El periodo de confinamiento por Covid-19 supuso un experimento social importante en cuanto a productividad, teletrabajo y transformación digital en las empresas.
Tal vez la conclusión que podamos extraer es que el teletrabajo no sea tan malo como pensaban algunos CEO y gerentes de empresa, y tampoco sea tan bueno como esperaban todos aquellos que deseaban con ilusión el momento de que su empresa apostara por ello.
Independientemente de lo que opinen los promotores y los detractores, qué duda cabe de que tendremos que hacernos con esta modalidad ante la posible vuelta de nuevos brotes y epidemias futuras, tal vez no tan lejanas.
Las empresas no pueden quedar a la espera de que los gobiernos dicten como funcionar. Necesitan ‘armarse’ de estrategias y procedimientos para que su actividad no pare, o padezca el menor perjuicio posible en caso de nuevas escaladas de contagios y futuras pandemias.
Todo hace pensar que esto que algunos llaman ‘desescalada’, no será ni una vuelta a la normalidad, ni (esperemos) una entrada hacia una ‘nueva normalidad’ como eufemismo para maquillar alguna sombra distópica sobre nuestro futuro. Más bien será un paréntesis entre brotes: un tiempo muerto como esos que piden los equipos de baloncesto, hacia el final del partido, para organizar las jugadas que les pueden llevar a ganar.
De eso se trata: tomar tiempo para organizarse: ¿Aprovecharán las empresas ese tiempo para reconfigurar sus estructuras y hacerlas más flexibles, esbeltas y delgadas?
¿Por qué hablo de flexibles, esbeltas y delgadas?
Porque en la Sociedad 4.0 las leyes de la evolución y supervivencia animal han sido reescritas. Darwin ha muerto. Se ha extinguido: “en la lucha para la supervivencia, ya no gana el más fuerte, sino el más rápido”.
La misma definición de inteligencia ha cambiado: “el más inteligente no es el que mejor se adapta al medio, sino el más rápido se adapta a los cambios que afectan al medio”.
Lo hemos visto con el Covid-19: los países y gobiernos que más rápidamente han sabido adelantarse a los acontecimientos, tomar decisiones y ejecutarlas, sin esperar verlos llegar, han salvado más vidas. Y no solo vidas: también negocios y economías. La ley de la supervivencia por rapidez afecta desde la compra de material sanitario a tiempo, hasta coherencia determinación en las decisiones, como la capacidad de garantizar entornos seguros para que la economía no pare. Nadie es ajeno a esta nueva ley que podemos llamar “Ley de la Sociedad 4.0”.
¿Cuáles serán las prioridades de las empresas que quieren aprovechar este tiempo muerto para ganar el partido?
Rediseñar puestos de trabajo y procesos para reducir presencialidad, pasar de estructuras departamentales a estructuras por proyecto. Desdibujar los tradicionales puestos de trabajo fijos, para configurar atribuciones y responsabilidades por entregables y plazos. Permitir flujos de trabajo más rápidos y con menos personas, ciclos de producción más cortos, automatización, y sistemas de toma de decisiones más ágiles.
El eje central de este cambio serán los CEO, los consejos de dirección, mandos y directivos. De hecho, el confinamiento y el teletrabajo han involucrado, en mayor proporción, a este colectivo. Lo cual hace suponer que la eficiencia y productividad de las empresas que opten ser más rápidas, estará íntimamente ligado a la capacidad de estos profesionales de liderar los pertinentes cambios organizacionales y desarrollar técnicas de dirección de personas en remoto, que resulten eficaces.
A partir de este punto, existe un amplio margen de mejora en cuanto a implantación de tecnología, diseños organizacionales y alfabetización en competencias y habilidades para dirigir personas desde la distancia.
¿Están las empresas y sus profesionales preparados para ello? ¿En qué invertirán más para mejorar su productividad? ¿Cuáles serán las áreas que protagonizarán esta transformación?
En ÓptimaCoaching hemos lanzado una encuesta para conocer el nivel de conciencia de los directivos, gerentes, y profesionales que han experimentado el teletrabajo, sobre los cambios que están por venir.
Toda persona que desee realizar la encuesta puede acceder a ella a través de este enlace.
Roberto Crobu es psicólogo