MURCIA. El año pasado un documental danés pasó desapercibido, Hunting for Hedonia, de Pernille Rose Grønkjær, inspirado en el libro The pleasure shock de Lone Frank. Iba sobre el polémico legado científico de Robert G. Health que investigó formas de modificación de la personalidad con la intención de emplearlas como terapias en psiquiatría.
En los 60 y 70, sus métodos fueron considerados aberrantes. Normalmente, se cita un caso, que aparece en este documental, en el que intentó volver heterosexual a un homosexual. Aquello le costó la marginación y el ostracismo al término de los 50. Sin embargo, actualmente hay médicos que han decidido volver a experimentar con sus técnicas para otros fines.
El caso en el que más se detiene el documental es el de un enfermo de Parkinson. Parten de que mediante cables ultrafinos en el cerebro, con una estimulación eléctrica, se puede corregir la rigidez y los temblores. Cuando investigaban estas técnicas, encontraron que los pacientes a veces reaccionaban con una felicidad inmensa.
No sabían por qué, pero estaban alegres, con plenitud. Repasando los estudios de Health, encontraron que él había logrado lo mismo con los internos de un psiquiátrico. Mediante microelectrodos, lograba estimular las zonas del cerebro responsables del placer. En este caso, la parte responsable del movimiento es la misma que la del placer, por eso se desataba esa alegría.
En las grabaciones que ha rescatado la documentalista, se escucha a pacientes reírse y preguntarse qué les han hecho, que no saben por qué se lo están pasando tan bien. Otros cuentan que es la primera vez en toda su vida que se han sentido felices, qué cómo lo han logrado, que desconocían por completo esa sensación. Eran experimentos que se habían hecho inicialmente en animales y luego se pasó a probarlos en humanos. Estimulando zonas del cerebro, cambiaban los sentimientos de las personas. Los médicos pensaron que estaban ante el descubrimiento del siglo. No obstante, el invento fue calificado de placebo.
Sin embargo, en el documental aparece una mujer de 54 años con depresión que al ser tratada por estos métodos dice que se ha sentido como en coma en las últimas décadas y ahora está viva. Cualquier posible efecto secundario, le merece la pena. Al menos, explica, se libró de su dolencia.
Marwan Hariz, de la University College London Queen Square, cuenta que el problema de estas técnicas reside en el nivel de manipulación que pueden llegar a tener. Según explica, se podía hacer creer a alguien que estaba enamorado de otra persona. Cambios que no son éticos inducírselos a nadie, cada uno tiene derecho a su propia personalidad.
Sin embargo, un paciente actual que fue tratado con estos métodos, estimulación cerebral profunda, y salió adelante era una víctima del estrés postraumático de la guerra. El experto que presenta su caso comenta que, en la guerra, más traumático que el miedo a que te maten es matar. El soldado que ahora era paciente había estado en la autopista de la muerte de la primera guerra de Irak. Tuvo que hacer un registro de bajas e inspeccionar toda la carretera. Había del orden de entre 10.000 y 15.000 cadáveres. Desde entonces, se duchaba durante horas. Estuvo veinte años haciéndolo. Solo este tipo de terapias había logrado ayudarle.
En la actualidad, fuentes acreditadas consultadas por este columnista, confirman que el documental no va desencaminado. No obstante, subrayan que este tipo de estimulación del cerebro es "una última línea". Hasta que esta tecnología avance convenientemente, queda pensar en hipótesis. El documental dice que la alteración de la personalidad de las personas mediante intervenciones tecnológicas abre grandes dilemas morales, pero también grandes oportunidades. La conclusión de algunos de los entrevistados es que la cirugía estética no apareció como tal, hicieron falta quemados o desfigurados en accidentes. Esto es igual, por la psiquiatría, puede que se hayan sentado las bases de la "cirugía estética" del cerebro. Toques, intervenciones, para ser supuestamente mejores.
Hablamos de un documental que figura en las listas anuales sin pena ni gloria, pero que habla del futuro como ningún otro. De hecho, vivimos en una época que se considera el futuro y está totalmente volcada y obsesionada con el pasado. Hunting for Hedonia lo que plantea es que lo mismo que manipulamos nuestra apariencia, está cerca la tecnología que puede corregir nuestro comportamiento ¿Es ético? Quién sabe. Si la humanidad se moldea a sí misma ¿seguirá siendo humanidad?
La autora en entrevistas lo plantea como un "vamos a morir todos", señala que el avance de estas técnicas es inevitable y que más vale planteárselo antes de que sea tarde. El documental fue proyectado en un Congreso de Neurocirugía mundial en Nueva York y los participantes, según la documentalista, hicieron cola para discutir lo que habían visto. Fundamentalmente por lo referente a la depresión. Muchas de estas técnicas se han empleado en pacientes desahuciados, en el caso de esta enfermedad el fracaso de los tratamientos conduce al suicidio, por lo que cualquier alternativa es válida.
En el horizonte, lo que aparece es la posibilidad de eliminar recuerdos. En el lado negativo, que se haga contra la voluntad de alguien. La pérdida sería irreparable. También se podría modular el miedo o intensificar otro tipo de recompensas, generar pasiones artificiales. Una nueva concepción del ser humano.