CARTAGENA. La vigente campaña de vacunación constituye una herramienta muy potente, insustituible, de sanidad pública y la más eficaz de las disponibles para atenuar y, si fuese posible, erradicar la dañina pandemia de covid. Las vacunas autorizadas por la Agencia Europea del Medicamento han superado ensayos clínicos masivos que garantizan su eficacia y su inocuidad, o al menos que los beneficios superan con mucho los riesgos. Sin embargo, los resultados de esos ensayos solo son válidos si se administran según los protocolos que se emplearon. Inocular vacunas de forma distinta a la prevista en los ensayos clínicos supone incursionar en lo desconocido. Sin embargo, eso es justamente lo que se analizará en el Consejo Territorial de Salud. Considera el Aparecido prudente avisar a la ciudadanía de la incertidumbre que acarreará esa improvisación, que se debe únicamente al hecho penoso de que la UE, y en consecuencia España, no está logrando adquirir suficientes vacunas para cumplir los calendarios previstos por los gobiernos nacionales.
"El único motivo para, saltándose el protocolo, se improvise mezclando vacunas tiene que ser de orden político o económico, pero no médico"
La advertencia es doble: retrasar la segunda dosis a los inoculados con Pfizer o Moderna incumple el protocolo y se ignora qué consecuencia tendrá para los vacunados. Se sabe que la primera dosis surte dos efectos beneficios: confiere una inmunidad del orden del 70% y atenúa la gravedad de la enfermedad en los que, de todos modos, se infecten. Si la segunda dosis se administra en el período ensayado la inmunización sube al rango del 90 al 95%, pero no se sabe qué ocurrirá si la segunda dosis de administra más tarde. La única ventaja que tendría tal proceder sería que permitiría dar una dosis a más gente, y disimular que se están incumpliendo los anuncios de vacunación masiva, pero acaso vaya en perjuicio del nivel óptimo de inmunización de cada individuo. El único consuelo es que Inglaterra ha optado por dar solo una dosis y han reducido bastante la epidemia en su territorio. Pero insisto, va contra el protocolo autorizado por la Agencia Europea y recomendado por las empresas farmacéuticas.
La segunda alerta va contra la ocurrencia de dar a los inmunizados con AstraZeneca una vacuna distinta en la segunda dosis. No se sabe cuál será el efecto de ese proceder, pues no hay ningún ensayo clínico que lo avale. Es cierto que el Instituto de Salud Carlos III, en colaboración con varios hospitales, va a realizar un tal ensayo, pero se basará en unos 800 sujetos, número considerado muy insuficiente en las pruebas habituales, que requieren miles e incluso decenas de miles de sujetos. No hay ninguna razón médica conocida para no administrar la segunda dosis de AstraZeneca, pues la probabilidad de sufrir un trombo hemorrágico es ínfima en comparación con el beneficio y también con el riesgo que acarrean otros medicamentos de uso común, como la propia heparina. El único motivo para, saltándose el protocolo, se improvise mezclando vacunas tiene que ser de orden político o económico, pero no médico.
En resumen: den, si la tienen, la segunda dosis de AstraZeneca en tiempo y forma y evalúen seriamente si merece la pena inmunizar al 70% a los ya iniciados para no retrasar la primera dosis por falta (culpable) de vacunas.
JR Medina Precioso