MURCIA. Hubo un verano en el que unos jóvenes del mundo audiovisual y de la escena musical se preguntaron si, después de tanto hablar sobre el boom de bandas en la Región, realmente existe un sonido murciano y si hay una verdadera escena emergente. Así que, ni cortos ni perezosos, y a pesar del calor reinante, el músico Marcelo Criminal y la realizadora Teresa Camino (junto con todos los que se pusieron detrás de la cámara) se echaron a las calles de Murcia para charlar con grupos que están comenzando - y que ya están dado bastante que hablar-, sobre su música, sus inquietudes, sus aspiraciones, sus necesidades,... Casi un año después, este trabajo se ha materializado en un documental de poco más de una hora que lleva por título Una huerta pa escucharla y cuyo estreno está previsto para el 27 de mayo en Vimeo y Youtube.
Además de con Marcelo Criminal, en el documental se reproducen conversaciones con la cantante cartagenera Mavica y con los músicos de PBSR, Yana Zafiro, Rey Lobo, Alex Juarez, Mala Cotton o Nieto 666. Cuentan desde la organización que la idea surgió viendo el programa Un país para escucharlo, en el que Ariel Rot actúa de conductor y donde en cada localidad hay un músico anfitrión que va guiando y presentando a sus compañeros de la escena local. Pues en Una huerta pa escucharla ese anfitrión es Marcelo Criminal, el joven murciano al que sorprendió la fama cuando el grupo Carolina Durante versionó su temazo Perdona (Ahora Sí que Sí), con la participación de Amaia y con un videoclip protagonizado por el murciano (quien hizo gala de sus dotes como actor).
"Murcia es una de las regiones más prolíficas musicalmente del país y creemos que los artistas jóvenes no siempre tienen el reconocimiento que se merecen", asegura Edu Martínez, el miembro del equipo que se encarga de la comunicación, ya que Teresa Camino se ha aventurado a marcharse una temporada nada menos que a Australia. Recuerda que "Murcia ha sido la cuna de algunos de los grupos que ahora están en la cabeza de los carteles más importantes del país, como es el caso de Viva Suecia o Second, pero ¿qué sucede con la cantera? Pese a la falta de medios y de apoyo institucional, Murcia es el hogar de algunos de los nombres más prometedores de la escena independiente nacional".
"Existe multitud de artistas jóvenes y emergentes que nutren las salas de conciertos, los bares, las calles de la Región y que también merecen visibilidad y reconocimiento", afirma este realizador y publicista, quien señala que el documental ha sido grabado en escenarios fácilmente reconocibles por el espectador murciano, como son la Plaza de La Merced, la Casa Verde, el parque de La Fama, el Malecón, la zona de las tascas, la pedanía de Nonduermas o la Filmoteca Regional. Precisamente es en este centro donde les gustaría estrenar 'físicamente' el documental cuando sea posible volver a las salas de cine.
De las conversaciones mantenidas con los diferentes grupos se pueden sacar algunas conclusiones, como que no existe un sonido murciano como tal, ya que hay una gran variedad de grupos y estilos, pero sí "una escena de bandas jóvenes que se apoyan y que comparten locales, bares y amistades". Además, dice Edu Martínez que durante el rodaje de Una huerta pa escucharla ha quedado patente el cariño que los músicos murcianos sienten por su tierra, ya que aunque hay algunos que viven fuera -como es el caso de Mavica o PBSR, que residen en Londres-, todos ellos destacan el ambiente y que "como en Murcia no se vive en ningún lado". Por eso quieren que se les escuche, desde su huerta, desde su ciudad, desde su región. "Y porque merecen la pena", aseguran los autores de este documental.
No solo era un agente de la Gestapo y la Falange, aparte de perseguir a los republicanos más destacados que habían escapado a Francia, se dedicó a desvalijarlos. Además, montó una organización para ayudar a los judíos perseguidos por los nazis que tuvo como fin robarles todos sus bienes. Incluso en sus últimos años en activo en Bélgica, siguió robando dinero de la embajada española, pero por fin fue descubierto. Entre sus víctimas, Companys, Azaña y un gran olvidado, Zugazagoitia