CARTAGENA. Para afrontar el problema de Dios muchos teólogos han empleado la vía afirmativa, que pretende identificar sus cualidades; frente a esta senda del "sí, sí", otros han recurrido a la vía negativa, que se limita a constatar lo que no es. Una corriente hinduista la aplica por sistema bajo el nombre de "neti, neti", algo así como "ni esto, ni aquello". Pues bien, Cs ha utilizado consecutivamente una y otra vía para marcar su señalización.
Cuando surgió en Cataluña se definió como un partido joven, imagen que reforzó poniendo gente joven y guapa al frente de sus listas, socialdemócrata y unionista. Había nacido para ocupar el hueco dejado por el PSC, un partido socialdemócrata defensor de la autodeterminación catalana, que había gobernado con IRC y pergeñado un estatuto de autonomía nítidamente anticonstitucional. Acabó por ganar las elecciones, pero sin mayoría absoluta para gobernar. El ahora ministro Iceta se apresuró a declarar que no apoyaría a Arrimadas. Huida a Madrid y Final del primer sí.
Ahora el reto de Cs era hacer política en España. Aplicando su política en mosaico, el PSOE era unionista en varias regiones. Había que pasar del primer sí, al segundo. Tuvo Rivera que apoyar diversos partidos regionales del PP, pasar de la socialdemocracia al liberalismo progresista (es decir, a lo socio-liberal, como el PP) y tratar de hegemonizar ese espacio. Casi lo logró, pero al final fracasó. Dimisión de Rivera y final del segundo sí.
"sus mejores resultados electorales LLEGARON bajo la bandera del sí a la socialdemocracia unionista en Cataluña y del sí al socioliberalismo en España"
Eligió entonces Arrimadas situarse en una posición equidistante, haciendo ver que Cs no era ni PSOE, ni PP. Para acelerar la visualización de la nueva estrategia presentaron una moción de censura en nuestra región al propio Gobierno en el que participaban, a pesar de que cuatro de sus seis diputados regionales no la apoyaban y siete de cada diez de sus electores tampoco. Tras fracasar la censura, Arrimadas declaró que fue cosa de los dirigentes regionales, alarmados por la presunta corrupción del PP, pero todos los indicios apuntan a que fue planificada desde Madrid porque las encuestas internas mostraban un declive significativo, y apoyada por la ambición de presidir la Región y el Ayuntamiento de Murcia. Lo único que lograron acelerar fue su propio declive, agravado por el injusto expediente de expulsión al concejal Padín en Cartagena.
Ante el temor de que Cs apoyase en Madrid la censura que el PSOE estaba a punto de presentar, Ayuso convocó elecciones. Se adelantó por minutos, y hete aquí al impecable Bal, un excelente candidato, argumentando que Cs no es ni Podemos, ni Vox. Lleva razón, pero ambos partidos gozan desde la Transición de un apoyo estable cercano al 10%, solo que antes el espacio podemita lo protagonizaba el PCE y luego IU, mientras que el de Vox estaba integrado en el PP. Si logra obtener representación, a Cs no le quedará otra que unirse a Podemos para que gobierne el PSOE (como están haciendo en la ciudad de Murcia) o a Vox para que lo haga el PP (como están haciendo en Andalucía). Y eso le ocurrirá en otras varias regiones.
Si insistiese en su neti, neti, solo le quedaría abstenerse, pero con eso no evitaría que gobernase el PSOE o el PP. Su abstención sería interpretada como un apoyo al que ganase y para eso mejor sería que, abandonado el ni esto, ni aquello, pasase a defender que apoyará en cada sitio al partido mayoritario. Los electores sabrían entonces a qué atenerse. Si insisten en el neti, neti, es posible que se disipen, en beneficio del PP en unas regiones y del PSOE en otras, según la mayoría de sus apoyos provinieran de un sector u otro. Después de todo, sus mejores resultados electorales los han obtenido bajo la bandera del sí a la socialdemocracia unionista en Cataluña y del sí al socioliberalismo en España. Al parecer, los españoles huyen del ni esto, ni aquello. Algunos lo llaman polarización, pero es pura democracia.
JR Medina Precioso