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Crónicas de una Región misteriosa

El abrazo del muerto: una historia de crimen y ambición en el siglo XVI

12/01/2025 - 

MURCIA. Es una de las leyendas que Juan Soler Cantó nos descubre en sus relatos legendarios, pero que la historia y la arqueología han dado vida en los últimos años. Saltamos al siglo XVI, justo en la casa que hace esquina estaba la casa de Gonzalo de los Arcos – protector del Convento de la Merced - quien poseía el título de noble desde que Fernando VI se lo otorgó al ser cuatralbo de galeras.

De su casa sale una mujer, Laura Ruipérez, bien vestida y muy devota, santiguándose en cada esquina donde hubiera la imagen de algún santo hasta llegar a la Calle Soledad, en donde vivía un judío (en otros lugares hablan de un israelita) del que todo el mundo decía que era hábil negociador y que conseguía cerrar tratos con grandes sumas de dinero. La cuestión es que esta señora estaba a punto de cerrar un acuerdo para lo cual tuvo que acceder a la casa de este hombre mediante la contraseña "Jehová es grande, David".

La condujo a lo más profundo de la casa y la sentó en una mesa en donde un candelabro de siete brazos presidía el acuerdo. Ella le cuenta que, aunque de origen hidalgo estaba en la más absoluta miseria, que se casó con Gonzalo de los Arcos con el fin de que pudiera heredar su fortuna cuando faltase ya que les separaban muchos años pero que se había enterado que su esposo tenía un hijo bastardo en Las Indias y que por lo tanto nunca heredaría nada. El judío, brujo además de mercader, le indicó que la mejor solución es que matara a su marido, pero con la condición de que hiciera un suculento pago por esos peligrosos servicios.

Redactó un documento en donde pedía 1.000 escudos de oro e insistió muchísimo en que ella firmara el documento, como así hizo, firmó el "pacto" sin reparar en las consecuencias que ese acto tendría. A cambio le dio el "veneno de los Borgia" en donde con cinco gotas su esposo moriría sin remedio alguno.

Una vez cometido el crimen y aún con el cuerpo de Gonzalo presente llega a la casa palacio David, el judío negociador, y se encuentra con la sorpresa de que Laura no dispone del dinero porque el cuatralbo había hecho testamento dejando casi toda su fortuna a su hijo bastardo. Mientras el cuerpo era conducido hacia el Convento de la Merced se les vio discutir a Laura y David sobre el pago de la suma de dinero. Ella insistía en que no disponía de esa suma ni de ninguna y él que no se le ocurriera negarse a pagar o le sucederían hechos escalofriantes.

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La solución que se le presenta era un gran medallón que tenía en difunto en el pecho y con el que David haría bastante más fortuna que con las monedas de oro. Aunque en un principio Laura se negó a profanar la tumba de su víctima no tuvo más remedio que aceptar su destino y entró furtivamente en el convento, donde se estaba velando el cuerpo de su difunto esposo. Esperó que los monjes del convento acabaran sus rezos para realizar el robo. Cuando estaba a punto de coger el amuleto, el medallón de Gonzalo, los brazos del difunto la capturaron y la dejaron aprisionada junto al cuerpo sin vida. Fue tal el pánico que le entró por todo el cuerpo que murió en el mismo instante, quedando atrapada para siempre con el hombre que ella misma había asesinado. 

Los mismos monjes descubrieron la escena y corrieron despavoridos a la mañana siguiente, cuando estaban a punto de reiniciar los rezos al difunto. Para ellos la escena representaba el amor entre ambos. Para otros la justicia divina.

* Santi García es responsable de Rutas Misteriosas y autor de 'Cartagena Legendaria'

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