ayer, al mirar el escudo de la Catedral de Cartagena, vi sus rostros en las tres azucenas que se abren hacia el cielo desde el interior del jarrón. Dos más esperan cerradas su momento. Bien podrían representar el futuro, la nueva savia cartaginense que pondría fin a tanto despropósito.
Este 2025 se nos acaba de marchar Carmen Bernal.
En la Plataforma la llamaban cariñosamente “la reina de las firmas”. Más de treinta años luchando y difundiendo cualquier documento que requiriera el mínimo compromiso de un cartagenero: una simple firma.
Firmas para salvar el Molinete, evitar el traslado de la Facultad de Agrónomos al municipio de Murcia, Salvar el Mar Menor, la ZAL, el tren, el Rosell…. Carmen siempre anduvo en primera fila con su marido Diego, incluso participó en manifestaciones con sus hijos pequeños.
Una larga enfermedad y su avanzada edad la dejaron postrada en una silla de ruedas. Aun así, en octubre de 2021 acudió a la Iglesia de Santa María para entregar al Nuncio del Papa Francisco documentación sobre nuestra Catedral. Fue acompañada por quienes habían sido sus compañeros de lucha durante más de treinta años. Su petición era clara: que el Papa supiera la innoble situación que perpetúan, sin pudor alguno, el Obispo actual y los anteriores denigrando la Catedral de la Diócesis Cartaginense.
Décadas de lucha. Años de sacrificio. Un compromiso firme.
Ayer, al mirar el escudo de la Catedral de Cartagena, vi sus rostros en las tres azucenas que se abren hacia el cielo desde el interior del jarrón. Dos más esperan cerradas su momento. Bien podrían representar el futuro, la nueva savia cartaginense que pondría fin a tanto despropósito.
Desde estas líneas, pido algo de cordura.
¿Quieren el Obispo de Cartagena y el gobierno municipal que la Catedral de la Diócesis sea restaurada como lo han sido otras muchas con el Plan de Catedrales del Ministerio de Cultura?
¿Cuánto dinero ha invertido el Obispado en el mantenimiento de lo que inmatriculó como un solar?
¿Vamos a rehabilitar, con dinero público, un inmueble privado para que quién la ha despreciado se lucre a su costa y oculte, definitivamente, su verdadera historia?
¿No sería más lógico expropiar el solar al Obispo si esas ruinas no van a ser rehabilitadas para el culto?
Acabo con una frase extractada del libro de Milagros Viqueira:
“Y si lo que relata este libro se enfrenta con La Verdad Oficial, será porque éste es el relato de los vencidos hartos ya de que los vencedores nos impongan su verdad sobre esta Región”.
Tres de las cinco azucenas se han ido sin haber podido ver restaurada la Catedral de Cartagena.
De nosotros depende:
O nos sumimos en la vergüenza de la aceptación
O nos revelamos ante tanta injusticia histórica.
¡Cartagena, despierta de una vez!
María Dolores Ruiz
Secretaria de la Asociación Cartaginense