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Campeones mundiales de memoria: la vida en el deporte más difícil

El documental Memory Games aborda las competiciones de los atletas mentales. Pruebas como memorizar una serie aleatoria de mil números o reproducir el orden de una baraja de cartas desordenada son las que deciden los torneos. En una época en la que cada vez se tiende a memorizar menos gracias a la tecnología, estos profesionales del deporte mental están orgullosos de su disciplina porque, como dice uno: "lo que da sentido a la vida es la memoria"

26/03/2020 - 

MURCIA. No estamos muy bien educados. Nos parecen gestas inmortales meter no sé cuántos goles en un año, recorrer no sé cuántos metros en pocos segundos, subir al Everest con otros millonarios aventureros, pero nada de eso parece importante cuando lo pones al lado de lo que se hace en una competición de memoria. 

Un ejercicio cualquiera consiste en memorizar una serie aleatoria de números en el orden correcto. El récord mundial está en 456 en diez minutos. No sé ustedes, pero yo, personalmente, creo que estoy más cerca de ponerle un tapón a LeBron James. 

Al grito de "¡neuronas preparadas!" estos deportistas afrontan esta prueba y otras como reproducir el orden de una baraja de 52 cartas en el menor tiempo posible. Un documental alemán, Memory games, de Janet Tobias y  Claus Wehlisch siguió a varios de estos competidores para analizar su talento y poder explicarlo de alguna manera. 

Durante uno de los torneos, un hombre en pajarita comenta deleitado la belleza que es ver al primero y al segundo en la clasificación jugárselo todo en la última prueba. Mientras colocan las cartas en el orden que han caído las de otra, dice: "uno está apostando a ir rápido, el otro prefiere no equivocarse". No es muy distinto el mundo del motor. 

Aparece un caballero que ha memorizado las doscientas primeras páginas de un diccionario. Si le dan una página y un número, dice la palabra que se encuentra en esa posición. Otra prueba, speed numbers, consiste en escribir números en el orden en que se han visto en varios folios. El récord está en 568 en cinco minutos. 

También escuchan a decenas de personas contar su vida con todo lujo de detalles y luego los participantes tienen que, en una especie de pique, ir contestando a todas las preguntas que les hagan sobre ellos, desde su postre favorito al código postal de su domicilio. Otras pruebas consisten en asociar caras y nombres, ordenar palabras aleatorias, imágenes aleatorias, datos históricos... Algunas combinaciones de imágenes se las traen, como Obi-Wan Kenobi tocando el bajo el bajo con los testículos, que sale en una de las competiciones que ruedan los documentalistas. 

Los atletas mentales, según explican, consiguen recordar relacionándolo todo con imágenes. Las asociaciones son la base de su memoria. A veces convierten los números en imágenes, otras en emociones. Crean sus propios jeroglíficos de forma que con solo recordar un dinosaurio pueden ir tirando del hilo hasta dar con una fecha, con unos números. Hay alguno para el que escuchar una serie de cifras aleatoria supone toda una historia sobre un escenario que se encuentra dentro de su cabeza. Es la "Técnica del Palacio de la Memoria". 

Los autores datan su origen en Grecia. Cuando el poeta Simónides fue invitado a recitar a un templo. Salió un momento a hablar con unos mensajeros cuando se hundió el edificio. Colapsó. Fue él el encargado de identificar los cadáveres. Se dice que en su mente volvió a visualizar dónde estaban sentado cada invitado al convite y así pudo saber a quién pertenecía cada cuerpo. Empleando ese método, los griegos empezaron a trabajar en la memorización de poemas, argumentos filosóficos o discursos, que duraban varias horas y eran sin chuleta. 

El documental muestra cómo varios de estos atletas mentales pasan por un experimento que quiere hallar cómo se ejercita la memoria. Los científicos han localizado cómo se desarrollan determinadas regiones del cerebro con el entrenamiento, como por ejemplo, en un taxista que tiene que recordar todo el plano de una ciudad. En relación con este deporte, han descubierto que un principiante, si entrena con la Técnica del Palacio, comienza en el acto a desarrollar esa región. 

Entre los atletas entrevistados destaca una chica nacida en Ulan Bator que emigró a Suecia a los seis años. Comenta que de casta le viene al galgo, ya que en Mongolia hay una gran tradición oral, aparte de la figura de los mensajeros, que tenían que llevar extensos mensajes en largas distancias memorizados. 

Ella descubrió sus dotes, no obstante, gracias a un libro, Los desafíos de la memoria, en el que no encontró nada romántico, sino que el tío que lo había escrito había logrado enriquecerse solo entrenando la memoria. No le fue mal. Apareció en Got talent memorizando el nombre de decenas de niños en pocos segundos. Según ella, la buena memoria es muy útil, vale, por ejemplo, para aprender idiomas, aunque no sea tan buena para relacionarse. 

Un profesor que prepara chavales para el Campeonato de memoria de Asia, entrevistado después, niega la mayor. La memoria es prodigiosa, sostiene, porque hace aumentar la imaginación y la creatividad. Para un atleta, traumatizado por el Alzheimer de su madre, la memoria es lo más importante, es algo que aprendió cuidando de ella. "Es lo que da sentido a la vida", explica. Sobre todo en una época en la que cada vez se tiende a memorizar menos porque se confía en la tecnología, tanto para los datos como para las imágenes. Explican que se fía todo a las fotos cuando se hace un viaje, ya no es tan frecuente el fenómeno de empaparse de lo que le rodea a uno en una escapada porque lo registra en sus cámaras y no hay más. Pero hay algo más. Memorizar requiere un esfuerzo, incluso un sacrificio, y eso es lo que más tiende a eliminar la sociedad actual.

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