MURCIA. El cuadro recoge la evolución de la Región entre los años 2000 y 2019, para poder tener una visión completa de su realidad a lo largo de estos años. La Región en población aportaba al total nacional el 2,84% y en PIB del 2,43%, en 2007 la aportación poblacional es del 3,08% y el 2,59% al PIB, en el año 2008 su aportación poblacional es del 3,09% y al PIB del 2,61%, en 2012 la aportación poblacional es del 3,12% y su aportación al PIB se reduce como consecuencia de la crisis y se sitúa en el 2,55%.
En el año 2016 la aportación poblacional al total nacional es del 3,15% y al PIB del 2,60%, en 2017 la aportación poblacional es del 3,16% y al PIB del 2,61% en 2019 (últimos datos publicados) la aportación poblacional es del 3,18% y al PIB del 2,60%, evidenciando que mientras que la población ha seguido creciendo en su aportación al total nacional, su aportación al PIB nacional sigue siendo prácticamente la misma que en 2008.
Al analizar por sectores y actividades la evolución del Producto Interior Bruto por Sectores en la Región y compararla con la media nacional, se puede constatar que el sector de la Agricultura pesa en la Región el doble que la media nacional, y que en la parte opuesta, se encuentra el sector de los servicios. Igualmente que la participación de la Industria en su aportación al PIB regional en el año 2012 pasaba de estar por debajo de la media nacional a superarla.
Cuadro.- PIB. Producto Interior Bruto de la Región y de España por sectores a precios corrientes y en miles de euros, así como en porcentajes, años 2000-2019
La agricultura participaba en el total de la estructura productiva regional en el año 2000 en el 8,20%, en 2007 en el 4,50%, en 2008 en el 5,20%, en 2012 en el 4,50%, en 2016 crecía nuevamente y participaba en el 6,10%, en 2017 en el 4,96%, en 2018 en el 6,00% y en 2019 baja al 5,22% a nivel nacional su participación en este año era del 2,88%. En su aportación al total nacional del PIB agrícola en el año 2000 la Región aportaba el 4,85%, en 2007 el 4,16%, en 2008 el 5,43%, en 2012 el 4,42%, en 2016 el 5,13%, en 2017 el 4,96%, en 2018 el 5,01% y en 2019 el 4,70%.
La Industria en su conjunto participaba en la estructura productiva de la Región en el año 2000 en el 19,80%, 0,90 puntos por debajo de la media nacional que era del 20,70%. En el año 2007 participaba en el 17,10% y la media nacional era del 17,50%, en 2008 bajaba hasta el 18,80% y la media nacional se situaba en el 17,00%, en el 2012 la participación de la industria en la Región era del 17,70% por encima de la media nacional del 16,30%.
La participación de la Industria en la estructura productiva regional en 2016 era del 18,70% y la media nacional del 16,20%, en 2017 era del 18,80% y la media nacional del 16,20%, en 2018 era del 18,30% y la media nacional del 15,90% y en 2019 era del 18,45% y la media nacional del 16,16%. Mientras que la aportación al total del PIB Industrial en el año 2000 era del 2,32%, llegando al 3,00% en 2016 y el 3,02% en 2017, para situarse en el 2,98% en 2018 y en el 2,97% en 2019.
La participación de la Construcción en la estructura productiva regional en el año 2000 era del 9,90%, en el 2007 era del 13,90%, en 2008 en el 15,40%, para bajar drásticamente hasta el 7,10% en el año 2012 y el 5,90% en 2016, a partir de este año se situa entorno al 6,00 y en 2019 se sitúa en el 6,83%. La aportación al total del PIB nacional de la Construcción era en el año 2000 del 2,38%, subiendo hasta el 3,08% en 2007 para luego bajar en razón a la crisis y finalmente situarse en 2019 en el 2,76%.
La participación del sector de los Servicios en el año 2000 al total del PIB regional era del 62,10%, 3,00 puntos menos que a nivel nacional, pero este diferencial no solo no se ha reducido sino que se ha agrandado y en el año 2019 en que su aportación al total regional es del 69,49%, el diferencial ha crecido hasta los 5,70 puntos por debajo de la media nacional.
Pero, como veremos más adelante al separar los servicios públicos de los privados, constataremos que en los públicos su peso en la estructura productiva regional es mayor que la media nacional, mientras que están muy por debajo en los servicios ligados a las empresas: I+D+i, TIC, logística, transporte y el turismo, que se han conformado como los principales motores del desarrollo de España y en los que la Región ha de dar un gran impulso mediante medidas que activen su implantación y desarrollo.
La principal debilidad de la Región es en el sector de los servicios, cuya aportación al total de la producción nacional no solo no se ha incrementado a pesar de la importancia y trascendencia de este sector, sino que se ha reducido. La Región debe aprovechar todas las ventajas con que cuenta para atraer talento e inversiones exteriores e interiores, reduciendo la burocracia, marcando plazos máximos para las respuestas, implementando el silencio administrativo positivo, reduciendo la presión fiscal y facilitando la implantación emprendedores y empresas de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación TIC, de la logística por su estratégica situación en el Mediterráneo, a la vez que conseguir la realización de los equipamientos empresariales y tecnológicos, así como las infraestructuras viarias, y singularmente las ferroviarias.
El Futuro es una Oportunidad que hay que construir ahora. Para ello es necesario un proyecto cuyo compromiso real la Región y su desarrollo, haciendo realidad a través del diálogo y la negociación, para conseguir un gran acuerdo que impulse la puesta en valor de sus enormes potencialidades, comenzando por conseguir del Gobierno de España la programación de los corredores ferroviarios (el directo con Albacete, vital para la Región y Almería; y el ferroviario del mediterráneo, fundamental para los tráficos portuarios, industriales y singularmente los agroalimentarios para que lleguen con prontitud a los mercados europeos) y ello conforme al acuerdo sindicatos y empresarios del 6 de marzo de 2020, así como de las autovías que aún siguen pendientes, el Puerto de El Gorguel, y las ZAL portuaria de Los Camachos y la de Murcia, la financiación autonómica y la solución real y definitiva a la falta de agua.