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SILLÓN OREJERO

El astronauta Aznar, los tebeos de ciencia ficción del Flash Gordon español

Editorial Valenciana, aprovechando el éxito de 'La Guerra de las Galaxias', lanzó en 1978 el cómic 'Luchadores del Espacio', una adaptación de las novelas de ciencia ficción de George H. White (seudónimo de Pascual Enguídanos Usach, natural de Llíria) 'La saga de los Aznar'. Dibujada por Antonio Guerrero, la historia era una space-opera en la que Miguel Ángel Aznar partía hacia Ganimedes con la intención de colonizar el satélite de Júpiter para establecer una humanidad mejor

18/10/2021 - 

MURCIA. Las novelas de George H. White han sido llevadas al cómic con diferentes títulos en dos épocas: Hazañas de la juventud audaz y Luchadores del espacio. La primera, a finales de los setenta; la segunda, entre 1959 y 1960, que luego fue reeditada en los 80 como Miguel Ángel Aznar en la colección Colosos del Cómic de la misma editorial. Los guiones estaban firmados por el propio escritor de las novelas.

La saga de los Aznar era una serie de explotación de género de manual. Pascual Enguídanos era un obrero del formato, había escrito novelas románticas, bélicas y del oeste hasta que triunfó con las aventuras en el espacio de esta familia. Según el escritor Carlos Quintana Francia, se publicaron 234 números, aunque solo unas tres decenas tenían estos protagonistas. Luchadores del espacio fue una entrega final con otro seudónimo, Val S. Smith, que reunió veintidós números. La línea, no obstante, era la misma, la marcada por personajes como el Flash Gordon de Alex Raymond, viajeros que corrían aventuras en lugares insospechados poblados por criaturas fantásticas y civilizaciones desconocidas. Así lo reconoció el propio Enguídanos:

"...A la cabeza de sus dibujantes figuraba Alex Raymond, el cual inmortalizó la figura de Flash Gordon. El Aventurero incluía otras historias, pero de todas la que caló en mí, fueron las peripecias galácticas de Flash Gordon. Para expresarlo de modo lírico, fue la semilla que cayendo en tierra abonada fructificó llevándome veinte años después a dar mi propio fruto, realizado en la SAGA DE LOS AZNAR, por citar mi obra favorita y la que me reportó más éxito bajo el seudónimo de George H. White"
 

Lo que más llama la atención de los tebeos que aparecieron en los 70 son los paralelismos con la Conquista de América. Incluso el propio autor, por esas fechas, con los cambios políticos que trajo la desaparición de la dictadura, reescribió algunas de las novelas eliminando estos guiños. No obstante, son patentes en las viñetas, por ejemplo, cuando los astronautas hablan de su misión de colonizar lugares mejores o cuando encuentran oro nada más llegar a Ganimedes.

Diversos estudios han explicado la estrecha relación entre el falangismo y los protagonistas de estas aventuras. Los Aznar encarnarían el ideal de ser mitad monje, mitad soldado. El profesor de la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Orihuela, José Miguel Chuliá, ha destacado que la familia de la saga reúne todas las características del ideal almogávar del que hablaba Franco en su obra Raza. Hay hasta viñetas cuyos textos guardan parecido con el famoso parte que anunció el fin de la Guerra Civil. La heráldica con águilas era habitual y hasta la llegada a un planeta está copiada del cuadro La llegada de Miguel López de Legazpi y el Padre Andrés de Urdaneta a Filipinas. Un icono de la colonización de América.

Lo curioso es que con pequeñas modificaciones del guión, orientadas a aligerarlo más que a otra cosa, estas obras triunfaron en Francia y Portugal. Las ediciones francesas estuvieron saliendo hasta 1984. Estas viñetas, dibujadas por el prolífico dibujante malagueño Antonio Guerrero, son las que luego fueron publicadas en los setenta a color en España para aprovechar el éxito de La Guerra de las Galaxias.

Es curioso cómo comienza Luchadores del espacio, con un Aznar ejerciendo de vagabundo por las calles, una presentación muy de superhéroes por otra parte. Y es gracioso cómo su tío le hace volver al redil, publicando una falsa esquela en los medios en la que se busca a su heredero. Cuando le encuentra y le ve que hace vida de homeless, es simpático que se refiera a él como "tunante". Pero comparte igualmente con él su peligrosa misión, como se ha expuesto, que es que colonicen un satélite para establecer una humanidad mejor. La mala noticia para Aznar, el mochilero, es que su tío se ha gastado la supuesta herencia en el cohete.

En la odisea espacial, la tripulación olvida el noble ideal en cuando se habla de oro y algunos se conjuran para preparar una traición a los entusiastas mandos para  llevarse su la nave, el Explorer, como el navegador, cargada de oro y abandonarles a su suerte. De esta manera, vemos cómo se enfrentan a hormigas gigantes inteligentes y homínidas o se encuentran civilizaciones hostiles.

La aventura es cómo consiguen volver a La Tierra y lo mejor empieza en este viaje de vuelta. Se hace en una nave que le entregan a Miguel Ángel Aznar los ragolinos, no sin antes hacerle jurar que empleará sus avances tecnológicos, un poderoso rayo, para "defender a los débiles y luchar contra todas las injusticias del mundo". Nada más llegar a casa, de hecho, lo utilizan para detener la guerra nuclear entre la URSS y Estados Unidos.

Esta coalición se produce tras encontrarse, toma tomate, a hombres azules en estado de hibernación en su huida de unos robots que funcionan con cerebros trasplantados. Los humanos de ese planeta habían sustituido sus cuerpos biológicos por elementos tecnológicos y solo les quedaba el cerebro. La idea era mantener las máquinas en funcionamiento por millones de años, ya que son más duraderas que los cuerpos de carne y hueso, para obtener así la inmortalidad y que sus cebreros vivan centenares o miles de años. Es decir, en ambos casos, lo relevante es la inmortalidad. El transhumanismo.

Algo similar a lo que aparece en el último tercio de la serie, cuando Aznar conduce a una colonia de humanos al planeta Redención. Un planeta hueco en cuyo interior habitan humanos de silicio que se comunican por reflejos luminosos. Estos encarnarían el ideal transhumanista. Aunque lo relevante es que generan un debate entre los humanos que acaban de llegar con Fidel Aznar al mando: si arrasarles o no. Ciertamente, hay mucho humor involuntario.

La lectura de esta serie en la actualidad merece la pena por los aludidos detalles. Las reflexiones sobre quién debe existir y quién no, la obsesión por obtener la inmortalidad a través de la tecnología y, por supuesto, la imaginación, las ideas inverosímiles y fantasiosas. Los grandes ideales del fascismo español, ya diluidos, se convierten en caricaturescos y en un entorno de insectos semi-inteligentes y cerebros con ruedas, la verdad, tampoco es que desentonen.

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