arte urbano

El rompeolas de Cartagena que se convirtió en museo

16/05/2021 - 

CARTAGENA. En los tiempos sin covid, si uno se daba un paseo por el dique de La Curra en Cartagena era muy posible que fuera testigo de la llegada de alguno de los enormes cruceros que atracaba en la ciudad. También cabía la posibilidad de encontrar metido en faena por allí a Pedro Conesa Lorente, el artista cartagenero que durante los últimos seis años ha pintado nada menos que 75 de los grandes bloques de hormigón que sirven de frontera con el mar. Los navíos cargados de turistas han dejado de llegar, pero allí sigue a menudo el pintor, creando nuevos murales, charlando amigablemente con los curiosos y hasta recibiendo a grupos de visitantes a cuyos oídos ha llegado que en Cartagena hay un rompeolas que se ha convertido en un auténtico museo de arte al aire libre.

Pedro Conesa acaba de terminar la última de sus obras en una de las caras de esos grandes bloques que recorren el dique -cada lado tiene una superficie de cuatro metros cuadrados-, en el que ha plasmado el petrolero Carthago Nova saliendo de Escombreras en 1980, embarcación que él conoció en sus tiempos como marino mercante (ahora ya está jubilado). 

Han pasado seis años desde que decidió por primera vez llevar sus dibujos en 3D a superficies de mayor tamaño, donde se pudieran observar con distancia y perspectiva. "No soy grafitero y no quería pintar en cualquier lado, por eso me vine a una pared que hay frente al rompeolas e hice un pescador entrando por el muro", recuerda. Un amigo le propuso que realizase la misma figura saliendo por el otro lado. "Para esa parte del muro necesitaba el permiso de la Autoridad Portuaria. Mientras esperaba la contestación, que tardó un mes y medio en llegar, empecé a pintar en uno de los bloques... así empezó todo", recuerda. Y hasta la fecha.

El artista cartagenero ha rendido homenaje con sus pinceles a "personajes que para mí son especiales, muchos de fama mundial, como Einstein, Chaplin, Gandhi, Groucho Marx, Beethoven, Don Quijote y Sancho Panza o Louis Armstrong; pinturas que suelo acompañar con alguna frase representiva o ingeniosa". Nunca debes tener miedo de lo que estás haciendo cuando es correcto, hay que perseverar y sobre todo tener confianza en uno mismo, dice, por ejemplo, la que figura junto a Marie Curie.  También ha dejado constancia de algunos cartageneros, ilustres como es el caso de Isaac Peral o muy populares en la ciudad como fue 'la Charito', quien se bañaba con frecuencia en la escollera de La Curra y a la que ha convertido en una sirena (eso sí, con su inseparable bolso).

Además, Pedro Conesa ha abordado temas muy diversos, desde un café asiático a un mandala en el que pintó 2.500 círculos, pasando por figuras geométricas, 'El Joputa' del virus  o un ojo que llora una lágrima que contiene el planeta (Ni un grado más, ni una especie menos).

Las obras del artista cartagenero plantean, además, un juego óptico, ya que no se perciben de igual forma a través de la mirada humana que si se hace con una cámara fotográfica, que recoge los efectos 3D y de profundidad con los que las ha pintado su autor. Por eso, aconseja a quienes las contemplen que hagan la prueba, que las miren con los ojos, pero también a través de un objetivo. 

En este sentido, cabe destacar que son muchos los que se acercan a conocer 'el museo' de Pedro Conesa, incluso llegados de fuera de la ciudad y expresamente, al haber visto su trabajo a través de las redes. "Ahora, con Internet, tu obra ya no está en Cartagena, está en el mundo", comenta Pedro Conesa, al tiempo que recuerda que hasta le ha llegado alguna referencia de China. También han contactado con él grupos grandes para hacer una visita cuando estuviera pintando por la zona y, de hecho, el rompeolas tiene hasta reseña en Tripadvisor bajo el epígrafe 'Un lugar marinero con mucho arte'.

Pedro Conesa asegura que seguirá pintado los bloques del dique de La Curra -a veces también tiene que retocar obra antigua porque se ha deteriorado por la proximidad del mar-, siempre y cuando el tiempo acompañe y mientras le divierta. Por allí estará cuando las sirenas de los cruceros vuelvan a sonar; cerca del mar que le ha acompañado toda su vida.

   

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