CARTAGENA. Ya se ha celebrado la convención regional de Ciudadanos (Cs), cuyo principal objetivo era relanzar el proyecto de ese partido, ahora dirigido por la ingeniera Ros. Entrevistado, Edmundo Bal, abogado del Estado y segunda autoridad de Cs, justificó la fracasada moción de censura contra el Gobierno de Miras, del que formaban parte, e insistió en que seguían vigentes los motivos que la impulsaron. Esa opinión cuadra con el hecho de que Ros proceda del equipo de Ana María Vidal, principal protagonista de la moción. En suma, el poder orgánico lo detentan los mismos que pergeñaron la censura. Continuidad, pues. Más conciliador, el eurodiputado Bauzá, bien relacionado con el concejal cartagenero Padín, nos invitó a dejar de mirar por el retrovisor y centrar la atención en el futuro, una sutil forma de desligarse de la citada moción. Y de eso justamente, del futuro de Cs, versa este Pasico.
"El declive empezó cuando Arrimadas no presentó su candidatura a la Generalidad (primer error) y emigró a Madrid a apoyar al agonizante Rivera (segundo error)"
Pese a que Bal, en un voluntarioso intento de levantar los ánimos de sus copartidarios, pronosticó que revalidarían los seis diputados autonómicos que obtuvieron en las pasadas elecciones, las encuestas disponibles pintan de marrón oscuro el porvenir electoral de Cs. En nuestra región prevén que, a lo sumo, obtendrían un escaño, previsiblemente el de Ros. ¿Lo considerarían suficiente? Es posible que lo vean así, toda vez que han elogiado el solitario escaño obtenido por Igea en Castilla-León. ¿Y qué ocurrirá el 19 de junio de Andalucía? Aunque ahora disponen de 21 diputados y forman parte del Gobierno regional, se prevé que salgan del Gobierno y obtengan un máximo de 3 diputados, aunque lo más probable es que solo sean dos, uno por Sevilla y otro por Málaga, las dos provincias que más diputados aportan al Parlamento regional. Bromeando con esa perspectiva, su líder, Juan Marín, vicepresidente del Gobierno, se ha fotografiado en una piscina envuelto en un gigantesco flotador de color naranja, imagen que un articulista ha atribuido al pertinente <<departamento de ideas geniales>>, un discreto bufete al que cada partido acude cuando negros nubarrones obscurecen su horizonte. Por su parte, sus aliados del Partido Popular (PP) no descartan que Cs quede fuera del Parlamento, lo que equiparan a su extinción, vaticinando que, en ese caso, Arrimadas no se presentaría a las siguientes elecciones nacionales.
Ya se ve que la supervivencia de Cs está en entredicho, si bien no es sencillo averiguar por qué, lo que nos remite inexorablemente a la historia de este partido. Como es bien sabido, Cs nació en Cataluña como una opción españolista de izquierda moderada. Estaba justificado: todos los partidos de izquierda presentes en esa comunidad autónoma española, incluido el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC), defendían la autodeterminación, lo que daba una oportunidad al ideal de Cs: defender la constitución y la unidad de España en Cataluña sin escorarse a la derecha, espacio ocupado por el PP. De hecho, los de Cs tuvieron tanto éxito que, encabezados por Arrimadas, ganaron las elecciones autonómicas, si bien los líderes del PSC, fieles a sus trayectorias separatistas, se apresuraron a declarar que no la apoyarían para presidir la Generalidad. Opina el Aparecido que el declive de Cs empezó con la reacción a esa negativa socialista: Arrimadas no presentó su candidatura a presidir la Generalidad (primer error) y, poco después, emigró a Madrid a apoyar al agonizante Rivera (segundo error). Muchos votantes de Cs en Cataluña se sintieron desamparados, e incluso traicionados: las dos primeras espadas del constitucionalismo progresista catalán, Rivera y Arrimadas, abandonaban el campo de batalla para prosperar en Madrid o, siendo más benévolos, en el conjunto de España.
"creen que el liberalismo y el centrismo van de la mano; en realidad no es así: el cds de Suárez era centrista, pero no liberal"
De ese episodio han tomado buena nota los fundadores del nuevo partido constitucionalista y progresista catalán: Valientes (en catalán, Valents). Dirigidos por Eva Parera, concejala en Barcelona por la lista de Valls, defienden un catalanismo integrador, que respeta la Constitución y es proclive a colaborar con las demás autonomías, rechazando explícitamente el separatismo y, ojo al dato, renunciando a expandirse más allá de las fronteras catalanas. De ese modo, Valientes quiere evitar cometer el error que condenó a Cs: montar sucursales en otros territorios españoles. Se trata de algo insólito: aunque ya lo hacen IRC, Juntos por Cataluña y la CUP, esos tres partidos son separatistas; en cambio, Valientes será el único partido españolista que, a diferencia de Cs, PP y Vox, restringirá su marco de actuación a Cataluña. Si tiene éxito, sustituirá a Cs.
