El relojero Pedro Lorca Moya se encargará de dar cuerda al reloj del Palacio Consistorial de Cartagena hasta 2029. Así lo ha decidido la mesa de contratación, tras adjudicarle el contrato por tres años -con opción a una prórroga de dos más-, por valor de 41.700 euros-.
Lorca Moya tiene un negocio de reparación de relojes en la calle Pintor Balaca, llamado el Taller del Tiempo y es de los pocos profesionales del gremio que quedan en activo en la ciudad, algo que va en sintonía con los procesos de automatización que se están imponiendo para estos relojes.
Los trabajos consistirán en subir pesas cada dos días; comprobar hora y, en su caso, corregirla, tres veces por semana; engrasar la maquinaria cada quince días y realizar cuantas reparaciones sean precisas para permitir el funcionamiento continuado del reloj. Lorca Moya será responsable de la adquisición de material necesario y conservación del mismo, para su perfecto funcionamiento durante el periodo de vigencia del contrato.
Tal y como explicaba el propio relojero años atrás en la web municipal, el es capaz de detectar variaciones de incluso un segundo en el reloj del Palacio Consistorial. Para ello se apoya en su teléfono móvil, donde un gran reloj con segundero ocupa toda la pantalla del terminal. Mientras la campana de la torre del Palacio Consistorial marca la hora en punto, este profesional explica que es normal que el reloj se adelante o atrase cuando se producen cambios bruscos de temperatura. Algo que, sostiene, es muy habitual en determinadas épocas del año, como la primavera. “Cuando pasamos de temperaturas bajas a un calor extremo puede adelantarse incluso 1 minuto”, detallaba entonces.
El corazón de este reloj se encuentra bajo una cúpula de madera recubierta por planchas de zinc. Se accede a través de una azotea por la que se sube midiendo cada paso por los escuetos peldaños de una empinada escalera, que, conforme avanza, se va estrechando. Una vez dentro, se asemeja a un molino de viento. Si bien, al contrario que en estos iconos del Campo de Cartagena, la estructura que recubre la cúpula hace que el calor primaveral pueda llegar incluso a resultar sofocante en su interior. Para llegar a coronar la cúpula, donde se encuentra la campana del Palacio Consistorial, hay que acceder por una segunda escalera, de caracol y metálica.
El reloj consistorial funciona gracias a un sistema formado por tres contrapesos. El más pequeño de todos, de 70 kilos, es el que marca el ritmo para que el reloj ande. El segundo de ellos, de 250 kilos, es esclavo del primero, y fija los cuartos. Mientras que el tercero, de 200 kilos, hace que el reloj marque las horas en punto.
Fue puesto en la torre del Palacio Consistorial el 29 de octubre de 1907, seis meses después de que el Rey Alfonso XIII inaugurase el inmueble diseñado por el arquitecto Tomás Rico Valarino. Algo que hizo que momentáneamente el hueco de la esfera estuviera ocupado por unas banderas y un emblema de la ciudad, la imagen de un castillo fortificado batido por las olas del mar. Como curiosidad, cabe resaltar que en el proyecto inicial estaba previsto instalar el reloj en la fachada principal.
La maquinaria de fabricación francesa mantiene su funcionamiento original, desde que fuera instalada hace 113 años. La torre se erige frente a la bocana del puerto junto a la plaza de Héroes de Cavite y Santiago de Cuba, en el edificio señorial del Ayuntamiento.