MURCIA. En el entorno de las playas del Bolnuevo -donde se produjo la catástrofe del 7 de septiembre de 1989, cuando el camping fue engullido por una gran lengua de agua- parece que son varias las personas que afirman haber sido socorridas por una mujer vestida de blanco y de cabellos rubios, o que han visto a una figura que identifican como una mujer en mitad de la noche, en los primeros días de la tragedia, deambulando por el lugar del siniestro. El testimonio que vamos a exponer a continuación se produjo en el año 1992 y tiene como protagonista a José Antonio Gómez, quien, a día de hoy, no sabe explicar qué es lo que le sucedió en las inmediaciones de la zona, ni quién es exactamente quien le socorrió. Lo que tiene muy claro es que, sin la ayuda de esta persona o ser, él hoy estaría muerto.
Por motivos de trabajo, José Antonio se encontraba en la zona de Mazarrón y la antigua carretera de la playa de Bolnuevo, con Las Gredas al fondo del paisaje. Era un lugar por el que solía estar y cruzarla era lo más habitual que solía hacer el protagonista de esta historia. Era un día del mes de junio, con bastante calor, y, sin saber exactamente el motivo, José Antonio empezó a sentirse bastante cansado… muy cansado… hasta el punto de que se quedó durmiendo al volante.
Cuando es de nuevo consciente, ve a una mujer a su lado que le repetía constantemente que se tranquilizara y que respirara, sobre todo, que respirara. Él le decía a esta chica que por favor le quitase los pelos de la cara porque le estaba agobiando; en un resquicio pudo ver su coche estrellado contra una palmera mientras la mujer no paraba de masajearle el pecho, sin separarse de su lado. Este hombre vio cómo a su vehículo lo envolvió una masa de fuego y se desmayó junto a esta chica. Lo siguiente que recuerda es estar en el interior de una ambulancia de camino al Hospital Virgen del Rossel de Cartagena. Al intentar incorporarse en la camilla los técnicos sanitarios le volvieron a acostar, comentándole que había tenido un accidente muy serio, que tenía varias heridas abiertas y desplazamiento en la mano izquierda, y que por lo tanto lo conveniente era moverse lo menos posible.
José Antonio pidió por favor que le dijesen dónde se encontraba esa chica enfermera que le había salvado la vida y que se había quedado con él hasta que llegaron los sanitarios. Éstos le comentaronn, sorprendidos, que lo habían encontrado sólo, tumbado en el suelo, a unos 30 metros de su coche, cosa que no se explicaban a tenor de la gravedad de las heridas que tenía, y que no había ninguna mujer ni junto a él ni alejado de él: sólo estaba su coche en llamas.
Es curioso comprobar estos datos, puesto que se dio la circunstancia de que había una dotación de sanitarios por la zona, ya que recordamos que estábamos en época estival, por lo que tardaron poco más de cinco minutos en llegar al lugar del accidente. Otro dato más enigmático fue quién dio la voz de alarma… una chica que no quiso identificarse pero que les señaló el lugar exacto en donde se encontraba nuestro protagonista. Y también están los primeros auxilios que le fueron practicados -algún entablillamiento, vendajes perfectamente colocados y un masaje cardíaco-, los cuales, en palabras de los sanitarios que atendieron a José Antonio, fueron practicados por algún compañero de profesión. Estos trabajos preliminares permitieron una cura más rápida y sin apenas secuelas del accidente, las cuales, por desgracia, sí le quedaron a nuestro testigo; pero podría haber sido peor…muchísimo peor…
No es el único caso que tenemos relacionado con una chica que surge de la nada y aplica unos primeros auxilios a personas accidentadas para después desaparecer. Son varias las personas que han buscado a una mujer de cabellos rubios para darles las gracias por haberles hecho un vendaje, por haber estado con ellos hasta la llegada de una ambulancia o por simplemente haberlos sacado del agua antes de morir ahogados.
Casos como el de Lucía Rico a quien le dio un síndrome de inmersión en el verano del año 2001 y que sólo recuerda despertar empapada de agua al lado de una mujer a la cual nunca le pudo dar las gracias por salvarle la vida. Tal vez esa mujer que aparece cuando alguien necesita ayuda y que desaparece de forma sigilosa no sea otra que Inma, quien desde el otro lado sigue manteniendo su juramento hipocrático por el que ha ayudado, ayuda y ayudará a cuantas personas necesiten de su experiencia médica, sin importar el hecho de que ya no pertenezca a este mundo.
*Santi García es responsable de Rutas Misteriosas y autor del libro 'Murcia Sobrenatural'