LORCA. El cuadro de una niña descalza con una naranja y sentada sobre una caja de madera, titulado Dolerete, presidirá el salón dedicado al pintor Manuel Harmsen en la Casa de Guevara de Lorca, que abrirá como museo a mediados de febrero. Perteneciente a la colección de su última moradora, será uno de los muchísimo tesoros que albergue, y puedan contemplar los visitantes en este palacio, uno de los mejores exponentes del barroco civil en España.
Dolorete no es un cuadro cualquiera. Ya en 1894 se hacía eco de la obra 'El Liberal' de Madrid con motivo de la Exposición Nacional de Bellas Artes en Alicante, señalando que se trataba de "la pintura más castiza que he visto de pintores levantinos". Sobre el pintor, señalaba que Harmsen -nacido en Alicante en 1872- murió a los 22 años, pocos días después de que abriese la exposición, a la que también concurrieron pintores de la talla de Sorolla, Pinazo o Cecilio Plá. La pintura, con cierto aire costumbrista, fue premiada con medalla de 2ª clase en ese certamen.
En la misma sala de la Casa de Guevara y muy cerca del cuadro, estará el busto de Manuel Harmsen, una de las mejores obras de Vicente Bañuls Aracil (1865-1934), artista alicantino iniciado en el campo de la pintura, pero que destacó principalmente como escultor, según informó el edil de Cultura, Santiago Parra Soriano. Otros retratos que se integran en la 'Sala Harmsen' son los de Alejandro Harmsen García, padre de Manuel, escritor que sobresalió como poeta, consumado pianista, miembro de la Academia de Historia y político. Por su matrimonio con Juana Bassecourt Soler, ostentó el título de Barón de Mayals. De él, se puede contemplar un retrato de medio cuerpo de la última etapa de su vida y otro anterior, de su juventud. También se muestran sendos retratos, pareja, de Alejandro Harmsen Seyvert y su esposa Clotilde García Gutiérrez, padres de Alejandro Harmsen García. "Estas pinturas, junto a otras, proceden de la rama alicantina de los Bassecourt, ya que al morir sin sucesión Alejandro Harmsen García y Juana Bassecourt Soler, gran parte de sus bienes pasaron a su sobrino Alfonso Sandoval Bassecourt", ha recordado el edil de Cultura.
"Por el enlace en 1887 de Alfonso Sandoval Bassecourt y Encarnación Moreno Musso (1869-1962), padres de Concepción Sandoval Moreno, última moradora de la Casa de Guevara, podemos disfrutar ahora en la vivienda familiar de este más que interesante legado”, ha explicado Santiago Parra, quien ha añadido: "Será a mediados de la década de los 20 del pasado siglo cuando, tras desgraciadas circunstancias familiares –muerte de su marido en 1915, de su hija Tona en 1916 y de su hijo Alfonso en 1917- María Encarnación Moreno Musso se traslada junto a sus otros hijos (Concha, Luisa y José Joaquín) a Lorca, donde aún vivía su madre, Concepción Musso Moreno, y el destino de esta familia y de la Casa de Guevara quedarían finalmente unidos".
La visita al Palacio tendrá una duración de entre 35 y 40 minutos. Y se ha previsto que tenga un coste de un euro, según informaron desde el Ayuntamiento recientemente.
Además de propio palacio, que ya merece la pena ser visitado por su arquitectura y su historia, la colección de bienes muebles que encierra la Casa de Guevara alcanza los 790 objetos. De ellos, 250 quedaron vinculados a la declaración de Bien de Interés Cultural del edificio llevada a cabo el 21 de noviembre de 2008. Entre los bienes, además de muebles, tejidos singulares, grabados, cerámicas o esculturas, se encuentra la totalidad de la pinacoteca con la que cuenta la casa. Destacan en ella una veintena de grandes lienzos del pintor lorquino, del barrio de San Cristóbal, Pedro Camacho Felizes de Alisén, que en su mayor parte componen un ciclo para la educación moral femenina, ubicado en la antigua Sala del estarado.
Asimismo, la Casa de Guevara cuenta con una magnífica colección de retratos relacionados con las familias Puxmarín, Bassecourt, Musso, Roca de Togores, Moreno Rocarfull o Harmsen, destacando entre sus autores artistas como Senén Vila, Vicente Rodés, Agustín Esteve, José de la Revilla, Manuel de Ojeda, Federico y Luis de Madrazo o Lorenzo Pericás.
Se suman una Inmaculada, atribuida al taller de José Antolinez, el pequeño lienzo de la Virgen orante, atribuido a Giovanni Battista Salvi (‘Sassoferrato’), seis cobres de tema bíblico firmados unos y atribuidos otros a los Francken, o un paisaje con escena de bandolerismo firmado por Pérez Villaamil. Además de otras firmas significativas del panorama pictórico español, como las de Horacio Lengo, Rafael Monleón, Ramón Stolz o el ya mencionado Manuel Harmsen.
Entre los bienes también se encuentran un centenar de abanicos de los siglos XIX y XX, mobiliario sobresaliente de los siglos XVII-XIX –donde son destacables un grupo de antiguos arcones-, los bargueños y mobiliario que refleja los gustos afrancesados de la alta burguesía del momento. Destaca también el gran espejo barroco y una selección de lámparas de cristal y metal datables entre finales del siglo XVIII y las primeras décadas del XX.
La escultura se encuentra representada en la colección con una Inmaculada en el oratorio particular, posiblemente granadina de comienzos del siglo XVIII, esculturas populares representando a un San José y dos pastorcillos dormidos, o el magnífico busto en bronce de Manuel Harmsen, obra del alicantino Vicente Bañuls de 1895.
Asimismo, una magnífica colección de seis armas de fuego de avancarga se ha incorporado al museo tras haber sido restauradas por los alumnos de los talleres municipales de empleo. "Estas armas, con una cronología que abarca desde mediados del siglo XVIII hasta principios del XIX, forman parte de nuestro patrimonio cultural, ya que se trata de piezas de gran valor histórico y militar", según destacó el alcalde, Fulgencio Gil.