Este fin de semana todos vamos a celebrar la festividad de las Cruces de Mayo pero, paradójicamente, casi nadie sabe lo que se conmemora: el descubrimiento de la Cruz de Cristo - esto es, el ‘Lignum Crucis’ - por Santa Elena, ocurrido el 3 de mayo del año 327. Santa Elena, madre del Emperador Constantino, viajó, a sus ochenta años y con la aprobación de su hijo, a Jerusalén con la intención de encontrar la Santa Cruz en la que Cristo fue crucificado.
Historiadores de la época como San Crisóstomo, San Ambrosio y Santiago de la Vorágine documentaron que, después de que los arqueólogos que acompañaban la santa realizaran muchas excavaciones en el Gólgota encontraron tres cruces, con lo que surgió el dilema sobre cuál de las tres sería la verdadera.
Santa Elena llevó al lugar del hallazgo a una mujer agonizante y la hicieron tocar la primera cruz. Sus malestares se agravaron y la enfermedad empeoró en cuestión de minutos. Cuando tocó la segunda cruz, la mujer no mostró cambio alguno pero, al tocar el tercer madero, recuperó la salud de inmediato.
Santa Elena, junto a Macario I -obispo de Jerusalén- y los fieles presentes, sacaron aquella cruz en procesión por las calles de la Ciudad Santa. En el camino, el cortejo se cruzó con una viuda que llevaba a enterrar a su hijo. A alguno de los que estaba allí se le ocurrió acercar el cadáver del joven a la cruz y, para desconcierto de todos, el joven volvió a la vida.
Santa Elena trajo la Santa Cruz a Roma y sus fragmentos fueron repartidos por diferentes lugares del mundo, entre ellos España. En nuestra Patria hay algo más de veinte Lignum Crucis. El más conocido es el que se encuentra en el Monasterio de Santo Toribio de Liébana, en Cantabria, pues mide 63 cm el palo vertical y 39 cm el horizontal, lo cual lo convierte en el más grande del mundo.
Sobre el resto de Lignum Crucis, en Sevilla se encuentran tres: el que custodia la Hermandad de la Vera-Cruz y que expone durante su estación de penitencia del Jueves Santo; el que se encuentra en la Catedral que se muestra al público durante la festividad de la Exaltación de la Cruz, el 14 de septiembre; y el de la Hermandad de los Dolores de El Viso del Alcor, que procesiona durante su estación de penitencia en Semana Santa.
En Granada existen cuatro. El más antiguo se lo entregó Boabdil a Isabel la Católica el 1 de enero de 1492. Lo tenía guardado como herencia de sus antepasados desde el siglo VII y se encuentra en la Capilla Real de Granada. El segundo se custodia en el Monumento al Triunfo de la Virgen. La tercera astilla está situada en la Columna del Triunfo de la Inmaculada, en el Sacromente, enviada desde Roma por el Cardenal Belluga. La cuarta la custodia la Cofradía de Santa María de la Alhambra.
Con respecto a la Región de Murcia -el territorio que comprende a la Diócesis de Cartagena- existen ocho trozos, lo que la convierte en la que atesora más Ligmun Crucis de toda España.
El más conocido es el existente en la Real Basílica-Santuario de la Veracruz, en Caravaca de la Cruz. La astilla la envió el Papa Pío XII en el año 1942 para sustituir a la sustraída en la noche del 13 al 14 de febrero de 1934, en plena II República Española, que había permanecido allí más de seiscientos años.
El más conocido es el existente en la Real Basílica-Santuario de la Veracruz, en Caravaca de la Cruz. La astilla la envió el Papa Pío XII en el año 1942 para sustituir a la sustraída en la noche del 13 al 14 de febrero de 1934, en plena II República Española, que había permanecido allí más de seiscientos años.
También existe otro el Ulea, traído por los Caballeros de la Orden de Santiago de unos de sus viajes a Tierra Santa. Lo donaron a la localidad para recompensar al pueblo su apoyo a la Orden.
Igualmente, en Abanilla existe otro en la parroquia de San José. Este Ligmun Crucis lo encontraron en el siglo XIV unos regantes junto a la acequia mayor a la que iban a tomar una tanda de agua. Allí hallaron una caja de cuero en cuyo interior había pegadas con pez griega, dos astillas de madera con forma de cruz.
Sin embargo, en Cartagena se conservan cinco fragmentos, lo que la convierte en la ciudad de España que posee más Ligmun Crucis. Uno se encuentra en la capilla de la Cofradía del Stsmo. y Real Cristo de la Divina Misericordia, en la plaza del ‘El Lago’. Fue traído por gestión del cardenal Eduardo Martínez Somalo, Camarlengo de la Iglesia católica entre 1993 y 2007.
El segundo se halla expuesto todo el año a los pies de la imagen del Cristo de Medinaceli situado en su capilla de la iglesia de Santa María de Gracia. Lo donó Patrocinio Poveda Belmar – esposa del doctor experto en ingeniería naval Luis López Palancar – que lo atesoraba como herencia de su bisabuelo, quien se desplazó a Francia para conseguirlo. El tercero se conserva en la capilla de los Mártires de la misma iglesia.
El cuarto se encuentra dentro del corazón-relicario de la imagen de la Virgen de la Soledad de la Cofradía Marraja que procesiona en la noche del Viernes Santo. Lo donó Enrique Jesús Andrés Piñero en la década del 2000, quien lo recibió de su tío Enrique Andrés Garuceaga que, a su vez, lo consiguió por medio de una monja del Vaticano perteneciente al grupo dedicado a elaborar los relicarios de la Iglesia Católica. El quinto lo posee el devoto León García, traído también por gestión del cardenal Somalo.
De los cinco Ligmun Crucis existentes en Cartagena, cuatro gozan de los correspondientes certificados expedidos por la Santa Sede con sello y lacre que acreditan su autenticidad. El único del que no se conserva es el situado en la capilla de los Mártires de la iglesia de Santa María de Gracia, dado que se perdió en la Guerra Civil. Sin embargo, cientos de personas contemporáneas atestiguaron que tenía su correspondiente certificado.
De los cinco Ligmun Crucis existentes en Cartagena, cuatro gozan de los correspondientes certificados expedidos por la Santa Sede con sello y lacre que acreditan su autenticidad.
En consecuencia, junto con el de Caravaca de la Cruz, los cinco Lignum Crucis de Cartagena gozan de garantía de autenticidad. De hecho, repartidas por el mundo hay miles de astillas de las cuales se dicen que pertenecen al madero donde crucificaron a Jesucristo, pero de muchas no se puede acreditar su credibilidad.
Como casi todo en esta vida, las Cruces de Mayo tienen un significado religioso, como nuestros nombres, nuestra cultura, nuestra historia, nuestras fiestas y nuestras tradiciones.