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Crónicas de una Región misteriosa

Cuando San Vicente Ferrer exclamó: "De Lorca, ni el polvo"

23/06/2024 - 

MURCIA. "De Lorca, ni el polvo". Esta exclamación (por ser educados, pues debió ser más bien un grito que se pudo escuchar en la Ciudad del Vaticano) la pronunció un dominico, del que se dice posee el honor de ser el que impulsó las procesiones de Semana Santa en España y cuya vida estuvo relacionada con la Fe, el cristianismo y los milagros, entre los que destacan las curaciones y conversiones. Este no es otro que San Vicente Ferrer.

Su labor predicadora lo llevó a cientos de ciudades de España y Europa, siendo Lorca una de ellas. No en vano, en la misma Ciudad del Sol podemos encontrar una columna en su honor, en la Calle Corredera con Glorieta San Vicente. Originalmente era un miliario romano, que marcaba el tramo entre la ciudad de Cartagonova y la ciudad de Eliocroca dentro de la Vía Augusta. Como se puede entender no era su ubicación original sino que en algún momento se mueve desde el campo de Lorca hasta la esquina de la Casa Solariega de los Marín Ponce de León.

Cronológicamente estamos en el siglo XV, circa al año 1411, cuando este monje recala en la ciudad de Lorca en un intento de divulgar la Palabra de Dios entre los lorquinos. En aquellos años, cuando las epidemias de peste o cólera eran bastantes habituales y siempre relacionadas con extranjeros que las traían consigo, San Vicente Ferrer no fue muy bien recibido por los habitantes de la milenaria ciudad de los descendientes de Eneas.

Hemos de entender que del mismo modo y añadido al hecho de las enfermedades infecciosas, el santo se encontró con núcleos de población judíos y musulmanes, motivo por el cual se decidió a promulgar al Fe de Cristo por Lorca. A estos, que a la postre los iba a considerar infieles, herejes y perseguirlos con el Santo Oficio (no olvidemos que pertenecía a los dominicos) no les debía hacer mucha ilusión verlo por sus calles, sus tierras y sus casas. Hemos de entender que San Vicente era un antijudío declarado, caracterizándolos como unos demonios de los que nadie se podía fiar. Era bastante normal escucharle expresiones como "seres con rabo" o que "llevaban la señal de Caín". Por ese motivo hemos de entender que tampoco lo más normal fuese lo que sucedió a la postre, que San Vicente Ferrer diese su brazo a torcer y que desistiese de predicar en Lorca.

"De Molina, ni el polvo ni la harina"

Pero al parecer y siguiendo a Antonio Cayetano, esta expresión ("ni el polvo") era bastante habitual cuando una ciudad no lo recibía correctamente y no conseguía que sus habitantes se convirtieran al Cristianismo. Al salir de la ciudad y pronunciar estas palabras golpeaba sus zapatillas, en clara alusión a que no se llevase ni la más pequeña mota de polvo de esa ciudad en concreto. Antonio Cayetano nos habla de varias ciudades más a las que también San Vicente profirió esta famosa frase.

Por ejemplo, de nuestro propio país, cuando se dispone a salir hacia Francia (en donde moriría en 1419) dijo las siguientes palabras: "¡de España ni la pols!". Igualmente, en Molina de Segura se le atribuye la frase: "De Molina, ni el polvo ni la harina"; en Albacete , "de Alcaráz ni el polvo"; y expresiones similares en zonas con grandes juderías como Ocaña (Toledo) o Villapando (Zamora).

Pero, ¿de dónde viene este gesto de sacudirse las zapatillas y dejar los lugares de esta manera? El denominador común es que no era bien recibido, aunque el origen de este gesto lo podemos encontrar en las mismas palabras de Jesús de Nazaret. En Mateo 10:14 se puede leer lo siguiente: "…y si alguno no recibiera ni escuchara vuestras palabras saliéndoos afuera de aquella casa o ciudad, sacudid el polvo de vuestros pies…". Un gesto que para los habitantes de Lorca era poco más que una manifestación de rabia y venganza y que para San Vicente Ferrer tenía un significado con muchísima más profundad: hacer lo que El Maestro les indicó a sus discípulos cuando no son bien recibidos.

El pueblo de Lorca colocó su efigie en la columna miliaria antes referenciada con un solo motivo, que siempre estuviera llena de polvo de la ciudad, pues en aquellos años (y hoy en día también) es un lugar muy transitado en donde lo normal es que la tierra se levantara al paso de los ciudadanos. Justicia poética dicen.

*Santi García es responsables de Rutas Misteriosas y autor del libro 'Murcia Sobrenatural'

  

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