CARTAGENA. Son muy pocos los países que cuentan con la capacidad de diseñar y construir sus propios submarinos, y todavía menos los que tienen la tecnología para construir submarinos convencionales (no nucleares). Navantia ha entrado a formar parte del selecto club de países con capacidad de diseñar y construir submarinos (Alemania, China, Francia, Japón, Rusia, Suecia, Estados Unidos y Reino Unido están entre ellos). Esto sitúa a España en el nivel más elevado en el campo de la construcción naval mundial.
El submarino constituye un arma de disuasión estratégica para la defensa que implica una fuerte apuesta industrial y tecnológica si se quiere contar con un modelo propio. De hecho, acometer un programa de diseño y construcción de submarinos es probablemente uno de los mayores retos a los que se puede enfrentar la ingeniería actual.
En él se precisa de personal con habilidades y capacidades únicas, complementadas con práctica en sus áreas de experiencia, y también se necesita disponer de instalaciones de construcción y apoyo dotadas de medios muy precisos. Por eso los gobiernos que deseen contar con la capacidad para el diseño y construcción de submarinos deben apostar fuertemente por una base industrial sólida que la sustente.
Hasta el programa ‘S-80 Plus’, España había desarrollado su fuerza submarina con diseños, tecnología y apoyo técnico extranjero (de Estados Unidos y Francia fundamentalmente), pero tras los éxitos obtenidos en portaviones (‘LHD Juan Carlos I’), buques anfibios (clase ‘Galicia’) y fragatas (‘F-100’), la Armada pensó, y convenció al nivel político, que había llegado la hora de intentar lo más difícil: diseñar un submarino propio.
El diseño de un buque de este tipo es un trabajo de ingeniería altamente especializado y complejo que pone en valor la capacidad tecnológica de la industria naval del país. Se trata, como se ha explicado, de uno de los mayores retos a los que se puede enfrentar la ingeniería actual. Es, de hecho, el proyecto tecnológico más complejo que jamás se ha acometido en España.
En la actualidad son muy pocos los países que cuentan con la capacidad de diseñar y construir sus propios submarinos, y menos con este nivel de sofisticación. Resulta muy complicado solventar las dificultades intrínsecas del diseño de un sistema que debe ser capaz de operar de forma autónoma en entornos extremadamente hostiles durante largos períodos de tiempo, y que requiere de conocimientos altamente especializados en disciplinas muy diversas (materiales, hidrodinámica, mecánica, acústica, etc.), además de disponer de una base industrial y tecnológica de apoyo altamente cualificada y especializada. Por eso este es un club al que no ha accedido ni una decena de países en todo el mundo.
En abril de 2004, Navantia recibió el encargo, y el enorme reto, de diseñar y construir cuatro submarinos propios (los ‘S-80 Plus’) por parte de la Armada española. El primero se debía haber entregado en el año 2012, pero el proyecto sufrió distintos retrasos y dificultades. Los principales contratiempos se debieron a un sobrepeso inicial y al retraso en la definición y desarrollo del sistema AIP.
Estos problemas detectados al principio del programa ‘S-80’ han sido solventados con éxito. Un programa de diseño de submarinos necesita disponer de personal con habilidades y capacidades únicas, además de experiencia, así como de instalaciones de construcción y apoyo dotadas de los medios necesarios. En este sentido, el programa ‘S-80 Plus’ ha permitido capacitar al astillero de Navantia en Cartagena, donde se ha formado a un equipo de ingenieros en las disciplinas asociadas (hidrodinámica, acústica, casco resistente, materiales, mecánica, fluidos, etc.) y se ha dotado a sus instalaciones con los medios de construcción necesarios (prensas, torres de soldadura, LBTS del AIP, etc.) y con las técnicas de gestión requeridas por la complejidad inherente a este tipo de proyectos (ingeniería de sistemas, modelo de gestión Lean, IPPD, EVMS, Astillero 4.0).