MURCIA. ¡Es el suelo, estúpido! Parafraseando a Bill Clinton ("the economy, stupid"), es precisamente en los plazos interminables de gestión del suelo y la paralización de desarrollos urbanos por mor del reciente dogmatismo ambiental donde se encuentra el problema de acceso a la vivienda y del urbanismo productivo, entendido éste, como aquel que atiende a una demanda real capaz de generar riqueza y empleo, bien sea para nuevos crecimientos de suelos destinados a actividades económicas (logístico, industrial, terciario), o bien sea para el turismo residencial extranjero. Tanto monta, monta tanto; pues el turismo residencial es una industria que importa directamente divisas extranjeras a nuestro territorio y supone una redistribución de renta muy importante desde Europa hacia la Comunidad Autónoma de Murcia, lo que contribuiría a elevar el nivel de vida de la zona, fijar población de renta alta, desestacionalizar, y captar y retener inversiones que mejoren la calidad de vida y el bienestar de los ciudadanos. Estos argumentos convierten por derecho propio al turismo residencial en un sector estratégico; recordemos que, en la provincia de Alicante, la industria del turismo residencial es la responsable de más del 30% de su PIB.
¿Y cómo afecta la escasez de suelo finalista al precio de la vivienda y al urbanismo productivo? La aprobación de un Plan depende de la gestión de sus trámites urbanísticos. Si no hay Plan no hay desarrollos urbanísticos; si no hay desarrollos, no hay suelo, ni viviendas. Pero un Plan no solo sirve para ampliar y crear ciudad, sino también para mejorar la ciudad construida. Por tanto, sin Plan, no hay futuro, ni para las ciudades del pasado ni para las ciudades del presente, porque las ciudades son lo que hacen para dejar de ser lo que son.