MURCIA. Miguel Gallardo es uno de los nombres que más resuenan del cómic underground español. Pero desde hace ya años, su etapa como dibujante ha dado un giro hacia nuevas narrativas y temáticas diferentes. Desde su aclamado María y yo (Astiberri, 2007) donde exploró la relación y la comunicación con su hija autista, su propia vida ha servido como materia prima de sus álbumes. Su último trabajo, Algo extraño me pasó de camino a casa (Astiberri, 2020), en el que cuenta cómo le descubren un tumor cerebral a las puertas del confinamiento, da un paso más en ese sentido. La publicación de esta novela gráfica coincide en el tiempo con la reedición de Perro Nick en La Cúpula y de una colaboración con la Fnac. El dibujante atiende las preguntas del Grupo Plaza.
- 2020 ha sido un año muy prolífico...
- Sí, me han ocurrido muchas cosas, y entre las buenas, que a pesar de haber sido un año muy difícil para todo el mundo, he tenido la suerte de poder llevar a cabo todos los proyectos que me han ido saliendo. De hecho, el otro día en la librería Freaks, la mía de confianza, me dijeron que ojalá me fueran pasando más cosas porque de todas iba sacando libros. Ahora estoy preparando uno con mi compañera muy divertido sobre perros.
- Algunos de estos sucesos son algo más delicados de otros. Algo extraño me pasó de camino a casa se ocupa del momento en el que te hospitalizan y te descubren un tumor cerebral. ¿Eras consciente mientras lo vivías que esto sería material para una de tus historias?
- Yo soy muy de cuadernos de viaje, de dibujar todo lo que ocurre mientras estoy de viaje, y mientras me sucedía todo eso pensé que, sin duda, este estaba siendo el viaje más extraño de todos. Mientras estaba en el hospital y convaleciente no estaba dibujando pero sí ya armando la historia en mi cabeza, armando los mimbres del libro. Me echaron del hospital tres días antes del anuncio del confinamiento y así tuve tiempo de sobra para ir haciéndolo.
- En esos mimbre se encuentra la que ya es una marca de la casa tuya, la narrativa caótica, que vas desarrollando en este libro.
- Desde hace mucho tiempo sigo la línea de Perro Nick, que en efecto tenía una narrativa muy poco literal, sin un hilo concreto. Al final he encontrado una manera de, en vez de narrar, crear imágenes que tengan efectos en la gente, que provoquen emociones.
- ¿Esta nueva manera de hacer por qué te llega? ¿Por las nuevas posibilidades del soporte, por tu propia vida o por una cuestión de marketing?
- Viene de mi lado. Llegó un momento en el que estaba ya cansado del cómic clásico y de todos sus corsés. Gracias a dibujar para mi hija María, descubrí junto a ella que dibujar era muy placentero y muy sencillo a la vez, así que empecé a experimentar con el cómic María y yo, continué con el Emotional World Tour… Y hasta hoy.
- Este paso hacia adelante que se está tomando en el cómic español, ¿es bueno?
- Yo creo que sí. El cómic español se está haciendo mayor. Se están explorando temas muy diferentes a los que hacía antes, donde no había una exploración por lo dramático, y luego, en el ámbito narrativo también es un avance porque se ha desecho de esos corsés y hay mucha gente contando sus historias de manera muy diferente. Pienso en Flavita Banana, por ejemplo.
- Cito una frase que escribes en Algo extraño me pasó de camino a casa: “La única manera que tengo que lidiar con los problemas en general es dibujarlos. Desde que era dibujante underground, pasando por ser padre de María, hasta mi última encarnación, de momento: ilustrador con tumor. No lo puedo remediar, tengo que dibujarlo todo y dejar constancia de lo que me pasa a mí y lo que pasa a mi alrededor”.
- Sí, ha sido ya una constante en mi carrera, explorar mis cómics a través de mi propio personaje. Todo empezó en Un largo silencio, sobre la vida de mi padre en la Guerra Civil. A partir de ahí, llegó María, el Emotional World Tour y no he parado desde entonces. Lo que ocurrió es que Makoki era muy divertido, pero no era mío ni el guion, y no representaba mucho mis intereses como autor. Llegó un momento en el que empezó a ser cargante y quería contar mis propias historias.
- ¿Contarlo en primera persona sirve para hacer un historia cotidiana, en principio normal, un relato extraordinario?
- Claro que sirve. Ayer tuve visita en el oncólogo y me contaba que el libro mío se lo había dado a un paciente y que le había ayudado mucho. El camino está claro: hay que ir de lo individual a lo universal, y por eso María y yo se ha convertido en un referente del autismo. La materia prima eres tú y eso lo hace real.
- Contarlo en primera persona también te da manga para ser menos cuidadoso con el humor.
- El humor es una de las marcas de fábrica mía, yo lo utilizo para mediar y contar todo aquello que me pasa. Y en esta ocasión, también tenía que utilizarlo. Como dices, que me haya pasado a mí me da más libertad porque me estoy riendo de mí mismo, no me estoy riendo ni burlando de otra persona.
- Déjame preguntar por Perro Nick, ahora reeditado en La Cúpula. El mundo de las reediciones y de recuperar más y más material parece estar abriendo dos caminos muy diferenciados entre la obra novedosa y el cómic pensado más como objeto que como motor narrador.
- Hay gente que prefiere conservar el papel, aunque a mí personalmente me da igual que esté en digital. En España se lleva mucho el coleccionismo desde siempre: el comprar ediciones diferentes, guardarlas bien… Y eso hace que las editoriales se preocupen en hacer ediciones muy buenas, de tener un buen papel. A mí me parece muy bien porque los materiales son muy válidos. Pienso en Perro Nick y en el enorme trabajo de cortar diálogos de novelas negras y otras referencias y empalmarlos. Hay muchísimo material en Perro Nick desechado para poder cortar los diálogos, y eso sigue siendo muy moderno.
- Con estas nuevas narrativas del cómic, muy dedicadas a lo pedagógico, ¿se corre el riesgo de ceñir el cómic a eso, o sigue habiendo una ventana abierta para que las nuevas generaciones también conozcan el underground?
- Hay una ventana abierta, y prueba de ello es Lardín, que es casi una revista de jubilaos. Todos somos veteranos que queremos acercarnos a las nuevas generaciones. Estamos llegando a un público muy heterogéneo que tienen una nueva forma de leer.
- En los últimos años has dejado de colaborar con varios medios de comunicación españoles, ¿es irreversible el camino del humor gráfico en la prensa?
- Los dibujantes tenemos una competencia muy directa en la prensa, que son los bancos de imágenes, que no dan tantos problemas de protestar por esto o por otro. La ventaja del tener a un ilustrador es el tener que buscar ese punto de vista novedoso y divertido con que ilustrar una noticia. Y para nosotros era todo un aprendizaje, aprendí mucho en La Vanguardia, ilustrando textos muy complicados. Donde mejor me lo pasaba era en Economía, donde nunca entendía nada pero acababa encontrando la forma de hacer una ilustración que resumiera bien el tema.