una región en marcha / OPINIÓN

Escasez de agua o gestión deficiente

Foto: JAVIER CARRIÓN (EP)
29/04/2023 - 

MURCIA. La sequía que desde este invierno está golpeando a la península ibérica ha puesto de manifiesto las debilidades de la gestión del agua en nuestro país. Se está más pendiente de oportunidades políticas que de un proyecto nacional que haga frente a uno de los desafíos más importantes a los que nos enfrentamos: la gestión eficiente del agua para asegurar su disponibilidad para todos y en todo tiempo.

Los enfrentamientos políticos y una desacertada política del agua han primado más a quienes defienden una gestión del agua basada en el prohibicionismo y la reducción de la agricultura intensiva. La consecuencia de esta visión cortoplacista es la destrucción de embalses y pantanos, tan esenciales en momentos de sequía y fundamentales para controlar las inundaciones y producir energía limpia y barata.

Por cuestiones políticas no llegó a aprobarse el plan Borrell de interconexión entre cuencas desde el norte al sur de la península. Posteriormente, cuando Aznar había conseguido aprobar, con un amplio consenso, el Plan Hidrológico Nacional para transferir el agua excedentaria del Ebro a las cuencas deficitarias del sureste e incrementar la capacidad de embalse de Aragón, rápidamente fue derogado por una decisión marcada nuevamente por el oportunismo político.

"LA agenda 2030 supONE el golpe a las posibilidades de HACER planificaciones hidrológicas no politizadas"

La aparición de la agenda 2030 ha supuesto el golpe definitivo a las posibilidades de realizar planificaciones hidrológicas no politizadas. En torno a unos objetivos loables de buscar el bien común, ha surgido lo que se puede definir como nueva política ecototalitaria. Su objetivo es imponer una hoja de ruta en la que se coartan las libertades individuales bajo el lema "salvar el planeta de las continuas agresiones de la humanidad".

Se maltrata y humilla a quien discrepa, se construyen relatos ad hoc obviando el necesario debate científico. Se señala despectivamente a quienes plantean que, a través del conocimiento y la tecnología, es perfectamente posible mantener el crecimiento de la población, la mejora de la calidad de vida y combatir las desigualdades, sin degradar el medioambiente.   

Las cuencas mediterráneas, que concentran una gran población y con cultivos de gran valor añadido, son las de mayor demanda de agua tanto para el abastecimiento urbano como la agricultura. Sin embargo, a pesar de la escasez crónica de lluvias son las que actualmente mejor están respondiendo a la situación de estrés hídrico que padecemos.

En el Levante español, la colaboración pública-privada ha sido el motor que ha conseguido desarrollar una gestión sostenible e inteligente del agua. Los municipios que externalizaron la gestión de los abastecimientos han reducido pérdidas, incrementado el rendimiento de las redes, mejorado la calidad del agua y atendido a toda la población y a día de hoy no hay restricciones.

Por su parte, las administraciones públicas han invertido en la construcción de conducciones, embalses reguladores y plantas desalinizadoras para garantizar la disponibilidad del agua a precios asequibles.

Gracias al carácter emprendedor y al gran esfuerzo inversor de los agricultores murcianos se ha conseguido modernizar y digitalizar los sistemas de producción. Se ha logrado producir más con menos agua y fertilizantes, contaminar menos y convertirse en un referente mundial de buenas prácticas agrícolas y ambientales.

Ejemplo de ello es la agricultura de precisión que se emplea en el Campo de Cartagena, en el que desde hace años se utilizan las más avanzadas tecnologías para reducir al mínimo el consumo de agua y el impacto ambiental de su actividad, además de incorporar aguas depuradas y desalinizadas.

Los fenómenos climatológicos extremos requieren de una respuesta eficaz e inteligente para conseguir adaptar las necesidades de agua a la realidad climática. Hay tecnología, talento y experiencia en gestionar la escasez de agua, la cuestión es encontrar dirigentes comprometidos en ponerla en práctica.

Miguel Ángel Cámara Botía

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