MURCIA. De nuevo retornamos al tema del transfuguismo. Si bien los colores políticos se encuentran en un momento de inestabilidad mayúsculo, la referencia continua a la dichosa palabra no hacer sino machacar sobre un concepto maltratado por la complejidad que incluye en su simpleza.
Pues bien, si este viernes conocíamos que el vocal de Ciudadanos en Guadalupe había votado en contra de las directrices de este partido, tan solo hemos tenido que esperar hasta el lunes para que fuera destituido de su cargo por no acatar las decisiones de la ejecutiva naranja. Como ya es costumbre, hay que desechar la manzana podrida antes de que empiece a oler.
Y no seré yo quien culpe a Ciudadanos, un partido en clara descomposición, por querer hacer piña sobre las decisiones tomadas e intentar atar aunque sea con un cordel a los representantes que les quedan en las instituciones, pero el enésimo incidente de transfuguismo acaecido en esta nuestra Región merece finalmente un análisis más detallado.
"La política debe estar hecha por personas con nombre y apellidos, seres humanos con creencias propias"
Así pues, quiero aprovechar este espacio para recordar que la lealtad de un político debe en todo caso estar del lado de sus ideales y no cambiar estas por nada, ni tan siquiera por el partido que le permite llevarlos a cabo. Por su parte, los partidos deberían comenzar a entender que la política debe estar hecha por personas con nombre y apellidos, seres humanos con creencias propias que bien pueden estar en desacuerdo con las directrices que imponga la organización.
Bien es cierto que la composición de la junta municipal es designada a dedo, lo que no quiere decir que los ciudadanos dejen de participar con su voto. De hecho, precisamente el hecho de que los partidos se vean en la obligación de designar sus vocales en vez de reducirlo todo a unos números para sumar apoyos es razón más que suficiente para defender la independencia de cada uno de estos tránsfugas en su propio voto.
Con esta disertación no pretendo alabar al vocal díscolo de Guadalupe, ni mucho menos la posición que ha elegido defender, puesto que más que en la guerra ideológica busco incidir sobre las condiciones del escenario en el que se produce la batalla. De hecho, no anunciar el sentido de su voto previamente resulta un signo irrefutable de cobardía política que aleja su posición de cualquier heroicidad.
"La libertad de ideas en política no es la quimera que muchos quieren hacernos creer"
No caigamos tampoco en el error de creer que este tipo de ideas son incendiarias, pues asumir que las creencias de cada político pueden ir por encima de los intereses de su partido no solo es algo frecuente en otros países occidentales, sino que también cuenta con precedentes en el nuestro. Y sin crear ningún escándalo. En este caso, hablo de la diputada nacional Ana Oramas, que representa a Coalición Canaria en el Congreso de los Diputados y que, por decisión propia y pese a las indicaciones de su organización, votó en contra en la investidura de Pedro Sánchez. A día de hoy, continúa ejerciendo su labor desde su escaño.
De esta forma, podemos entender que la libertad de ideas en política no es la quimera que muchos quieren hacernos creer bajo el axioma de "el que se mueve no sale en la foto", y que la integridad de pensamiento no debe ser pecado que quede oculto bajo la alfombra.
Para concluir el discurso sobre la legitimidad en política, no puedo dejar de volver a Ciudadanos y a lo que en esta Región ocurrió durante marzo de este año. En aquel caso, el foco fue destinado a que cuatro representantes votaron en contra de lo que había impuesto el partido para entrar a formar parte del Gobierno regional, pero no fue este hecho lo que resulta condenable de aquel acto. Al fin y al cabo, resulta cuanto menos razonable que los integrantes de una coalición puedan querer defenderla le pese a quien le pese. Lo que sí quedará para la historia como una acción reprochable es que los cuatro habían firmado previamente la moción de censura antes de que se planteara. "Si no le gustan mis principios, tengo otros", que diría Groucho.