El regreso de nuestros ‘ayeres’ tras el paréntesis estival coincide con la bajada de la Virgen de la Fuensanta desde su Santuario del monte y, al tiempo, con la inauguración de la Feria.
Pero no fue así hace 50 años, cuando con un calendario idéntico al actual, con el inicio del mes también en lunes y el regreso de la Patrona a la ciudad el día 4, la inauguración del recinto ferial, instalado en aquella ocasión en el gran solar del paseo (o gran vía) de Alfonso X el Sabio, donde luego se alzaron el edificio de las delegaciones ministeriales y el denominado popularmente ‘jardín de los perros’, se puso en marcha a las ocho de la tarde del día 1de septiembre, con la presencia del alcalde, Clemente García, y varios concejales.
El recinto habilitado en tan céntrico emplazamiento ocupaba 40.000 metros cuadrados, y quedó iluminado por 10.600 bombillas. Indicó la prensa que aquella instalación tenía la provisionalidad obligada por el hecho de que estaba en curso la construcción de un recinto ferial establece, que aún aguarda su momento medio siglo más tarde.
Lo cierto es que en aquél gran espacio, además de las atracciones para grandes y pequeños y los puestos de comida y bebida, sentaron sus reales dos clásicos de las ferias de entonces: un circo, que era en este caso el Ruso sobre Hielo, dirigido por el domador y empresario Ángel Cristo, y el imprescindible Teatro Chino, una especie de cabaret ambulante que recorría España de punta a punta con sus vedettes, sus cantantes y sus números cómicos.
Un circo, que era en este caso el Ruso sobre Hielo, dirigido por el domador y empresario Ángel Cristo, y el imprescindible Teatro Chino, una especie de cabaret ambulante que recorría España de punta a punta con sus vedettes, sus cantantes y sus números cómicos.
El Circo Ruso debutó el martes 2 de septiembre y prolongó sus actuaciones, con sesiones de tarde y noche, durante siete días, advirtiendo en su publicidad que no se desplazaría a ninguna otra localidad de la Región (provincia entonces), por lo que los interesados de otros municipios habrían de desplazarse a la capital. Anunciaba la presencia de más de 200 estrellas de la pista circense y del patinaje, y la intervención excepcional del león caballista. Nada menos.
Por lo que respecta al Teatro Chino, no se trataba, en el caso de la visita de 1975, del que dirigía el auténtico chino Chen Tse-Ping, llegado a España en 1934 y casado en 1944 con la madrileña Manuela Fernández, que se convirtió así en Manolita Chen, una de las estrellas del espectáculo y, con el tiempo, rectora de la empresa.
La versión del teatro chino que llegó fue el que tuvo por empresario a Antonio Encinas, que se hizo asiduo a la Feria de Murcia desde el mes de septiembre de 1973. Pero antes de lo fue el genuino de Manolita Chen, cuya última aparición databa de 1969, pero que acudía a su cita con los murcianos desde diez años antes, en 1959, si bien en un principio nos visitó en el mes de noviembre, prolongando su estancia hasta primeros de diciembre.
Cuando se estrenó en los días feriales y, por tanto, encontró acomodo en el recinto de las atracciones, fue en 1967, con cuatro funciones entre la tarde y la noche, anunciado como compañía de circo y variedades, y bajo la denominación de ‘Galas Orientales’. Pero con la advertencia de que era un espectáculo para mayores de 18 años.
Uno de los platos fuertes de la feria ha sido siempre el cartel taurino, que en nuestros días se ve recortado respecto a lo que sucedía hace medio siglo. En 1975 se programaron siete espectáculos entre los días 5 y 14, enmarcados por tanto en las fechas que le son propias, y sin extenderse, como ahora, hasta el fin de semana siguiente a la Romería de la Patrona, que será el 16, como lo fue por entonces.
Pasaron por el viejo coso de La Condomina grandes figuras del toreo como Palomo Linares, Paquirri, El Niño de la Capea, Paco Camino, Sebastián Cortés, Dámaso González, José Mari Manzanares, Ángel Teruel, Paco Alcalde y el murciano Alfonso Romero; a lo que se sumó una novillada mixta con los rejoneadores Álvaro Domecq y Manuel Vidrié y los novilleros Pepito Soler, también de la tierra, y un prometedor Luis Francisco Esplá, que enseguida se convirtió en uno de los grandes del escalafón.
Como cierre, el domingo anterior a la Romería, tuvo lugar el tradicional número del Bombero Torero y sus enanos (literal), algo normal en un tiempo en que a las personas afectadas por enanismo no se les impedía ganarse la vida con este tipo de actividades.
Uno de los platos fuertes de la feria ha sido siempre el cartel taurino, que en nuestros días se ve recortado respecto a lo que sucedía hace medio siglo
Concurría también a los días de la Feria murciana la programación de los Festivales de España en el Auditorio del que luego fue llamado Parque de Fofó, el popular payaso fallecido un año después.
En el año 1975, comenzaron las actuaciones los días 5 y 6 de septiembre con la Compañía de Teatro Popular, con Silvia Tortosa y Rafael Arcos, que puso en escena ‘Aurelia y sus hombres’, de Alfonso Paso, y ‘Celos del aire’, de López Rubio. El domingo 7 fue el turno del Ballet Nacional Folklórico de Checoslovaquia; y el lunes, la Compañía Lírica Isaac Albéniz representó ‘La viuda alegre’, de Lehar.
La Compañía Miguel de Cervantes, con Lina Canalejas y José María Rodero, actuó dos noches, con las obras ‘Un enemigo del pueblo’, de Ibsen, y ‘Magdalena’, del sacerdote y escritor José Luis Martín Descalzo.
Como cierre, el jueves 11 y el viernes 12 de septiembre se representó el célebre musical Godspell, de Telebak, estrenado en Broadway en 1971 y que había llegado a España en 1974. Todo un acontecimiento para Murcia.