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como ayer / OPINIÓN

La bella tapada

30/11/2023 - 

MURCIA. Dicen quienes ya han visitado las obras de la fachada de la Catedral, trepando por las escaleras dispuestas en el andamio bajo la experta dirección del servicio de guías, que la experiencia es sumamente gratificante, tanto por las vistas de que se disfrutan desde las alturas, como por la posibilidad, única, de contemplar cara a cara las bellas esculturas que adornan el gran retablo pétreo con arreglo a un estudiado discurso iconográfico.

Cruzo por la plaza de Belluga y oigo, en ocasiones, las pisadas y voces que son indicio de que un grupo desciende tras haberse dado ese baño de arte y murcianía, ocultos por el enorme telón que oculta el andamio, el imafronte y a la actividad que se desarrolla tras él, y me viene a la cabeza aquella ocasión anterior en la que también se cubrió el monumento más fotografiado de la ciudad, con permiso de su vecina, y hasta parienta, la torre.

Claro que se hace difícil, con el paso de los años, recordar en qué momento sucedió aquello, y viene entonces en mi ayuda, para la búsqueda eficaz del dato preciso, el extenso y perfectamente documentado trabajo que un antiguo conocido, el arquitecto Juan Carlos Molina, llevó a cabo como tesis doctoral, leída en el arranque del año 2014, sobre las obras de restauración llevadas a cabo desde primeros del siglo XX.

Como es natural, refleja la llevada a cabo a partir de que en el mes de abril del año 1995, el desprendimiento de un fragmento de la cornisa del primer cuerpo, en su extremo norte provocara la muerte de un músico callejero que solía situarse en aquél lugar.

El informe que se emitió tras las inspecciones llevadas a cabo como consecuencia del incidente, determinó que habían de ser cerradas al tráfico de peatones las zonas próximas a la fachada principal y a la de la plaza de la Cruz, así como las inmediaciones de la torre.

Además, se dispuso una intervención en la fachada que contemplaba la reconstrucción de las cornisas y la balaustrada afectadas, la solución a la evacuación de las aguas de la cubierta, el refuerzo de capiteles del segundo cuerpo y de las pilastras, el anclaje de una cornisa en la puerta lateral izquierda y la protección superior de las cornisas con emplomado.

Entre las obras abordadas con cargo a la Comunidad Autónoma en aquellos momentos y las que sufragó el Ministerio de Cultura, el presupuesto ascendió a 46 millones de pesetas. Una cantidad realmente respetable en aquellos años, y que llevó consigo el emplazamiento de un gran andamiaje y la cubrición de la fachada, convertida por tanto, hace casi 20 años, en la bella tapada.

Es lo que tienen monumentos de este porte, que según se termina de trabajar por un extremo, hay que comenzar de nuevo por el otro

Es lo que tienen monumentos de este porte, que según se termina de trabajar por un extremo, hay que comenzar de nuevo por el otro, cuyas obras de reparación y remozamiento se habían afrontado, con mayor o menor fortuna, un tiempo antes.

Esa fue, precisamente, una de las constataciones de la intervención de 1995, ya que durante los trabajos se pudo comprobar el deterioro producido desde la anterior, llevada a cabo sólo un decenio antes.

De esa constatación se derivó la recomendación por parte del equipo que dirigió la restauración de que se llevaran a cabo revisiones cada cuatro años, como la mejor forma de evitar que se volviera a producir una situación trágica, como la que dio paso a la intervención en profundidad a la que nos venimos refiriendo.   

Lo cierto es que nuestra querida Catedral oculta por al menos un año, según se dijo cuando se afrontaron los trabajos actuales, su majestuoso acceso principal cuya lona va a ser cambiada en breve, según parece, y no sé si la última. Y el caso es que a mí me resulta más interesante sin telón, dejando entrever la maravillosa obra arquitectónica y escultórica bajo el entramado metálico y viendo a los diminutos visitantes moviéndose por el interior.

Sobre el proyecto actual, el autor del mismo, el arquitecto Juan de Dios de la Hoz escribió para en la última edición de la Memoria de las Jornadas de Patrimonio de la Región publicadas que "la fachada se encuentra en un estado razonable y únicamente se aportarán piezas en forma de prótesis, cuando el original se encuentre desprendido o descompuesto y que, además, la presencia de una pieza nueva sea indispensable para asegurar la estabilidad del elemento o para evitar la acción de los agentes atmosféricos u otros externos, como por ejemplo las palomas".

El proyecto está en buenas manos, y supone la mínima intervención posible, pero sin olvidar la necesidad de poner en valor el conjunto de la fachada

En definitiva, y para tranquilidad de quienes alberguen dudas sobre lo que se verá cuando sea retirado el denso velo, "no está previsto sustituir ninguna de las tallas de piedra, sino solo actuar sobre pequeños fragmentos que se encuentren disgregados (más en las cornisas que en las tallas), sobre todo en las cornisas y zonas más altas, que no tienen acceso de ningún tipo y que son las más batidas por el agua y con mayor desgaste".

Eso sí, como queda escrito, una de los principales enemigos del monumento son las palomas, o mejor, sus excrementos, por lo que habrá que intervenir "en las zonas con mayor densidad de palomas, donde se producen graves daños por la acumulación de excrementos que saturan las cornisas e impiden la evacuación correcta del agua. La suma de la propia acidez y corrosión que provocan en la piedra, más la entrada de humedad, hace que aparezcan sales, disgregaciones e incluso arenización de algunos fragmentos".

En definitiva, el proyecto está en buenas manos, y supone la mínima intervención posible, pero sin olvidar la necesidad de poner en valor el conjunto de la fachada y cada uno de sus elementos (por pequeños que sean) y, también, realzar la figura de quienes concibieron el programa y su signifcación iconográfica. Santa palabra.

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