MURCIA. En realidad, si le han dicho esta frase, no hay ni cariño que valga ni nada que hablar. ¡Y lo sabe! Tiene a la guadaña tocando en la puerta de su relación… Como diría la Jurado: lo siento, mi amor, pero ya me cansé de fingir; tararí, tarará, tarirí, tarará, tarararaaaaaaá (siempre he sido muy mala en el karaoke).
La que le viene encima no la ha visto venir porque con el confinamiento se había relajado. Veía a su pareja más centrada en la relación… Pero ¡si estabais como nunca! Aunque…, pensándolo bien, no tenía más remedio, López Miras no le dejaba otra opción que la de ir al trabajo y volver. Pero claro, ahora han vuelto a desconfinarnos. ¡Peligro!
Una mañana te duchas, desayunas, le das un beso de despedida a tu media naranja, le deseas un buen día. En el primer semáforo echas un vistazo a los WhatsApp y de pronto ahí está: "Tenemos que hablar". Pero ¿de qué? ¡Si te acabo de dejar en la puerta! Llamas y no lo coge, porque para hablar mejor en persona, piensa el otro. Ahora…, para soltar el bombazo manda a Mark Zuckerberg con el regalito a las ocho de la mañana, que es el paradigma de la sutileza.
"A un 'tenemos que hablar', nunca le sigue 'tenemos que leernos el Kama-Sutra'"
Llega al trabajo y lo comenta con su mejor amigo desbordado por la angustia. No lo haga, le va a contar un montón de sandeces para que no se pase la mañana haciendo viajes al baño… Eso no quiere decir nada…, igual hay algún problemilla económico o ¡quiere un hijo tuyo!… No, no se engañe. A un "tenemos que hablar", nunca le sigue "tenemos que leernos el Kama-Sutra". Normalmente es el prólogo de "te quiero pero no puedo darte lo que necesitas, vamos a darnos un tiempo para pensar, ahora necesito estar solo…" En realidad, es un: "He conocido a alguien y ahí te quedas" o "Que te aguante tu madre".
Y como le haya dado por escuchar podcast de desarrollo personal olvídese, eso es irrecuperable: que si el poder está en ti…, libérate de lo que te limita…, aléjate de la gente tóxica..., visualiza lo que deseas y será tuyo…, ve a por ello y empieza hoy… ¡Usted me dirá! Con estos pajaritos en la cabeza quién aguanta en un apartamento de sesenta metros sin más estimulo intelectual que la Isla de las tentaciones y sexual que Fernando Simón.
El problema de un "tenemos que hablar" es que te pillan en bragas (perdón por la vulgaridad). Mientras tu vives en los mundos de Yupi, feliz como una perdiz, el otro lleva días, semanas o meses rumiando en su cabeza todos los motivos por los que está mejor sin ti. Desde mi punto de vista es muy egoísta, porque los participantes no juegan en igualdad de condiciones. Habría que hacer como la moción de censura de Vox, con tiempo:
—Cariño, tenemos que hablar. ¿Qué tal te viene el Jueves Santo? Como este año no hay procesiones, no tendremos problemas de agenda para entonces.
¡Esto es justo! Así usted, aunque muy deprimido y descolocado o descolocada, se puede planificar y quedar para llorar con sus amigos, y nosotras montar nuestro propio aquelarre con tiempo. Ellos le van a dar un montón de razones que desconocía por los que dejar a la bruja de su mujer, de hecho, nunca la han soportado… y nosotras vamos a descubrir que nos los estaban poniendo desde 1995. ¡Vaya por dios! Tener amigos para esto. Eso se dice antes y no espera uno a un "tenemos que hablar".
Si me permite un consejo, si su papel es el de amigo, mejor no asista a esa comida. Está comprobado científicamente: después se arreglan y perderá la amistad de la infancia…, cuando la mujer de su amigo le envíe un Whatssapp diciendo: tenemos que hablar.
Gracias por su lectura.