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¡Esos funcionarios gandules que se juegan la vida!

23/01/2021 - 

MURCIA. Los funcionarios existen para que, como su nombre avisa, el país funcione. Si cada vez que un partido llegase al poder echara a los trabajadores públicos y metiese a sus amigos y palmeros a ocupar esos puestos, las cosas irían mucho peor. Todo lo aprendido, así como las redes creadas, se destruirían y habría que volver a empezar.

Para que esto no pase y la vida social fluya sin problemas, existen los funcionarios. Profesionales al servicio del gobierno que sea, afines o no a sus ideas. Profesionales que incluso sin gobierno, como se ha demostrado en muchas ocasiones, fichan cada mañana en sus puestos de trabajo haciendo girar la maquinaria para que nada se detenga.

Desde hace algunos años, los funcionarios se han convertido en el blanco de todos los insultos. La campaña de desprestigio orquestada por algunos partidos en cuyo ideario liberal de privatización está hacer el Estado cada vez más pequeño ha hecho mella ayudada por la crisis. Si en 2006 la escritora Espido Freire escribía un libro llamado Mileuristas donde ponía el grito en el cielo porque muchos jóvenes formados tenían que sobrevivir con mil euros al mes, dos años después, cuando estalló la crisis financiera global tras la quiebra de Lehman Brothers, la cosa fue a peor. Esos mil euros dejaron de ser una vergüenza para convertirse en un sueño entre los jóvenes y no tan jóvenes. Toda una generación se marchó al extranjero, al paro o a trabajos no cualificados que en nada tenían que ver con su formación.

Algunos de mis amigos, que durante la bonanza de los 2000 trabajaron en la construcción ganando una media de tres mil euros al mes, de pronto se vieron en la calle. Con hipotecas infladísimas que no sabían cómo pagar.

Hasta ese momento se habían burlado bastante de mi pretensión de ser profesor. Yo, que tenía una carrera universitaria, sería al final, mira por dónde, el que menos ganara. Y además tenía que estudiar oposiciones mientras trabajaba de cualquier cosa para mantenerme. ¿En serio vas a conformarte con un sueldo de funcionario?, me decían cuando salíamos de fiesta. Se habían comprado coches nuevos, ropa moderna y sus camellos los proveían por encima de sus posibilidades mientras yo estaba encerrado estudiando, sin un duro, y tenía que escuchar sus mofas cada vez que salía.

Entonces llegó la crisis y el sueldo de funcionario se convirtió en un privilegio. Eso es lo que dicen ahora. Qué pena dan las palabras: Privilegio, nada menos. La familia real se merece sus millones y el enchufado en la empresa de su primo se merece su puesto. Pero los funcionarios, con sus oposiciones aprobadas y sus sueldos menores que el de un albañil durante la burbuja del ladrillo son unos privilegiados.

En este país cainita, de pronto los funcionarios, cuyo salario bajó menos que el del resto durante tras la crisis, se convirtieron en el enemigo. En lugar de aspirar a un sueldo digno aquí se lleva más meterse con el que lo gana. Si yo no puedo, que nadie pueda. Mejor luchar por bajarte a ti que por subir yo...

Las quejas sobre los funcionarios privilegiados fueron en aumento.

Los trabajadores de los puestos de administración son unos vagos que están almorzando siempre. La culpa no es del sistema que contrata pocos funcionarios que van siempre hasta arriba de trabajo, sino de que almuercen como cualquier trabajador. El personal de justicia es incompetente porque los juicios se retrasan meses. Nada que ver de nuevo con la falta de personal, claro. Los sanitarios y los cuerpos de seguridad a veces te tratan con brusquedad. Saturados de trabajo, no pueden tener un mal día como cualquiera. No, ellos no. Los profesores no quieren trabajar y tienen muchas vacaciones. Nadie comenta que cobran menos sueldo del estipulado en el grupo A justamente por tener esas vacaciones.

La gente se ha convencido de que el problema es de la persona que te atiende en una ventanilla y no del sistema. España tiene una media de funcionarios mucho menor a la de países vecinos como Francia y Alemania, por ejemplo. Incluso menor a la de muchos países de ideas liberales como Reino Unido o Estados Unidos.

Pero la culpa de todo es de los funcionarios.

(y vamos, que no niego que tontos hay en todos los sitios, solo pido que no hagan de la manzana podrida el ejemplo, porque no lo es)

Ahora llega la covid. Durante el confinamiento de marzo de 2020 tuve que escuchar barbaridades por parte de muchas personas dirigidas hacia maestros y profesores como yo. Y ahora sigue la cantinela. Cada día vamos a centros escolares con centenares de niños y adolescentes. En mi caso particular doy clase a unas cuarenta o cincuenta personas al día, con todo el riesgo que eso conlleva. Es verdad que las medidas de seguridad son muy estrictas, pero eso también hace que las condiciones de trabajo sean penosas. Las ventanas y las puertas están abiertas todo el día. Durante los días de más frío damos clase con gorro, bufanda y chaqueta de nieve. Algunos alumnos incluso se tapan con mantas.

En cuanto a lo académico, ni dar clases durante el confinamiento fue fácil ni ahora la semipresencialidad lo es (semipresencialidad de los alumnos, nosotros vamos cada día, ¿eh?). Hemos tenido que probar nuevos métodos, aprender a manejarnos con herramientas digitales, crear nuevo material, el volumen de trabajo y correcciones se ha multiplicado… Pero bueno, es lo que hay. Son los tiempos que nos han tocado vivir.

Trabajamos más, nos abrigamos más y asumimos el riesgo de entrar en contacto cada día con decenas de personas de diferentes ideologías (sí, también hay padres negacionistas y niños rebeldes que no quieren llevar mascarilla, y despistados que se la ponen mal…) porque entendemos que somos funcionarios. Y de nosotros depende que el país, incluso en una crisis sanitaria como esta, funcione. Los niños deben estar guardados para que los padres puedan ir a trabajar. Y recibiendo clases de la forma que sea para no quedar retrasados en su formación.

Es lo que nos toca y lo asumimos sin quejarnos excesivamente. Como el personal sanitario, por ejemplo, que es quien peor lo está pasando en estos momentos. Como los cuerpos de seguridad y las diferentes administraciones.

Así que, por favor, dejad ya de insultadnos y de menospreciar nuestro trabajo. Creo que se ha demostrado sobradamente en este tiempo que no somos ni vagos ni egoístas. Tomen nota y, en el futuro, aprecien un poco más a aquellos que, aunque todo falle, siguen trabajando para usted haciendo que lo fundamental continúe funcionando.

Porque ya cansa escuchar determinados reproches...

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