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como ayer / OPINIÓN

Los romanos y cartagineses de la sucursal (Retazos históricos de un colegio Marista)

22/09/2022 - 

CARTAGENA. Cada edición de las fiestas de Romanos y Cartagineses en la vecina Cartagena me hace recordar que allá por el año 1990 fui testigo del primer desfile de un conjunto de personajes envueltos en sábanas que aspiraban a construir de la nada, pero con el bagaje de la rica historia de la ciudad como sólida base, unas fiestas historicistas diferentes. Y a fe que lo hicieron con asombrosa rapidez, multitudinaria participación y desbordante imaginación.

Pero también recuerdo, llegadas estas fechas, que ya combatían esos mismos bandos, en sana competencia intelectual, en mis días de alumno de los Maristas, como una actividad más destinada a incentivar el aprendizaje de las distintas materias mediante un combate de preguntas cruzadas en el que error significaba la eliminación. El capitán del bando vencedor paseaba orgullo la bandera española que había en clase.

"La sucursal fue en su origen un proyecto social, de enseñanza para hijos de clases humildes"

Ese tipo de competiciones culturales escolares eran habituales en aquellos días de finales de los años 60, y una de las que pusieron en marcha los Maristas fue la recreación del programa de televisión (y antes de radio) Cesta y Puntos, que permaneció seis temporadas en antena y por el que pasaron numerosos colegios de toda España, incluido el de La Merced (ediciones de 1966, 67 y 68) y, de la misma orden, el Sagrada Familia, de Cartagena (1969, 70 y 71). De nuevo el intercambio de preguntas entre dos equipos, pero esta vez con un desarrollo basado en las reglas del baloncesto.

Pero no fue en La Merced, cuya historia ya se narró en estos ayeres, donde conocí esos concursos escolares, sino en la sucursal que los Maristas tuvieron desde el año 1933 hasta 1968 como pequeño colegio complementario del principal y antecesor de la Fuensanta, edificado en Vistalegre, que toma el nombre, por cierto, no sólo de la Patrona de la ciudad, sino del primer emplazamiento de la sucursal en la calle dedicada en el centro de Murcia a la Virgen, con entrada por Barrionuevo y salida por Isidoro de la Cierva.

La sucursal fue en su origen, allá por el año 1928, un proyecto social, de enseñanza para hijos de clases humildes, que en principio se pensó instalar en unas casas de la llamada por entonces plaza de Orcasitas, pero que luego apuntó al barrio del Carmen, en cuya calle de Almohajar, que comunica la de Cartagena con la Alameda de Colón, se colocó la primera piedra el 5 de abril de 1931. Pocos días después, con el advenimiento de la II República y la primera quema de conventos, se frustró un bonito plan que proyectaba enseñanza preferentemente gratuita y aplicada a Artes y Oficios, capaz para más de 100 alumnos y rodeado de huerta con vistas a una futura expansión. 

Finalmente, dos años más tarde, se abrió en la calle de la Fuensanta la denominada Academia Saavedra Fajardo, la sucursal, destinada fundamentalmente a los alumnos externos de Primaria, dependiente del Colegio de La Merced y anticipo de la expansión que se proyectaba desde años atrás con el propósito de destinar el colegio principal a internado y Segunda Enseñanza, como acabó ocurriendo con el tiempo.

En 1966 comenzaron las obras del Colegio de la Fuensanta. Había en la sucursal 420 alumnos, de los que 52 eran gratuitos. La profesora de los más pequeños, María Rosa Trenchs, era la primera mujer"

Tras el paréntesis de la Guerra Civil, en 1944, la sucursal pasó al emplazamiento en el que permaneció hasta el año 1968, cuando se inauguró el colegio de Vistalegre. El terreno que se compró, con unos planes muy ambiciosos de crecimiento, fue el Huerto de San Antonio, que ocupaba 6.700 metros cuadrados junto a la antigua calle de la Acequia, llamada ya de Acisclo Díaz, y limitado a Levante por la calle de la Aurora y a Poniente por el antiguo Manicomio, del que puede contemplarse hoy, como único vestigio, la portada de acceso, junto al yacimiento de San Esteban. La operación conllevó, en paralelo, la venta de aquellos terrenos del Carmen del frustrado primer proyecto expansivo y del colegio de la calle de la Fuensanta.

Pero lo cierto es que todo el plan de construir un gran centro escolar se vino abajo con la apertura de la Gran Vía. No era algo ignorado por los Maristas cuando adquirieron el terreno, pero de los 2.000 metros que estaba previsto que se restaran se pasó a bastantes más, lo que hizo inviable la gran edificación proyectada, con más de 100 metros de fachada a la que estaba llamada a ser la principal avenida de la ciudad.

Por eso, la sucursal no sólo no creció, sino que el terreno se vio partido en dos por el trazado de la Gran Vía, quedando a un lado la residencia de los hermanos maristas y la biblioteca y al otro el patio, las aulas y algún despacho. Y casi 20 años después, en 1963, se iniciaron las gestiones para construir, de una vez por todas, el gran colegio que se pretendía desde hacia tantos años atrás, esta vez en terrenos de Ronda Norte de la ciudad, de lo que se hizo eco, en el mes de noviembre del año siguiente, el Ayuntamiento.

En el invierno de 1966 se vendieron las dos parcelas de la Gran Vía y en septiembre comenzaron las obras del Colegio de la Fuensanta. Había en la sucursal para ese curso 420 alumnos, de los que 52 eran gratuitos, que estaban (estábamos) distribuidos en ocho aulas: párvulos, primero, y dos de segundo, tercero y cuarto de Primaria. La profesora de los más pequeños, María Rosa Trenchs, era la primera mujer que se incorporaba al cuadro de profesores.

En junio de 1968 cerró sus puertas para siempre la sucursal de la Gran Vía para dejar paso al nuevo edificio en el que se instaló Galerías Preciados. Y el día 4 de octubre se abrían al alumnado las del nuevo colegio de La Fuensanta, con 700 alumnos de Primaria y Bachillerato que iniciaban un nuevo capítulo de la historia de los Maristas en Murcia que en este curso recién iniciado cumple ya 120 largos años.

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