MURCIA. El comercio online dio su salto definitivo con la pandemia para instalarse como hábito en la compra de los clientes de cualquier producto. Con ello, la logística del transporte de paquetería ha tenido que crecer a marchas forzadas, fruto de un crecimiento mayor del que el sector esperaba. Si el crecimiento habitual era del 20% anual, con la pandemia el comercio online ha crecido un 50%. Aunque con el levantamiento de las restricciones este crecimiento se ha moderado, parte de ese crecimiento inesperado se ha quedado definitivamente. Con ello, se han hecho habituales los problemas asociados a comprar online. Pides un producto, pero cuando llega a tu casa no hay nadie. Es aquí donde nace la idea de crear micro almacenes urbanos, el germen de DingDone.
“La empresas es el resultado de un confinamiento y la necesidad que existe en la logística de última milla, esto es, cuando el transportista tiene que entregar el paquete”, afirma Miguel Pelegrín, CEO de la compañía. “Nuestra idea esencial es crear un ecosistema de custodia y reparto de paquetería. Es decir, si tu pides un Iphone y te puede llegar a una determinada tienda, ¿por qué no te puede llegar a tu edificio? ¿Por qué no crear microalmacenes urbanos? Que pidas un paquete y un vecino esté registrado como punto de recogida del mismo”, explica Pelegrín.
El proyecto va incluso más allá. A partir de los datos registrados de compra de un determinado producto en una determinada zona, los ‘hubbers’ (que es como la compañía llama a los repartidores registrados en la web dingdonehubs.com), almacenan una determinada cantidad del producto vendido habitualmente en la zona y, de esta manera, el cliente puede tener su producto a los 20 minutos de haberlo pedido de forma online. “Tenemos constatado que el 30% de los envíos de paquetería son fallidos bien porque la dirección está mal, bien porque el cliente no está. Pero, además, hay una tercera razón muy habitual: el operador logístico subcontrata el envío de tu producto, y, por la razón que sea, no hacen su trabajo correctamente y afirman haber estado en tu domicilio para dejar tu paquete y no han podido entregarlo en mano, aunque sea falso”, señala Pelegrín. “Esto genera problemas de movilidad urbana, además de contaminación ambiental. Cada entrega fallida son medio kilo de Co2 a la atmósfera”, añade.
DingDone comenzará su actividad en Barcelona y esperan que muy pronto puedan expandirse a más ciudades de España. “Este tipo de negocio es una actividad en Europa. Es una forma de volver al cartero tradicional. Rescatar ciertos hábitos del pasado que eran útiles y que, por el paso del tiempo, se han perdido”.