MURCIA. ¿Qué ocurriría si el tiempo de los objetos pudiera avanzar en sentido contrario? Christopher Nolan se ha propuesto explicarlo en su nuevo proyecto, Tenet, donde las leyes del espacio-tiempo pasan a ser más flexibles. Ahora bien, ¿y si, en lugar de objetos inanimados, las personas también pudieran invertir el tiempo? El resultado es complejo cuanto menos. Y es que esa es la palabra que resume esta película, complejidad, porque en una trama que avanza a través de romper el continuo espacio-tiempo pestañear supone perderte en una historia cada vez más densa.
Sin embargo, el gusto por las historias enrevesadas no es una novedad para el director, que gusta de buscar tramas con un elemento fantástico y retorcerlas hasta sacarle todo el jugo. Y precisamente ese es el principal atractivo de la película, la forma y el tiempo en el que está contada.
No obstante, el problema con Tenet es que no tiene tanto que ofrecer detrás de esta complejidad. Mientras que, en otros proyectos de Nolan como Origen o Interstellar, el espectador obtiene una recompensa si es capaz de seguir la trama, en su nueva entrega no hay una gran historia detrás de las complejidades temporales que plantea, por lo que se vuelve más insustancial.
En concreto, lo que más le pesa a la película es la falta de una presentación adecuada. Ni la trama ni los personajes tienen un comienzo sugerente que invite a seguir la historia, y esto es un fallo del que nunca llega a recuperarse. Cierto es que se trata de algo intencional, pues el director quiere que el espectador se encuentre perdido en mitad de una narración que debe hablar por sí sola, aunque no llegar a conseguir tal efecto.
En lo referente al reparto, John David Washington protagoniza este largometraje con una actuación muy consistente que no chirría en ningún momento, aunque tampoco destaca especialmente.
Por su parte, Robert Pattinson, sí asume un papel que más llamativo como segundo del protagonista, con una actuación ligeramente excéntrica que atrae la mirada del público, por lo que consigue aligerar la trama en consecuencia. Y es que la película entera se tambalearía sin la presencia de este personaje que contribuye a detener la historia durante un momento, lo que resulta imprescindible para hacerla más amena.
En cuanto a la banda sonora, Tenet disfruta de una armonía indispensable entre la acción y la música. Como el resto de producciones del director, el efecto del sonido es completamente necesario para digerir la historia, pues suele hacer escenas más largas de lo habitual y requieren de este acompañamiento si no quieren volverse pesadas.
También el juego de planos demuestra la mano experta de Nolan, que una vez más maravilla al espectador con la posición de cámara adecuada. No obstante, la decisión de realizar giros rápidos de cámara en las escenas de acción contribuye a crear caos en un ambiente que no se beneficia de esta sensación, ya que se trata de una película con muchos detalles en los que merece la pena poner la atención.
La historia, como es habitual en este tipo de producciones, está muy pulida y resalta el esfuerzo por dejar las paradojas al mínimo, de forma que la trama consigue resultar coherente a pesar de su base fantástica. Sin embargo, la película parte de un 'Deus Ex Machina' que la convierte en una producción menos sofisticada. En concreto, dejan algunos elementos de la historia como resultantes de una fuerza superior sobre la que los protagonistas no tienen autoridad, un 'Deus Ex Machina' de manual.
En resumen, se trata de una película muy superior a la mayoría de producciones con una historia narrada desde un punto de vista tan único que solo ese elemento consigue que merezca la pena darle una oportunidad. No obstante, el comienzo tan abrupto y la falta de interés por ayudar al espectador a seguir la trama, así como la insustancialidad que persigue al largometraje son los motivos que sitúan a Tenet un punto por detrás de otras creaciones del director.