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Como ayer

El monumento a Franco que no fue en Murcia

"El Pleno del Ayuntamiento de Murcia del 25 de noviembre de 1975, sólo cinco días después del óbito, recogió una moción encaminada a la construcción de un monumento en honor y memoria del fallecido jefe del Estado"

Publicado: 27/11/2025 ·00:00
Actualizado: 27/11/2025 · 00:00
  • Conjunto monumental del Valle de Cuelgamuros.
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La semana del 17 al 23 de noviembre de 1975 fue la más intensa del año, marcada por la muerte de Franco, su entierro y la toma de posesión del rey Juan Carlos. Y la siguiente, la coincidente con los días de la que vivimos hoy, fue la de los ecos, las reflexiones y las conjeturas sobre el futuro de España.

A tal punto, que en un reportaje de Hoja del Lunes se hacían eco hasta de las profecías de Nostradamus, relacionadas unos años antes por el escritor Juan Balansó, en un reportaje publicado por entonces en el ABC, con la restauración monárquica en España.

También hubo evocaciones de los vínculos del nuevo monarca con la Región (aún provincia), como la de su visita a Puerto Lumbreras con ocasión de la catastrófica riada de 1973, o su estancia en la Academia General del Aire durante el curso 1958-59; a la vez que Carlos Valcárcel recordó que Juan Carlos I era presidente de honor del Cabildo Superior de Cofradías de Murcia.

Sin embargo, al tiempo que eran inevitables las miradas al futuro, que iban del temor a la esperanza, lo eran también las que se dirigían a un pasado marcado, durante cerca de 40 años, por la figura de Franco. Y en ese marco brotaron los actos de todo orden, civiles y religiosos, que numerosas entidades de cualquier tipo pusieron en marcha en los días siguientes.

 

En Murcia se convocó un concurso nacional para el diseño y construcción de un monumento en memoria de Franco"

 

Uno de ellos asomó al Pleno del Ayuntamiento de Murcia celebrado el martes 25 de noviembre de aquel año 1975, sólo cinco días después del óbito, y lo hizo en forma de moción encaminada a la construcción de un monumento en honor y memoria del fallecido jefe del Estado.

Recordaba el texto que una gran plaza de la ciudad llevaba su nombre, la llamada hoy, oficialmente, Circular, pero denominada siempre por el común de los mortales ‘Redonda’, a pesar de lo cual resultaba de justicia “que su gran obra y el respeto y el agradecimiento del pueblo de Murcia se plasme de forma imperecedera en nuestro entorno ciudadano”.

A tales efectos, se convocaría un concurso nacional para el diseño y construcción de un monumento en memoria de Francisco Franco, “comprendiendo tanto el diseño de la escultura o motivo monumental que los concursantes propusieran como la construcción del mismo y preparación y ambientación del entorno donde deba ir enclavado”.

Se indicaban tres posibles emplazamientos y se concedía a los participantes en el concurso la posibilidad de elegir el que entendieran más adecuado para su proyecto. Eran las opciones la Glorieta de España, la plaza del Generalísimo (la ‘Redonda’) y el nuevo parque público del Malecón.

El presupuesto máximo señalado era de seis millones de pesetas, aunque quedaba abierta la puerta a la posibilidad de presentar propuestas de mayor cuantía, que el Ayuntamiento podría considerar de interés. Y el plazo para las ofertas señalado fue de tres meses desde la publicación de la convocatoria en el Boletín Oficial del Estado, al tiempo que, el de construcción, sería de un año a contar desde la adjudicación.

 

Lo que no entraba en los cálculos de los promotores de aquel monumento era que la transición política hacia la democracia avanzara tanto en tan poco tiempo"

 

Atendiendo a numerosas solicitudes de particulares, el Ayuntamiento ofrecía la oportunidad de realizar aportaciones en una cuenta especial que se abriría con este fin, limitadas para personas físicas  a la cifra máxima de 1.000 pesetas. Si las aportaciones sobrepasasen la cifra de adjudicación del concurso, el Ayuntamiento destinaría la cantidad sobrante para una obra asistencial que cumpliese los mismos fines conmemorativos que el monumento.

En los siguientes días se supo que la Diputación y la Caja de Ahorros Provincial, luego Cajamurcia, aportarían 200.000 pesetas cada entidad. Y mediado el mes de diciembre se alcanzaba la cifra de 773.610 pesetas, que eran 830.000 a final del año.

Lo que no entraba en los cálculos de los promotores de aquel monumento era que la transición política hacia la democracia avanzara tanto en tan poco tiempo. En julio de 1976 se produjo el cambio de presidente del Gobierno, con lo que Carlos Arias dejó paso a Adolfo Suárez, impulsor de la Ley de Reforma Política, que fue aprobada por las Cortes dos días antes del primer aniversario del fallecimiento de Franco y refrendada de forma rotunda mediante referéndum antes de que acabara el año.

En la Semana Santa de 1977 quedaba legalizado el Partido Comunista, y en junio se celebraban las primeras elecciones, que darían paso, a finales de 1978, a la Constitución. La profunda transformación ocurrió, parece mentira visto hoy, desde la perspectiva de medio siglo, en poco más de tres años.

Y el monumento tenía, a cada paso que se daba, peor encaje en el nuevo orden. De hecho, para cuando la prensa vino a preguntar por el homenaje pendiente, en septiembre de 1976, ya estaba Suárez a los mandos y las Cortes franquistas a un par de meses de sellar su fin.

 

Los acontecimientos reformadores se precipitaron, y la tendencia, en poco tiempo, fue la de eliminar monumentos de Franco en lugar de erigirlos"

 

La conclusión que ofrecía Línea sobre el asunto, antes de acudir a preguntar al Ayuntamiento, era: “El dinero está en buenas manos, pero del monumento no se ha sabido-más”. Y el primer edil fue tajante al respecto: “Se hará el monumento”. Dijo también que como la suscripción no alcanzaba las cotas presupuestarias previstas, se había dejado correr el tiempo para que creciera la cantidad recaudada, pero que en todo caso se sacaría el proyecto a concurso de ámbito nacional antes de final de año.

Los acontecimientos reformadores se precipitaron, y la tendencia, en poco tiempo, fue la de eliminar monumentos de Franco en lugar de erigirlos. Con todo, todavía publicó en marzo el diario Línea un reportaje sobre la maqueta que había construido el escultor García Mengual para dar cumplimiento a aquél acuerdo municipal.   

Sobre una presa hidráulica, que serviría de soporte al conjunto, se alzarían la efigie de Franco y varias figuras alegóricas, con una alzada total de 15 metros por 10 de ancho. La presa evocaba la prolífica construcción de pantanos a lo largo del gobierno franquista y los vínculos de Murcia con la gestión hídrica. En la parte posterior se vería como figura principal la identificativa de la Patria, y a ambos lados, las alegorías de la industria, la justicia, la religión, la música, la poesía, la fe… En la parte delantera se verían cuatro, que representaban la cultura, la industria, la maternidad y la agricultura. Sobre todas ellas, la escultura del general, en lo alto de la presa. Por ésta bajarían continuamente unos canales de agua.

No decía Antonio García Mengual cuál sería, a su juicio, el marco idóneo para su monumento. Pero era irrelevante. Para entonces, el asunto estaba prácticamente olvidado.

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