"Si el corazón no rima con la realidad
Cambio de tercio, sintiéndolo mucho"
Joaquín Sabina
MURCIA. Hoy me despido de Ciudadanos. En primer lugar, quiero dar las gracias a todos aquellos que en algún momento nos han votado, y en especial a los que me habéis transmitido vuestro apoyo y ánimo. Y sobre todo quiero dar las gracias los compañeros naranjitos que a lo largo de estos siete años y medio han confiado en mí para colaborar con ellos, para formar parte de sus equipos o para representarles, dándome la oportunidad y la profunda satisfacción de participar de manera activa y pública en la vida democrática de mi País, de mi Región y mi Ciudad.
Esta etapa ha supuesto un orgullo personal, de poder de decir que pertenecí a aquel proyecto que nos ofreció la esperanza de la regeneración, de superar disyuntivas entre rojos y azules, de reclamar transparencia y meritocracia, de proyectar un país con ciudadanos más libres e iguales. Supuso trabajar mano a mano con compañeros en un proyecto que exigía el esfuerzo y la dedicación a carpas, campañas, reuniones, debates, redacción de posicionamientos y mociones, grupos de trabajo y a esos grupos de WhatsApp robatiempos insaciables. De todo ello me quedo con la gente honesta, culta y experta en sus campos que he podido conocer y con los grandes amigos, que hasta en política se pueden hacer, que van más allá de los intereses del momento.
Ciudadanos me ha proporcionado el orgullo colectivo de conseguir acuerdos y avances salidos de nuestro programa, que ahí quedan, aunque la memoria colectiva no sepa reconocer a los autores. Dimos pasos para una mayor en transparencia, para la igualdad social, ¿les suena lo de los libros de texto gratuitos? Y sobre todo conformamos una opción dentro de la pluralidad frente a la uniformidad y la polaridad, ¡que falta sigue haciendo!
Perdonen que hoy no me pare en las grandes oportunidades perdidas, que ya todos conocen. Ni en la moción de censura, a la que le sobraban los motivos, pero le faltaron las razones. Solo en el sueño de que algún día el transfuguismo, pecado capital de la democracia, no sea un negocio blanqueado por los medios, y que ser valiente no salga tan caro.
"Los naranjitos trabajamos muchas horas para construir un partido"
Han sido siete años y medio de ilusión, trabajo, compañerismo, oportunidades, decepciones, enfrentamientos y sobre todo de aprendizaje. Los naranjitos trabajamos muchas horas para construir un partido, y cuando ese trabajo empezó a dar sus frutos, ganó la confianza de los votantes y se acercó el momento de hacer realidad los proyectos, también llegó la hora de las jugarretas y deslealtades. La vida te enseña, especialmente en las decepciones. Y se aprende a relativizar las pequeñas, las personales, como en cualquier relación humana. Y a sobreponerse ante los grandes desengaños, a los adelantamientos por la derecha, las traiciones, las cobardías, la compraventa de voluntades y los vendehúmos al descubierto. El desencanto y vergüenza amenazan la determinación cuando caen las máscaras de camaleón en directo y con alevosía, y se toma distancia para recomponerse, más libre y peleona.
Pero siguen llegando los estrategas venidos de fuera, versión renovada de los que intentan vender fotos de Colón y estrellas de saldo. Tantos años de estudiar las inteligencias múltiples de Gardner, para que ahora me intenten convencer de que es lo racional y razonable, de que no hay que escuchar al corazón ni al estómago con todas sus neuronas. Y ya digo basta. Porque mi entendimiento me dice que renunciar al fundamento de un partido por temor al ridículo, lo convierte en una franquicia con tiendas en todas las ciudades, con la caja llena y con las estanterías vacías. Un escaparate donde nadie volverá a pararse porque estará mirando hacia otro lado, donde no les vendan pastillas para no soñar.
Y mi conciencia me dicta que lo difícil y lo correcto es estar, sin miedo y sin complejos, sin cálculos de costes y beneficios. Porque los principios ni se compran ni se venden, ni se guardan en la trastienda. Porque los principios en democracia se defienden con papeletas y dando la cara en las elecciones, como cualquier partido recoge en sus fines.
Hoy esta realidad de un Ciudadanos metido en la nevera no rima conmigo. Por eso hoy, sintiéndolo mucho, llega el momento de cambiar de tercio y de decir adiós, que te vaya bonito.