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EL PASICO DEL APARECIDO / OPINIÓN

La impotencia separatista

26/06/2021 - 

CARTAGENA. Vimos en el Pasico anterior que, les guste o no a los separatistas, España es una nación en los tres sentidos más usuales del término: cultural, identitario e igualitario. No obstante, esa evidencia no los disuade de insistir en sus falacias históricas, ni, todavía menos, de seguir programando la separación de Cataluña porque no estamos ante un debate puramente académico sobre las respectivas historias de España y Cataluña, sino sobre todo ante un choque de proyectos, el de seguir todos juntos y de que precisamente las regiones más ricas se separen para no compartir su riqueza con el resto de los españoles. Se trata, ante todo, de una genuina rebelión de los ricos, que no se consideran iguales a los demás españoles.

"Un trío mágico de personajes les demostró su impotencia: el juez Marchena, el rey Felipe VI y el dirigente europeo de origen italiano Antonio Tajani"

Creer que los separatistas mienten por sistema sería situarlos en el marco de la dicotomía entre lo verdadero y lo falso, que ellos no manejan, pues lo suyo solo es el dilema, más pragmático, me interesa-no me interesa, en el que siempre se posicionan con absoluta franqueza: en cada etapa afirman lo que les interesa y en eso nunca mienten ni fallan. Si están logrando pactar con los sanchistas quizás sea porque también el presidente Sánchez se mueva en ese marco.

Mencionó el historiador y militar ateniense Tucídides, en sus comentarios sobre la guerra entre Atenas y Esparta, que la justicia solo se imparte entre iguales, pues entre desiguales prima la fuerza. Los separatistas catalanes no se consideran iguales a los demás españoles, toda vez que pretenden privarnos de nuestro derecho a decidir, junto con ellos, sobre el territorio de Cataluña, y por eso trataron en 2017 de obtener a las bravas lo que, en justicia, no les correspondía, declarando unilateralmente una república catalana soberana.

No obstante, carecieron de la necesaria fuerza para imponer su opción. Un trío mágico de personajes les demostró su impotencia: el juez Marchena, que lideró las condenas impuestas por el Tribunal Supremo; el rey Felipe VI, cuya firme arenga estimuló al presidente Rajoy a impulsar la aplicación del artículo 155 al Gobierno separatista de Puigdemont; y el dirigente europeo de origen italiano Antonio Tajani, que tanto contribuyó a que ningún Estado de la UE reconociese la recién proclamada republica de Cataluña, en lo que contó con la inestimable colaboración de la canciller alemana Merkel.

Pudiera ser que, en su fuero interno, hayan admitido su derrota. Así lo ha reconocido Jordi Pujol, quien ahora recomienda llegar a "un apaño" con España y anuncia que Cataluña nunca será independiente; puede que también lo haya aceptado Junqueras, quien ahora ya no avala las 155 monedas de plata que Rufián tiró al rostro de Puigdemont, sino avisa de que la vía unilateral los alejaría de lograr su anhelada independencia. La consejera separatista Ponsatí declaró hace tiempo que "iban de farol", y Jordi Sánchez, antes en la ANC y ahora en Juntos, ha insinuado que el objetivo del golpe de 2017 solo era forzar al Gobierno español a pactar un referéndum de autodeterminación vinculante y restringido de Cataluña, tres rasgos (autodeterminación, vinculante y restringido) inconstitucionales. No obstante, la prueba más fiable de su impotencia es que, desde el 155 y las condenas, ningún separatista, ni siquiera el presidente Torra, ha cometido ningún delito contra la Constitución penado con cárcel; todo lo más con inhabilitación. En contra de sus apologistas, no ha sido la concordia sanchista lo que los ha inhibido de seguir atentando contra la Constitución, sino la enérgica reacción en 2017 del pueblo español, con su rey a la cabeza.

"pocas esperanzas, por no decir ninguna, pueden albergar los separatistas de lograr sus objetivos de forma unilateral"

Y, todavía más, pudieron ser reducidos sin tener que recurrir a lo previsto en el artículo 8.1 de la Constitución, que atribuye a las Fuerzas Armadas la tarea, entre otras, de defender la integridad territorial y el orden constitucional de España. En ese sentido, nuestro vigente Plan Estratégico de la Defensa considera que las principales amenazas a nuestra integridad territorial provienen, desde el exterior, de Marruecos, que podría querer hacerse con Ceuta y Melilla, y, desde el interior, obviamente de los separatistas. Para afrontar ambos escenarios, nuestros estrategas han diseñado respuestas adecuadas, sin olvidar que España forma parte de la UE, de la OTAN y tiene suscrito un convenio bilateral de colaboración militar con Estados Unidos.

A la vista de esas realidades, pocas esperanzas, por no decir ninguna, pueden albergar los separatistas de lograr sus objetivos de forma unilateral. Lo único que les queda es tratar de lograr algunas de sus finalidades por concesión del actual gobierno tripartito español. Hay que tener en cuenta que Podemos, uno de sus integrantes, es partidario de convertir España en una confederación de naciones soberanas, mientras que su segundo componente, el PSC, ya ha declarado que la única solución es un referéndum restringido a Cataluña, siendo incierta la posición de la tercera pata gubernamental, el PSOE.

Cabe suponer que todo lo más que estarán dispuestos a conceder los sanchistas a los separatistas sería el privilegio fiscal vasco y otras prebendas, sin llegar en ningún caso a aceptar la posibilidad de una Cataluña independiente. Sin embargo, es difícil precisar la frontera exacta de las asimetrías que tolerarían conceder a los separatistas, siempre en perjuicio de las demás regiones españolas. En ese sentido, del pacto entre Sánchez y Junqueras solo podemos decir con certeza que les conviene a ambos en este momento, pero sus futuras propuestas "están flotando en el viento", que cantaba Bob Dylan.

JR Medina Precioso

jrmedinaprecioso@gmail.com

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