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el pasico del aparecido / OPINIÓN

Un aristotélico en la crisis del PP

26/02/2022 - 

CARTAGENA. Muchos, que apoyaron a Casado en las elecciones a presidir el PP, se han sentido afligidos por la reciente crisis de este partido; otros muchos, que apoyaron a Ayuso como candidata a presidir la región madrileña, también se han sentido afligidos; unos terceros, como el Aparecido, que apoyaron tanto a Casado para presidir el PP como a Ayuso para presidir la región madrileña, nos hemos quedado perplejos ante la reciente crisis del PP. Dicho más sencillamente, con cara de tontos.

"la ventaja de Ayuso era que su discurso, que hablaba de libertad, de no achantarse ante el adversario, de abrir los bares y bajar los impuestos, emocionaba; Eso fue lo que no supieron calibrar Casado y Teo"

En estas crisis existenciales conviene echar mano de los clásicos en busca de orientación. Y mejor aún si esos clásicos gozan de aprobación entre nuestros adversarios, pues de ese modo acaso resultemos más convincentes. En suma, empezará apoyándose en Carlos Marx, el de El Capital. Es bien sabido que dedicó su tesis doctoral a comparar la filosofía de Demócrito con la de Epicuro, sendos atomistas. Al final concluyó que era preferible la de Epicuro, por motivos que ahora no vienen al caso. Se dio la circunstancia de que Aristóteles se opuso al atomismo porque no veía ningún motivo para que no fuese factible romper en cachitos cualquier trozo de sustancia, por pequeño que fuese. La cosa no habría tenido mayor importancia si no hubiese sido porque, a diferencia de Aristóteles, los atomistas eran ateos. En consecuencia, cuando el cristianismo se expandió, los atomistas fueron relegados y Aristóteles acogido como un pagano particularmente adaptable a la Teología cristiana. Tuvo que ser un cura, Gassendi, quien rehabilitase la idea de los átomos señalando que, con tal de que su número fuese finito, no era incompatible con los evangelios. ¿En qué pasaje había condenado Jesús de Nazaret los átomos? En ninguno, ¿verdad? Pues entonces. Pero ya era tarde: los marxistas, como los grandes ateos que eran, la habían tomado tirria a Aristóteles, mientras que a muchos teólogos les gustaba.

Y ahora viene la gran sorpresa. Meditando sobre las consecuencias de los avances técnicos sobre los trabajadores, dijo Marx en El Capital que "si las herramientas, soñaba Aristóteles, el más grande de los pensadores de la Antigüedad... pudiesen ejecutar los trabajos que les están encomendados... el maestro no necesitaría auxiliares, ni el señor esclavos". Acaso las máquinas llegarían a hacer todos los trabajos, lo que originaría un masivo desempleo, sospechaba Marx. Ese era una cuestión en la que Santiago Carrillo, otra fuente impecable, solía hacer énfasis en su última etapa. En su libro La gran transición, de 1995, dedicaba todo un capítulo a "La revolución científico-técnica y sus consecuencias". Y la principal consecuencia era que, en efecto, podríamos dejar de trabajar porque las máquinas se encargarían de todo, como Aristóteles había soñado.

No pensaba el Aparecido ponerse a discutir si el avance técnico está contribuyendo al desempleo masivo que padecemos, sino solo mostrar que puede uno apoyarse en Aristóteles sin problemas, pues el propio Marx, quizás en un momento de despiste, lo había elevado al rango de "el más grande de los pensadores de la Antigüedad". Si se equivocó, se siente. De acuerdo con la doctrina Batet, los errores son irreversibles. Y santa Rita, santa Rita, lo que se vota, no se quita.

Ahora, con total tranquilidad, puede el Aparecido recordar que Aristóteles había identificado las tres bases de los discursos persuasivos: el logos, el ethos y el pathos. Eso del logos les sonará a los cristianos, que suelen traducirlo como el Verbo, y, en efecto, se trataba de palabras o argumentos, pero de palabras o argumentos razonables, coherentes, lógicos. En suma, un discurso era persuasivo si era razonable, si convencía al oyente apelando a su raciocinio. En ese aspecto, los discursos de Casado y de Ayuso eran por igual razonables. Como dijeron algunos tertulianos, "el problema es que ambos llevan razón". Sigamos pues. El segundo criterio para que un discurso fuese persuasivo era el ethos, es decir, que apelase a la ética del oyente. Ahí Aristóteles, al que le gustaba comparar datos, no se metió en el jardín de dictaminar los fundamentos de la ética, sino que, pragmático, se remitió el prestigio del orador. El discurso era convincente si lo pronunciaba alguien con buen nombre, con prestigio, aceptado por la ciudadanía. Por eso se quejaba Casado diciendo: "Puedo haber hecho algo mal, pero no algo malo". Apelaba a nuestro sentido de la ética, a su prestigio de buena persona, pero lo mismo hacía, y con equiparable eficacia, Ayuso. Seguía el empate, Pero ¿y el pathos? ¡Ah, el pathos! Con eso se refería Aristóteles a las emociones. Un discurso era persuasivo si emocionaba a los oyentes. Podía ser muy razonable y dicho desde el prestigio, pero si no emocionaba, chungo.

Sospecha el Aparecido que ahí residió la ventaja de Ayuso: su discurso, que hablaba de libertad, de no achantarse ante el adversario, de abrir los bares y bajar los impuestos, emocionaba. Eso fue lo que, en modesta opinión del Aparecido, no supieron calibrar Casado y Teoel intenso grado de movilización emocional que Ayuso había logrado promover entre los militantes y los votantes. Igual que Soraya infravaloró el cabreo de los cuadros medios con el golpe sedicioso separatista, y por eso perdió ante Casado, el tándem dirigente del PP infravaloró el intenso pathos que emanaba de Ayuso. Probablemente por eso habrá un congreso extraordinario y probablemente por eso el único candidato será un Feijóo repleto de logos y de ethos, pero escasillo de pathos. En cuanto a Teo, seguirá siendo diputado y, por tanto, podrá seguir moviéndose a favor de nuestra región. El Aparecido lo recomienda que lo haga, más que nada porque es demasiado joven para decidir que ya ha pasado su tiempo. Basta con un poco de humildad para segur adelante. El Aparecido, que ha sido ex muchas veces, lo sabe por experiencia. Eso sí: hay que trabajarse el pathos.

JR Medina Precioso

jrmedinaprecioso@gmail.com

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