el gato en la talega / OPINIÓN

La redefinición del turismo: ¿de la moda al olvido?

15/08/2024 - 

MURCIA. Con la llegada del verano y las estratosféricas temperaturas de la zona, se promueve la ralentización de los movimientos, físicos y cerebrales. Sin embargo, esta ralentización con el calor insoportable no afecta a la masa turística, que incluso desarrolla unos ejercicios de fuerza altamente eficaces.

Así vamos llegando al hecho que nos ha puesto en primera plana los residentes de varias zonas turísticas de la geografía española; la masificación impacta en las comunidades locales y en el medio natural a modo de invasión de los hunos. La vida diaria se ve alterada a niveles tan aceptados como desagradables. Realmente, el motivo que subyace en estos efectos llamada es la supuesta entrada de divisas para que la población indígena no perezca miserablemente. Viejo como el mundo. La propia población local, debidamente aleccionada y continuamente asaltada por un micrófono que recoja su criterio en cualquier medio informativo, y más aún si se trata de los manidos programas de verano, afirma que es necesario tener turismo para poder comer. Vamos, que terminamos con empacho.

El tema está totalmente engranado en la maquinaria del sistema económico imperante, de modo que, aunque pueda parecerlo, nada es casual y todo es bastante clónico para fomentar el desarrollo de una economía en precario, dependiente, y con muy escasa dosis de participación local. Un modelo de desarrollo cortoplacista que esquilma los recursos por su insostenibilidad y falta de identidad, y nos aboca a competir con otros lugares para cumplir los estándares marcados por el mercado turístico más obsoleto. Lo peor de todo este asunto es que las personas residentes conviven siempre con el temor de no ser suficientes, de estar amenazadas por otros lugares, de no ser autónomas en cuanto a la toma de decisiones que les afectan. Ahí es cuando uno de los mantras más famosos ligados al deterioro del Mar Menor, revive: el incomparable y útil "no hablemos mal de lo nuestro".

Para hablar de lo nuestro conforme quiere el mercado, hay que continuar con el efecto llamada, de manera que cuantos más visitantes, mejor. En este nivel, es igual que se puedan producir impactos, la capacidad finita del medio natural, la calidad de vida de las personas residentes y los servicios que les corresponden recibir, e incluso no se cuenta con que los euros ganados, pongamos de cuatro a seis meses de condiciones ambientales insufribles, cubran todo un año, incluyendo los costes de los servicios o reparaciones que deben acometerse cuando se cuadruplica la población. Da lo mismo.

"Los residentes sabemos que hay viviendas sin ocupar, sin ofertar en alquiler e incluso sin cartel de venta"

Por ejemplo, el asunto del incremento del precio de las viviendas en la costa, en los municipios marmenorensenses en concreto, se toma como un síntoma de estar haciendo algo bien. Quizá exceptuando La Manga y su Mar Mediterráneo como plan B, que sepamos, los precios bajaron irrisoriamente con el deterioro ecológico visible del Mar Menor, léase sopa verde o muerte masiva de peces, con lo que, a lo sumo, se estarán recuperando. Y no en todas las zonas, ojo. Esto siempre y cuando el Mar Menor no vuelva a entra en la UVI, tomándose las medidas necesarias para su protección y recuperación. Y como resulta que esto último es un auténtico galimatías, alcanzando el sumun con el debate político de una Ley aprobada por consenso hace menos de cuatro años y sin ejecutar, no estamos para tirar cohetes.

Por otra parte, cunde la alarma sobre la dificultad de encontrar pisos en alquiler y sus elevados precios. Los residentes que conocemos bien nuestros lugares, sea pueblo o ciudad, sabemos perfectamente que hay viviendas sin ocupar, sin ofertar en alquiler e incluso sin cartel de venta. De hecho, los núcleos urbanos se encuentran llenos de inmuebles vacíos que languidecerán mudos. Este asunto se ve agravado en lugares donde el turismo se ha centrado en las vacaciones en segundas residencias y por supuesto, por el cambio climático, que genera éxodos para conquistar nuevos territorios, hasta fastidiarlos.

Aquí no es que haya una carencia de iniciativas y políticas para promover un turismo más sostenible, sino que las que hay son siempre más de lo mismo o de un escaso nivel de innovación adaptado a cada zona, necesario para dar el vuelco. ¿Sabían que en las Islas Feroe limitan los visitantes y promueven las visitas guiadas, de menor impacto ambiental y cultural, a la vez que las rentabilizan? Tienen el llamado Closed for Maintenance, Open for Voluntourism gracias al que cada año se "cierran" dos días al turismo convencional para realizar tareas de mantenimiento y conservación con la ayuda de voluntarios. Con esto no solo revalorizan lo que tienen, sino la asistencia de visitantes que pagarán por los servicios, que aumenta, y la formación de voluntarios en temas de turismo sostenible genera nuevos y especializados puestos de trabajo. Y, ¿por qué llegaron a esto? Pues porque saben que son un destino turístico por su cultura y riqueza natural. En el año 2022 las visitaron 100.000 turistas, frente a los aproximadamente 53.000 feroeses, y este programa se puso en marcha en 2019, formando a más de 400 voluntarios de 40 países mediante 36 proyectos en 10 islas. Se sienten orgullosos de hacerlo bien, y lo muestran.

"No éramos un destino saturado, sino que teníamos un nicho de mercado con identidad que no hemos sabido darle su verdadero valor"

Para mí que nos hemos vendido barato, sinceramente, de antes cuando el Mar Menor era un tesoro único en el mundo, y por descontado, ahora con el desastre ecológico. Comenzamos a hacer viviendas sin imagen de marca, unificada o identitaria, sino que intentamos copiar algo que tenía fecha de caducidad. Nos lanzamos a la agricultura industrial sin ningún criterio medioambiental. Crecimos con servicios duplicados para hacer satélites de las poblaciones como si esto fuese Madrid y La Moraleja. Para rematar hicimos campos de golf a cascoporro. Las plazas hoteleras están repartidas sin ninguna proporción y son ridículas frente a las segundas residencias. Y lo del transporte público es para llorar y llenar embalses, ya sea tren, avión o autobuses.

No éramos un destino saturado, sino que teníamos un nicho de mercado con identidad que, hasta ahora, no hemos sabido darle su verdadero valor. El criterio de la Mesa del Turismo ante las manifestaciones vecinales en Canarias, Madrid, Valencia o Cataluña señala que estas deben dirigirse "hacia las administraciones públicas y los responsables políticos" y no hacia los que tienen interés en visitar los destinos españoles. La tergiversación está servida y los balones circulan fuera de la red. En ese plan, ¿cuál es la capacidad de innovar en turismo sostenible y de futuro de la clase política española de la mano de las empresas del sector visto lo visto? A las Feroe de voluntarios habría que enviarlos.


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