MURCIA. Dos meses después, la Región de Murcia vuelve al escenario previo a la Navidad. La incidencia regional se ha desplomado otra vez, al reducirse un 30% en la última semana de febrero. El índice en 14 días, según los datos de la Consejería de Salud, se sitúa en 102 contagios por cada 100.000 habitantes. El Ministerio de Sanidad rebaja aún más la cifra: 98, 27. En cualquier caso, son tasas inferiores a la media española (175) y colocan a la Región de Murcia con la cuarta incidencia más baja del país (sólo superada por Extremadura, con 56; Baleares, con 81; y La Rioja, con 82). Además, la presión asistencial, que puso al sistema sanitario contra las cuerdas en enero, se ha relajado a niveles soportables. Los hospitales siguen acogiendo enfermos (229 ingresados, con 80 en la UCI, según el último balance actualizado), pero ya no hay peligro de colapso hospitalario.
"Estamos en una situación estable, que nos recuerda al principio de diciembre", ilustró el consejero de Salud, Juan José Pedreño, tras la habitual reunión de los lunes del Comité de Seguimiento de la Covid. La Región llegó a las puertas de la Navidad con una buena situación epidemiológica tras haber superado la segunda ola -que se desató en agosto pero creció progresivamente hasta registrar su pico a finales de octubre-. La Comunidad murciana se plantó el 20 de diciembre con una media diaria de positivos por debajo de 200 y con 220 hospitalizados, con 60 personas en la UCI.
El periodo navideño, sin embargo, desencadenó la tercera ola, el periodo más feroz de toda la pandemia para la Región. Los contagios se dispararon, especialmente a principios de enero. El ascenso fue imparable y la curva giró de forma brusca en vertical. Un mes después, justo el 20 de enero, había casi 2.000 nuevos casos cada día, 900 ingresados y las UCI sobrepasaban el 100% de ocupación. Y todavía faltaba por suceder lo peor, pues los hospitales llegaron a tratar a 1.136 pacientes contagiados de covid (como así reflejó el balance del 25 de enero).
La Comunidad ponía en marcha el plan de contingencia para ganar camas extras y activaba el nivel 4 sanitario, que conllevaba la reordenación de todos los recursos humanos para disponer de unidades de atención a los 'pacientes covid'. El Gobierno regional endureció las restricciones: confinó a casi toda la Región en sus poblaciones, decretó el cierre de la hostelería tanto en los interiores como en los exteriores y en ocho municipios (entre ellos, Yecla y Jumilla) llegó a cerrar los comercios en fines de semana y adelantar su hora de cierre entre semana.
La Región se encerraba para frenar la sangría mientras se conocían los peores efectos del coronavirus. Las UCI tocaron techo el 4 de febrero, con 176 enfermos críticos. Enero y febrero fueron letales, con más de 700 fallecidos. La pandemia, que de marzo a julio dejó 151 víctimas mortales, se había saldado con dos olas -la segunda y la tercera- terroríficas. En total, la covid ha segado 1.483 vidas murcianas.
Ahora la situación ha cambiado. El ritmo de nuevos casos continúa a la baja. Las consultas y la actividad quirúrgica ya están volviendo a la normalidad, según explicó el consejero de Salud. Marzo irrumpe con otro aire, más optimista, pero con la experiencia en la mochila y sobre todo con un gran temor en el horizonte: la cuarta ola.
Pedreño da por hecha que llegará porque "así lo avisan los expertos, que predicen que las nuevas variantes del virus serán más contagiosas". Por eso, el consejero apelaba a no relajar las medidas de seguridad: "No debemos tirar por tierra el enorme sacrificio de la sociedad murciana". Pero, al mismo tiempo, la Comunidad levanta semana a semana parte de las restricciones. Los bares ya podrán acoger comensales en sus interiores a partir del próximo miércoles en 37 municipios. "Una desescalada gradual", puntualiza el titular de Salud.
Otra vez se pone a prueba el difícil equilibrio entre hacer vida social (y económica) a la vez que tomar precauciones. ¿Se volverá a repetir la historia?