Volviendo al tema, el problema de Cs fue que, al expandirse al resto de España, no le bastaba con definirse como españolista: eso ya lo era el PP, y después Vox, e incluso el PSOE en las autonomías monolingües, no así en las bilingües. En ese trance, Cs optó por redefinirse como un partido con tres señas adicionales de identidad: liberal, progresista y centrista. Aunque sus dirigentes, y muchos españoles con ellos, parecen pensar que el liberalismo y el centrismo van de la mano, en realidad no es así. El liberalismo es una ideología cuyo principal valor, ¡oh sorpresa!, es la libertad, mientras que el centrismo es una postura política que se define en función de su entorno (en el caso español, linda por la derecha con el PP y por la izquierda con el PSOE). Se puede ser centrista sin ser liberal. Ejemplo: el Centro Democrático Social de Adolfo Suárez, partido en el que militó Padín.
Ahora bien, ¿es Cs un partido liberal? En lo referente a las conductas individuales, como la libertad de expresión, la de enseñanza, o la sexual, indiscutiblemente lo es; en temas económicos, parece bastante dudoso que lo sea. De hecho, lo que ellos llaman progresismo es un correctivo socialista al liberalismo. Dos indicios: en la campaña autonómica madrileña el candidato que más habló de subvenciones fue el supuestamente liberal Bal; además, Cs ha apoyado la ILP para dar personalidad jurídica a un ecosistema, el Mar Menor, una novedad en Europa que ningún partido liberal suscribiría. En cualquier caso, visto que tampoco el PP ni Vox son partidos profundamente liberales, pues en sus filas también militan muchos democristianos, conservadores e incluso socialdemócratas, podría admitirse que, aun con la corrección progresista, Cs es más liberal que sus competidores.
No es esa la causa de su declive, que más bien hay que buscarla en su particular aplicación de su tercera seña de identidad: el centrismo. En la práctica eso significa que están dispuestos a pactar tanto con el PP como con el PSOE, justificándolo en que, de ese modo, ninguno de esos dos partidos, centrales hasta ahora en la democracia española, se verían obligados a pactar con los separatistas, ni con Vox o Podemos respectivamente. Ese modelo era verosímil, e incluso plausible, pero les ha resultado imposible aplicarlo. Por un lado, el PSOE, bajo la dirección de Sánchez, ha mostrado una clara y tenaz predilección por pactar con los separatistas vascos y catalanes y con Podemos, inutilizando en España el proyecto de Cs; por otro lado, los votos de Vox han sido necesarios para formar gobiernos en las autonomías donde Cs pactó con PP, sin que sirviese de nada fingir que eso no era así.
"en el Gobierno regional, en El Ayuntamiento de Murcia y en el Gobierno de Madrid, Cs no fue un factor de equilibrio y estabilidad, sino una fuente continua de inestabilidad"
Con todo, el proyecto de Cs habría resultado más creíble si lo hubiesen aplicado de forma coherente. Todo el mundo habría entendido que, al principio de cada legislatura, Cs hubiese pactado en unos sitios con el PP y en otros con el PSOE, e incluso con ambos a la vez, como hizo Padín en Cartagena. Ningún problema hubo en que Morales entrase en el equipo municipal del socialista Mateos en Lorca; o Gómez en el equipo municipal del pepero Ballesta en Murcia; o Vidal y Franco en el Gobierno regional de Miras. Si esos pactos se hubiesen mantenido estables, quizás ahora la situación sería distinta, pero no fue así: en el Gobierno regional, en el Ayuntamiento de Murcia y en el Gobierno de Madrid, Cs no fue un factor de equilibrio y estabilidad, sino una fuente continua de inestabilidad, que rebosó con las sendas mociones de censura a Miras y Ballesta, adelantándose Ayuso a sufrir ese destino. El campeón de la incertidumbre y la inestabilidad está siendo Gómez: si antes logró desequilibrar al alcalde Ballesta, ahora está poniendo en apuros al socialista Serrano.
Difícil tesitura la de los votantes de Cs: si primero experimentaban una notable incertidumbre por ignorar si sus votos iban a emplearse para que gobernase el PP o el PSOE, luego se vieron abocados a asumir que estaban contribuyendo a desestabilizar las instituciones, justo lo contrario de lo proyectado. Todavía más difícil les resultó asumir un discurso, como el de Bal, consistente en acusar al PSOE poco menos que de traidor a España y al PP de muy corrupto, para a continuación pretender pactar con uno y otro. Mientras que el PP y el PSOE pueden intercambiarse invectivas en la serena tranquilidad de que no gobernarán juntos, su posible bisagra no puede permitirse ese lujo so pena de incoherencia. ¿cómo pactar con un partido traidor o con uno corrupto?
En resumen, para que el centrismo tenga éxito se necesitan dos condiciones: no insultar a tus futuros compañeros de pactos y mantener los pactos una vez establecidos. Aportar, pues, coherencia y estabilidad. Solo hay tres personas de Cs que han cumplido esos requisitos: Morales en Lorca, Padín en Cartagena y Villacís en Madrid. Además, los tres han declarado que no piensan cambiar de partido, sino que seguirán en Cs hasta el final. Lo más probable es que Morales y Padín sucumban en las siguientes elecciones, salvo que la dirección de Cs los autorice a compartir lista con el PSOE y el PP respectivamente. Suponiendo que los dos grandes partidos acepten esas aportaciones., acaso Padín sobreviva y aporte. Tiene el Aparecido por valiosos a Padín y a Villacís, pero si no llegan a esos acuerdos se teme que corren el riesgo de morir, políticamente hablando, con las siglas puestas. De los demás, ni hablamos.
JR Medina Precioso