CARTAGENA. A mediados del siglo XIX irrumpió en Europa una oleada espiritista muy intensa procedente de los Estados Unidos. Todo había empezado en 1848 con las experiencias de unas niñas, hermanas Fox, que, mediante ruidos cortos, decían comunicarse con un espíritu presente en la casa de su familia en Hydesville, cerca de Newark, en el estado de Nueva York. Cuando adquirió suficiente confianza, el espíritu dijo ser Charles B. Rosman, un tratante comercial asesinado y enterrado en aquella casa. Aunque los miembros de la familia Fox eran metodistas, en conexión con sus intentos de comunicarse con los espíritus, supuestamente de un humano fallecido, surgió el espiritualismo, como fue llamada en los Estados Unidos aquella corriente, cuya doctrina adjuntaba al Universo material un mundo espiritual paralelo.
En 1851 el juez Edmond, presidente de una comisión que había investigado el asunto, declaró que la comunicación con espíritus por ruidos era cierta. Con ese aval, para cuando las hermanas Fox confesaron que los ruidos los hacían ellas chascando los dedos de los pies, el movimiento ya se había propagado por varios países europeos. Al final apareció un esqueleto en la casa de los Fox, lo que reforzó la fama del fenómeno de Hydesville, pueblo que ya no existe en Nueva Yok. En 1854 Allan Kardec, pseudónimo de H.L.D. Rivail, publicó El libro de los Espíritus, con el que logró que el fenómeno se popularizase extraordinariamente, a pesar de los numerosos errores científicos que plagaban aquella obra. A partir de entonces en muchas casas particulares, generalmente de gentes de clase media y alta, se organizaron séances espiritistas, que obtenían mejores resultados cuando contaban con la ayuda de médiums o mediadores entre las ánimas y los humanos.
"sería inexplicable que no presidiese Ayuso el PP madrileño, pues lo usual es que los presidentes autonómicos presidan el partido en su región"
Pues bien, en la reciente reunión de la Junta Directiva del PP, en cuyo curso se despidió Casado de la Presidencia, fue invocado el espíritu de Rita Barberá, la alcaldesa popular de Valencia que falleció repentinamente, acosada por presunta corrupción por sus adversarios y abandonada a su suerte por sus afines. La médium que sacó su nombre a relucir fue la lideresa popular madrileña. La frase ritual, "Rita, si estás ahí da dos golpes", fue seguida por un clamoroso silencio: ni se oyeron los dos ruidos, ni los asistentes aplaudieron a Ayuso. Mal síntoma. Se ha dicho que el futuro presidente Feijóo incorporará a Ayuso a la Junta Directiva "para tenerla controlada". Doble error: debería incorporarla por agradecimiento, pues no podría aspirar el gallego a presidir el PP de no haberse rebelado Ayuso contra la persecución que, desde fuera y, más doloroso, desde dentro padecía. Y, si no por agradecimiento, por justicia: sería inexplicable que no presidiese Ayuso el PP madrileño, pues lo usual es que los presidentes autonómicos presidan el partido en su región.
También se ha dicho que Casado se ha visto obligado a dimitir por perseguir la corrupción. Todavía hoy lo sigue diciendo el dimisionario vicepresidente de Comunicación del PP. Menos mal que va a dimitir, pues las directrices comunicativas peperas han sido pésimas en los últimos meses, en especial en los dos temas que, con apoyo del Aparecido, le dieron la Presidencia a Casado: el separatismo, del que se hablará en otro Pasico, y la corrupción.
Habrá que dar algunos datos para centrar el análisis. Según las estadísticas recopiladas por los órganos pertinentes de la UE, la región española con mayor intensidad de corrupción es Cataluña, seguida por Andalucía y, solo en tercer lugar, Madrid y Valencia. Sin embargo, los comunicadores del PP se han mostrado incapaces de trasmitir esa información tan relevante. La cosa es todavía peor si se contabilizan las cantidades malversadas por los distintos partidos españoles: en primer lugar, figura, y con gran ventaja, el partido del criptoseparatista Pujol; en segundo lugar, atención, el PSOE; solo en tercer lugar, el PP. Sin embargo, los inútiles comunicadores peperos han logrado que la corrupción se asocie al PP, a pesar de que, con las cuantificaciones en euros, los pujolistas y los socialistas los superan.
No serían las cosas distintas si nos centrásemos en la actualidad. Cierto día todos los medios de comunicación hablaban de los 300.000 euros del hermano de Ayuso; ese mismo día la Oficina Antifraude de Cataluña abría una investigación por contratos sanitarios irregulares a los herederos de Pujol por un importe de 43 millones de euros. Se dice pronto, 43 millones de euros, pero era poco: ese mismo día se cumplía más de un año que los órganos españoles de supervisión mantenían retenidas las denuncias por los sospechosos contratos sanitarios, por un importe de 107 millones de euros, de la etapa ministerial de Illa, el actual dirigente del PSC. Y todo eso sin prestar a atención a cuestiones menores, una por poco relevantes y otra por antiguas: la esposa del socialista Espadas, candidato a la Presidencia de Andalucía, estaba siendo investigada por haber sido contratada irregularmente por la administración andaluza y, cosa antigua, proseguían las investigaciones por una desviación de 40 millones de euros destinados a infraestructuras hidráulicas por parte de un antiguo diputado socialista, igual que seguía el reguero de condenas por al trama de los ERES, cuyo montante asciende a unos 687 millones de euros.
La remonda: no bien entraron en funciones los nuevos miembros de la Cámara de Cuentas cuando, con un voto socialista y otro podemita, dicho organismo aceptó que los fondos públicos de Cataluña avalasen las multas por malversación que iban a pagar los sediciosos del golpe de 2017. ¿Alguien se imagina la que se habría armado en nuestra región si el gobierno de Miras hubiese propuesto que el ICO satisficiese la multa que acaso impongan al consejero Cerdá en el 'caso Topillo'? Pues eso han hecho, con las citadas complicidades, los miembros del gobierno separatista presidido por el dialogante Aragonés.
Llegados a este punto el Aparecido empieza a sospechar que tal omisión pepera de su labor opositora no era mero despiste o negligencia, sino más bien se debía a que, lejos de perseguir la corrupción, aquí se trataba de perseguir a Ayuso. Si tal fuese, el PP sería el único partido español que ha usado los indicios de irregularidades para ganar batallas internas, en vez de dedicarse, como legítimamente hacen los demás, a ganar las batallas externas. ¿Sabe el dimisionario Montesinos que los separatistas aclamaron recientemente a Pujol, su máximo defraudador, y que, en Sevilla, han recibido con aplausos a Griñán, el presidente condenado por prevaricación y malversación? Si Feijóo quiere ganar las elecciones españolas una de sus tareas prioritarias será mejorar ostensiblemente la política de comunicación relativa a estos asuntos. Si se quieren investigar los contratos sanitarios, el Aparecido apoyará esa idea, pero todos los contratos sanitarios, incluidos los catalanes, los valencianos y, por supuesto, los ministeriales. Si esa labor depuradora general no se emprende, el resto será ventajismo e hipocresía. A eso, el Aparecido no juega: trasparencia, sí; autofagia, no.
JR Medina Precioso