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COMO AYER / OPINIÓN

Huelga de Pepes caídos

20/05/2021 - 

MURCIA. El mismo día que se publicaban mis consideraciones sobre la supresión como jornadas festivas de aquellos jueves que relucían más que el sol, nos despacharon la noticia de que el calendario laboral para 2022 en la Región no contiene, entre la anual docena de festivos, domingos aparte, a San José. 

Sorpresa generalizada. Más aún si frente a esa exclusión aparecen tres festividades de ‘san lunes’, esos que no son nada, pero que se declaran no laborables por seguir a un festivo de los clásicos que cae en domingo.

"el patrón de la Iglesia o de la buena muerte, o de los carpinteros, o de los seminaristas… cuyo nombre llevamos miles de españoles (unos 600.000)"

Luego, con más sosiego, se comprueba que ese San José será sábado, un híbrido entre jornada de trabajo, que lo es para muchos, y de asueto, para no pocos. Y con eso se medio justifica que el patrón de la Iglesia o de la buena muerte, o de los carpinteros, o de los seminaristas… cuyo nombre llevamos varios cientos de miles de españoles (unos 600.000, al parecer, pese a que esto de los pepes ya no es lo que era) deje de ser festivo.

Veremos en qué queda el experimento.

Ya sucedió en 1987, aunque en aquella ocasión era jueves, por lo que no cabían medias tintas o paños calientes. Y la reacción de muchos comerciantes murcianos fue no abrir sus negocios ese día. Amén de los pequeños empresarios del sector de la alimentación, que andaban de asambleas y protestas por la cuestión de la libertad de horarios y que acordaron aprovechar aquél San José laborable para cerrar.

Llegada la semana en la que se había de consumar el ‘pepecidio’, podía leerse en La Hoja del Lunes bajo la firma de Chema Serrano: "Ya saben ustedes que nuestro Gobierno regional decidió graciosamente cargarse la fiesta del santo y, pese a las continuas protestas de los murcianos, ahí está el jueves con un negror que asusta en el calendario. Los compañeros de la SER, a través de Hablando se entiende la gente, organizaron una especie de campaña en la que los oyentes se expresaban sobre este particular, y en ninguna de las intervenciones se escuchó una voz favorable a la medida de Collado y su Gobierno. Se oían palabras muy gordas, pero el gabinete regional ha preferido sostenerla y no enmendarla, suprimiendo la tradicional festividad. Nuestros gobernantes, por lo que parece, cada vez nos consideran más súbditos que ciudadanos, y no hay forma de hacerles sacar la pata cuando la han metido hasta la ingle".

"El conflicto puede trasladarse también a los intentos de desalojar del catálogo de días inhábiles a la jornada dedicada a la Inmaculada Concepción"

Y concluía: "Así que el jueves seré coherente, y como tantos otros paisanos, practicaré la sana desobediencia civil, y me tomaré el día libre. Una invitación que le hago desde aquí, amable lector, para demostrar que no somos súbditos. Esta semana la calle no será de los médicos, los agricultores, los vaqueros o los repartidores de butano. Esta semana la calle es de los Pepes. O sea, de todos".

En aquella ocasión, en consecuencia, la experiencia resultó poco gratificante debido a la contestación social que suscitó la medida, por lo que un año después San José volvió a marcarse en rojo en el calendario.

El conflicto sobre la festividad de San José puede trasladarse también a algunos intentos de desalojar del catálogo de días inhábiles a la españolísima jornada dedicada a la Inmaculada Concepción, que han encontrado férrea oposición, entre otras instancias, en corporaciones religiosas que, como en el caso de las cofradías sevillanas, llegaron a amenazar con no sacar sus procesiones de Semana Santa. Una protesta a la que también se sumaron las murcianas, aunque sin llevar tan lejos las consecuencias que podrían derivarse de la medida.

Tanta o más controversia produjo, en 1978, la noticia de que los días centrales de la Semana Santa, Jueves y Viernes Santo, podrían pasar a ser laborables. Fue entonces el futuro cronista Carlos Valcárcel Mavor quien escribió: "Si el Gobierno o .aquellos organismos públicos a quien corresponda dar la solución han pensando en algún momento en suprimir el carácter festivo o no laborable de las dos fechas, en aras del respeto a un pueblo, a unas regiones, a millones de españoles que merecen consideración, más aún dentro de las normas de una democracia, debe, ineludiblemente, consultar con ese pueblo, con esas regiones, con esos muchos millones de españoles que pertenecen a las miles de entidades nazarenas del país o a los que, sin pertenecer a ellas, sienten por las mismas y lo que representan y hacen todo cariño, devoción y afecto".

Y seguía: "Es a ellos a quienes hay que preguntar, consultar, someter la conveniencia o no de suprimir dos festividades que gozan del pleno y popular arraigo, devoción y total adhesión a lo largo del tiempo y del espacio, de una punta a otra de la Patria, en especial en regiones como Murcia, por no citar a las demás que viven con toda intensidad estas dos fechas, el Jueves y Viernes, que ahora, una posible ligereza o un total desprecio al derecho y libertad de muchos españoles, pueden vaciar de su rico y hermoso contenido".

Sólo unos días después, en la víspera de la Inmaculada, ese otro día puesto en cuestión, la prensa anunciaba: "El Jueves y Viernes Santo continuarán siendo festivos, según un telegrama del Ministerio de Trabajo recibido por el presidente del Consejo General de Cofradías de Sevilla, señor Sánchez Dubé". Y ahí quedó la cosa.

Parece que hace unas décadas la gente era bastante más contestataria cuando lo tocaban las tradiciones y devociones, y en menos que canta un gallo te podías encontrar, como se deduce de estas líneas, con una huelga de Pepes o de capirotes caídos.

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