CARTAGENA. El final del verano suele suponer un cambio drástico en Cabo de Palos y La Manga. Del gentío y los llenos de agosto se pasa a la calma de septiembre. El inicio del curso en los colegios supone un antes y un después. Sigue el buen tiempo, que perdura hasta bien entrado octubre, como poco, pero el paisaje es distinto. Un escenario que agrada a muchos residentes en la zona, que apuran su estancia en su segunda residencia, pero que supone el inicio de unos meses complicados para los comerciantes y hosteleros.
"Cuando empiezan los colegios esto se vacía. Más de la mitad de los negocios han cerrado. Quedan los de toda la vida. Pero vamos a tener un invierno duro. La subida de precios no la repercutes en el cliente, con lo cuál la merma de ingresos es notable", apunta Antonio Plaza, presidente de la Asociación de Comerciantes de La Manga y Cabo de Palos. "Somos una zona turística y es complicado cambiar esto. Hay mucha segunda residencia que, cuando empieza el curso, abandonan esto. Es difícil mantener la misma actividad durante todo el año", apunta con resignación Plaza.
El fin de las restricciones por la pandemia ha reactivado este año los viajes del Imserso, que junto al turismo extranjero propio de esta época del año ayudará a alargar algo la actividad del verano. "Si vas al mercadillo de Cabo de Palos, el 90% son extranjeros. Tanto el Imserso como el turismo extranjero esperemos que nos ayuden a sobrellevar mejor el invierno, porque los precios de la energía y la guerra nos están afectando", señala con cierta esperanza el presidente de los comerciantes de la zona.
Siempre que llega esta época, las preguntas sobre qué hacer para este cambio tan drástico de actividad en La Manga se repiten. Plaza, señala, que no hay una respuesta clara. "Es la pregunta del millón. Los Ayuntamientos de Cartagena y San Javier hacen algunas fiestas, distintos eventos, ahora Trips va a hacer algunas fiestas…Pero son cosas puntuales. De eso viven cuatro negocios", añade. "Es complicado, no es una tarea fácil".
La falta de infraestructuras, no obstante, es una de las asignaturas pendientes que siguen echando en falta tanto los vecinos como los comerciantes. Los cambios drásticos de población afectan a los servicios, que en muchas ocasiones resultan insuficientes a ojos de los residentes. "No puede ser que solo haya cajeros hasta Monte Blanco. Los que viven en el norte de La Manga tienen que recorrer 15 kilómetros para sacar dinero. Ahora van a remodelar la plaza Bohemia, sin habernos consultado. Nadie sabe que van a hacer realmente. Y así todo. Seguiremos aguantando, que remedio", afirma.