MURCIA. ¿Alguna vez os habéis preguntado el motivo por el que en los cementerios o en las ciudades en donde ha habido un pasado relacionado con la muerte siempre son plantados los cipreses? ¿Por qué este árbol siempre se relaciona con el más allá y con el infierno?
Voy a contaros un secreto: no es por su forma erecta ni porque al ser muy elevados se encuentran cerca del cielo. Existen teorías que sostienen que por su propia naturaleza el ciprés es un árbol de hoja perenne, apenas necesita cuidados, y que debido a que mantienen su forma a lo largo de todo el año se le conoce como el árbol eterno, asimilándolo al eterno descanso o a la vida eterna.
Cipreses en el Cementerio de los Remedios
Los verdaderos motivos son otros más enfocados a su evolución en el pasado clásico, mitológico. Y es precisamente por dos mitos por los que se les ubica en los cementerios y se les relaciona con la muerte.
Por un lado el ciprés simboliza la melancolía y el dolor de la pérdida de un ser querido vista en el mito de Cipariso (de donde procede el término científico de Ciprés – Cupressus sempervirens –), al que conocemos desde mediados del siglo I aC en La Metamorfosis de Ovidio. El mito dice lo siguiente:
"En los campos de Cartea (Creta) había un ciervo al que las ninfas del lugar tenían por sagrado. No le faltaba de nada al animal, que con el paso de los años se había acostumbrado a corretear y pasear tranquilamente por toda la comarca sin que humanos, ni otros seres le atacasen; pues notable era su presencia. Sus cuernos brillaban como el oro; y colgaban de su torneado cuello collares de diamantes; una cinta de plata ceñía su frente, de la que pendían pequeñas perlas, que se movían graciosamente cuando se movía, a juego con las dos grandes perlas de sus orejas. El ciervo, sin temor, se dejaba acariciar de toda persona; pero sin duda, con quien más congenió, fue con Cipariso, el más hermoso de las gentes de Ceos, la antigua isla de Kea. El muchacho acompañaba al ciervo en sus idas y venidas, llevándole a los manantiales más limpios para beber y a los mejores pastos para comer; le hacía guirnaldas de flores que colgaba de sus relucientes astas y, a veces, montaba sobre su lomo para dormir después de una buena comilona. Cipariso había salido a cazar en compañía de su amigo el dios Febo Apolo. Divisó un bulto detrás de unos arbustos y lanzó contra el su jabalina. Cipariso corrió a ver la pieza que había acertado. El arma del guapo joven, que no había reconocido a su querido amigo, hirió de muerte al sagrado ciervo de las ninfas. Nada pudieron hacer ni Febo con sus conocimientos médicos ni Cipariso que lloraba desconsolado sobre el ciervo, deseando, él mismo, la muerte. Tampoco consiguió Febo sacar de la cabeza de Cipariso su deseo de morir. El agraciado joven quedó de rodillas, derramando lágrima tras lágrima, sobre el cadáver de su amado ciervo, pidiendo a los dioses estar de luto todo el tiempo. Agotadas todas las lágrimas, comenzaron sus miembros a tornarse de color verde y a crecerle el pelo que se le enmarañó y endureció; adquiriendo una gran altura desde la que podía mirar las estrellas desde su copa. Muy triste y apenado quedo Febo, por la pérdida de su amigo y, con voz honda y profunda pronunció estas palabras: Luto serás desde este instante para la gente y consuelo serás de los dolientes".
Como podemos apreciar la pérdida de ese ser querido se encuentra representada en esa transformación de Cipariso en el árbol Ciprés, el cual posee esa forma alargada para intentar llegar al más allá, atravesando para ello las barreras del cielo.
La otra hipótesis nos habla de una tradición también mitológica basada en que es en el inframundo donde encontramos al ciprés, puesto que es el único árbol que puede soportar las altas condiciones de no vida del inframundo. Una de las características que posee es su fruto, que una vez seco es identificado por muchos ancianos como 'calavera', en referencia clara a esa concepción como árbol del infierno. Se encuentra ligado a las divinidades del mundo subterráneo – Hades, Plutón-.
De otro lado, en el Diccionario de los Símbolos y Mitos de Pérez-Rioja, el ciprés es, en sí mismo, un símbolo de la generación, de la muerte y del alma. Pero, sobre todo, en su calidad de árbol perenne, siempre verde, perfumado, de madera incorruptible como la del cedro, ha tomado una significación funeraria. Ya desde los tiempos paganos, se asocia con la idea de la muerte. Idea que se encuentra reforzada por el hecho de que su follaje es oscuro y su tronco si se corta jamás vuelve a crecer.
* Santi García es responsable de 'Rutas Misteriosas' y autor del libro 'Murcia, Región Sobrenatural'