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una región en marcha / OPINIÓN

Combatir la sequía con inteligencia

Foto: JAVIER CARRIÓN (EP)
22/04/2023 - 

MURCIA. La sequía que España está sufriendo durante los últimos tiempos ha provocado que casi el 15% de la península se halle en situación de emergencia y más del 28% en nivel de alerta y prealerta. El año 2022 tuvo unas precipitaciones medias por debajo de lo normal, siendo el sexto año más seco desde 1961.

Esta situación de falta de agua, que habitualmente experimentamos en el sureste español, se ha ido extendiendo al resto de las regiones convirtiéndose, actualmente, en uno de los mayores retos a superar. Estos periodos de escasas precipitaciones son recurrentes cada 10 años y gracias a la innovación, las infraestructuras hidráulicas y la tecnología, en el Levante hemos adquirido la necesaria resiliencia. 

"Hay que cambiar la actual política hídrica para construir y compartir en lugar de destruir y dividir

Para combatir los efectos meteorológicos extremos (inundaciones o sequías) en nuestro país se impulsó durante el siglo XX la construcción de gran número de embalses que permitieron regular el caudal de los ríos y generar una gran capacidad de almacenamiento de agua. Por ello, no tiene explicación que el Gobierno, en medio de esta grave crisis climatológica, presuma de ser líder europeo en la destrucción de embalses: 108, casi la mitad de las desmanteladas en todo el continente.

Las consecuencias más inmediatas ya nos están golpeando. Disminución de la producción agrícola y ganadera e incremento imparable de los precios de los alimentos básicos. Probables restricciones en los abastecimientos urbanos. Deterioro del atractivo turístico. Pérdida de puestos de trabajo en el campo y avance de la desertificación.

Agricultores y ganaderos ya se están movilizando por el terrible efecto que tiene sobre su actividad, alertando ante la previsible baja producción de frutas y hortalizas y hasta ceses de actividad por la falta de agua. Reclaman políticas nacionales de buena gestión del agua, reformas estructurales y superar los enfrentamientos políticos y regionales.

La falta de lluvias provoca que dependamos del agua embalsada. Por ello, sorprende que quienes hace pocos meses denunciaban el vaciado de embalses para producir energía más barata, cuando la luz estaba en máximos históricos, estén promoviendo la destrucción de embalses por ser un "invento franquista" o en base a la ideología radical-ecologista de devolver los cauces naturales de los ríos. 

Para que las personas beban, coman o cultiven hace falta almacenar el agua y también para generar o almacenar energía limpia. Necesitamos agua para hacer frente a los periodos secos y ello solo es posible con una gran capacidad de almacenamiento, como están haciendo otros países que persiguen su soberanía alimentaria y energética.

Hay soluciones para compatibilizar los embalses con la preservación de la fauna y flora fluvial que tanto reclaman los medioambientalistas. La permeabilización de la presa de Santa Lucía (Ávila) es un buen ejemplo, ya que con una pequeña inversión se ha logrado el paso de peces entre los tramos separados del río. Se trata de abordar con rigor y talento la coexistencia de embalses y medio ambiente.

La feroz sequía que nos asola es una oportunidad para cambiar la actual política medioambiental basada en la destrucción de embalses y la desregulación de los ríos. Frente a un futuro incierto en el que podríamos enfrentarnos a situaciones más extremas hay que responder garantizando calidad y cantidad de agua

Es necesario incrementar la capacidad de almacenamiento de agua tanto para asegurar su disponibilidad como para almacenar energía. Mejorar el manejo eficiente del agua en agricultura como se hace en los regadíos murcianos, que permiten producir más con menos agua.

Hay que cambiar la actual política hídrica para construir y compartir en lugar de destruir y dividir. Hay soluciones inteligentes, habría que encontrar dirigentes inteligentes que quieran aplicarlas.

 Miguel Ángel Cámara Botía

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