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Fincas agrícolas o huertos solares

4/02/2023 - 

MURCIA. Las dificultades que cada día encuentran los agricultores del Campo de Cartagena derivadas de las continuas restricciones que se les imponen y la demonización de su actividad están provocando que muchos de ellos se planteen abandonar la actividad y el cultivo de sus tierras.

La Ley 3/2020 de protección del Mar Menor ha supuesto un incremento de los costes de producción (operadores ambientales, auditorias, instalaciones, …) que, junto a la subida de los precios de la energía y los fertilizantes y las inversiones que están realizado para reducir su impacto ambiental, difícilmente les permite cuadrar las cuentas.

"Las dificultades están provocando que muchos se planteen abandonar el cultivo de sus tierras"

Por si no fuera suficiente, la recientemente aprobada reducción del trasvase Tajo-Segura, sin una alternativa de suministro de agua viable, puede provocar el hartazgo de los agricultores, injustamente perseguidos, y ocasionar el abandono de las tierras de cultivo con la destrucción de hasta 15.000 empleos del sector agroindustrial, con el impacto negativo que conlleva sobre la economía y el medio ambiente regional.

En poco tiempo el regadío del Campo de Cartagena ha pasado de ser uno de los principales valores de la Región, por su innovación y tecnología que permite producir más alimentos con menos recursos, a estar señalado como responsable de la alteración ambiental del Mar Menor y por tanto objeto de persecución.

Se ha olvidado que, gracias al empuje y tenacidad de los casi 9.700 comuneros, con el apoyo de las administraciones, se consiguió poner en regadío más de 42.000 ha convirtiéndose en la mayor suministradora de frutas y hortalizas de Europa. Contribuyeron al lema, hoy tristemente depreciado, que con orgullo nos representaba: "Murcia Huerta de Europa".

Las restricciones a la actividad agraria (precio del agua, limitaciones de cultivo, competencia desleal de terceros países, cambios normativos, etc.) están provocando una depreciación del valor de la tierra y que los agricultores busquen alternativas u otras provincias menos restrictivas en las que desarrollar su actividad.

Se plantea como alternativa la transformación de las fincas agrícolas en grandes huertos solares, actividad permitida en las zonas sensibles de afección a la laguna, por la que se puede llegar a conseguir 2000- 3000 euros ha/año. Se pretende sustituir el manto verde productivo de alimentos por estructuras metálicas que soportan las placas fotovoltaicas. Se cambia el verde de las plantas por un mar de espejos.

"para proteger el Mar Menor la solución no es sustituir la agricultura por inmensos parques fotovoltaicos"

Se contempla la construcción de huertos solares como la solución ante la escasez de agua y la contaminación del acuífero, ya que así se reduciría el regadío y el uso de fertilizantes. Sin embargo, hay que señalar que el abandono de la superficie cultivada deteriora el medio ambiente, disminuye la producción agrícola y destruye empleo, con la consiguiente dependencia alimentaria y el incremento de los precios.

La construcción de parques fotovoltaicos en grandes extensiones de terreno del Campo de Cartagena genera un enorme impacto visual y puede deteriorar el paisaje contribuyendo a la desertificación y erosión del suelo. Mientras que el manto verde de las más de 42.000 hectáreas de regadío del Campo de Cartagena es capaz de absorber cerca de un millón de toneladas de CO2, contribuyendo a mitigar los efectos de la erosión de nuestros suelos. Por tanto, para proteger el Mar Menor la solución no es sustituir la agricultura por inmensos parques fotovoltaicos.

Los agricultores necesitan contar con la garantía de tener agua suficiente a un precio competitivo y que se les facilite su actividad para seguir produciendo sosteniblemente y mantener el alto nivel de empleo. Así seguirán contribuyendo a recuperar el Mar Menor y luchar contra la desertificación y el cambio climático.

Miguel Ángel Cámara Botía

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