MURCIA. Dos semanas en los medios hablando de lo que no se nombra: la menstruación. Resulta cansino escuchar opiniones sobre la nueva Ley que regulará las bajas por menstruación de tertulianos, varones, que se van por las ramas y convierten el tema en un falso debate sobre si el dolor menstrual puede ser invalidante o no para trabajar. Es cansino, muy cansino porque cuando la tertulia toma ese derrotero ya sabemos que terminarán con frivolidades, que alguno —no médico— lo zanjará diciendo que "eso" siempre "se ha resuelto" con un Ibuprofeno y que otro rematará asegurando que la nueva ley traerá fraude y perjuicio a las empresas.
No es menos cansado escuchar a algún paternal economista "alertándonos" contra la ley porque las mujeres en general la apoyamos sin vislumbrar "el terrible freno" que supondrá para la contratación femenina. ¡Qué sería de nosotras sin estos protectores varones!
Pero lo que a mí exaspera es escuchar tonterías y desinformaciones interesadas. La menstruación incapacitante afecta a un 8% de mujeres (unas trabajan, otras no) y no parece una cifra que haga peligrar nuestra economía.
"Estamos acostumbradas a que el empresariado y los sectores más conservadores se opongan siempre a cualquier mejora laboral para las mujeres"
Se trata además de una baja como cualquier otra que da el médico cuando tienes un dolor (el que sea), una baja que ya existe y que reconoce el derecho de cualquier persona —hombre o mujer— a descansar del trabajo si está bajo un dolor incapacitante. Siempre la dará el médico y no necesariamente las mujeres la pedirán todos los meses, sólo quienes la necesiten y cuando la necesiten. No parece que vayan a producirse avalanchas de mujeres menstruantes pidiendo "disfrutar" de la baja.
¿Qué cambia entonces? En realidad es un cambio técnico sobre lo que existe. Sencillamente esa baja —que dará el médico— ahora se abonará desde el primer día y será con cargo a la Seguridad Social precisamente para evitar que las empresas penalicen la contratación de mujeres y que las mujeres pierdan dinero como ocurre actualmente.
Es una reivindicación que no debería estigmatizar a las mujeres y que terminará repercutiendo en el bienestar de toda la sociedad.
Estamos acostumbradas a que el empresariado y los sectores más conservadores se opongan siempre a cualquier mejora laboral para las mujeres, mejoras que por cierto después benefician a todos los trabajadores.
Ocurrió con Ley de la Silla (1912) que dos años después se aprobó para los hombres. Lo vivimos con la Ley de "Igual trabajo, igual salario" con la de "Conciliación" o con la de "Igualdad de trato y de oportunidades": reivindicaciones de las mujeres que terminan beneficiando a todos.
Con esta ley será igual pero mientras eso ocurre ya ha servido para hablar de lo innombrable y para invitarnos a reflexionar sobre el modelo de empresa que queremos y el papel que deben jugar las personas en el engranaje productivo.
Rosa Peñalver Pérez.
Docente. Jubilada.