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El periodista Diego Sánchez, premio a la mejor comunicación sobre la pandemia

El periodista Diego Sánchez recibió este lunes el Premio a la mejor comunicación sobre la pandemia. Foto: MP

8/11/2022 - 

MURCIA. El periodista Diego Sánchez, delegado de Murcia Plaza en Cartagena, ha obtenido el Premio a la mejor comunicación sobre la pandemia SARS COV-2, un reconocimiento organizado por la Cátedra Fundación ASISA de Comunicación Sanitaria en la Universidad de Murcia y la Real Academia de Medicina y Cirugía de la Región de Murcia, con la colaboración del Colegio Oficial de Periodistas.

Bajo el título Medicina de guerra en la UCI del Rosell: "No vemos el final de esta pesadilla", el reportaje que nos ofrece Diego describe, sin ambages, la realidad, el día a día, de los sanitarios que durante meses han luchado contra la pandemia y las duras consecuencias para los pacientes y para los profesionales de la sanidad. Cuenta la dura experiencia que la intensivista María Galindo relata en su día a día en el hospital Santa María del Rosell de Cartagena. "Es muy desalentador", reconoce Galindo, "y vamos buscando la manera de sobrellevarlo. Cada día me derrumbo varias veces y me recompongo otras tantas".

En otro momento del reportaje, explica: "Los pacientes llegan muy asustados al hospital. Las caras de miedo son evidentes porque son conscientes de su empeoramiento. Llegan con fatiga y les ponen una mascarilla y luego otra con el oxígeno más enriquecido. Más tarde, aparece el intensivista y les dice que van a subir a la UCI". Y añade: "Tienen mucho miedo porque ven una progresión a peor de la enfermedad. Además, si el empeoramiento continúa y tenemos que explicarles la intubación, lo normal es que el miedo les paralice: asienten con la cabeza y poco más".

La contribución del periodismo

El objetivo del premio organizado por la Cátedra Fundación ASISA de Comunicación Sanitaria en la Universidad de Murcia y la Real Academia de Medicina y Cirugía de la Región de Murcia, con la colaboración del Colegio Oficial de Periodistas, era reconocer y destacar la contribución del periodismo escrito a la divulgación y acercamiento a la opinión pública de las causas y consecuencias de la epidemia en España, así como de los ejemplos de solidaridad surgidos en distintos puntos del país, del avance que ha supuesto la vacunación para combatir la enfermedad, y de las consecuencias que, en todos los aspectos de la vida, ha tenido o puede tener la pandemia.

El jurado valoró la fluidez informativa y el lenguaje comprensible para el público en general, el uso de fuentes informativas fiables y reconocibles, la originalidad, el ángulo novedoso o innovador en relación al tema tratado, el interés divulgativo en relación al público al que va dirigido, el punto de vista constructivo o ejemplarizante en relación a la pandemia y a sus consecuencias en la vida económica, sanitaria y social de los españoles, así como el apoyo gráfico de calidad que complementase lo expuesto en el trabajo en cuestión.

El desafío informativo de una pandemia mundial

En su discurso de agradecimiento, Diego Sánchez rememoró el reto informativo que significó la irrupción de la pandemia, que obligó a todos los medios de comunicación a reenfocar su trabajo, siempre sin perder el rigor y volcados en su vocacional labor de servicio público. "Todos tuvimos y quisimos arrimar el hombro ante una tragedia de magnitud sin precedentes. Desde Murcia Plaza lo tuvimos claro desde el mismo comienzo. Debíamos mandar un mensaje lo más coherente y certero posible, evitar el sensacionalismo, el dramatismo innecesario, y convertirnos en una fuente fiable para todos aquellos que navegábamos en la incertidumbre de esos primeros días, el desasosiego por nuestras expectativas o el miedo por nuestro futuro". No en vano, "la proliferación de las 'fake news' o la 'postverdad', tan en boga en la época Trump, estaban poniendo a los medios de comunicación en una situación crítica, porque es tan difícil alcanzar la credibilidad como rápido perderla".

Relató que Murcia Plaza puso todo su empeño en "mostrar qué estaba pasando, analizar el porqué y darle la palabra a las voces autorizadas y a los expertos, que distorsionaran lo mínimo posible el mensaje, para no perder la referencia de lo que era cierto o no". Ahora, reflexiona Diego Sánchez, "con el paso del tiempo, quizá desde un análisis más profundo y calmado, hay que reconocer que algunos actores de todo este entramado andaban tan confundidos como los profanos en la materia, de ahí que surgieran tantas corrientes antivacunas y teorías conspiranoicas, a cual más irracional y surrealista".

"Encontré la respuesta en María Galindo"

El periodista detalló también cómo se lanzó a desentrañar, desde el propio corazón de la sanidad, toda la cruda realidad de los hospitales, como era el caso del Hospital Santa María del Rosell, en un momento en el que los fallecimientos se recontaban por centenares, cuando no miles. "La pandemia nos sumió en una vorágine informativa y una realidad en la que las muertes se contaban por centenares y por miles; tanto es así que fui, o fuimos capaces, de ponernos una coraza, una gabardina de invulnerabilidad, por la que las infecciones y las defunciones a mansalva en hospitales o en residencias de mayores nos resbalaban como una fina lluvia de agua". 

"Solo me di cuenta de la magnitud de lo que otros -especialmente los que estaban en la primera línea de la batalla estaban viviendo- cuando me decidí, espoleado por mi compañero Pablo Sánchez, el gráfico que hizo el reportaje visual de esta pieza que escribí, a conocer cómo lo estaban viviendo y sintiendo los sanitarios. Encontré la respuesta en María Galindo, una intensivista con cerca de 20 años de experiencia en hospitales como el Virgen de La Arrixaca o el Santa Lucía. Agitó mi conciencia con sus palabras, porque hasta ese momento lo había vivido como una película transmitida en televisión y fue ella quien me acercó a la más cruel realidad. Solamente fui, o eso pretendía, un mero transmisor de lo que ella relataba, de la crudeza de su trabajo, de cómo huele la muerte, de la angustia interminable del paciente y del médico, y de la desesperanza y la impotencia de tratar con un virus asesino y despiadado". Y concluye: "Me emocionó su relato y me sigue emocionando cada vez que lo leo, por lo que creo que el objetivo del reportaje está cumplido".

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